Ahora sí apareció la Scaloneta con una gran actuación y la ilusión crece

Cambiando molestas dudas por felices certezas, dominando el juego de punta a punta, ganando con absoluta autoridad, y entregando nítidas sensaciones de que su fútbol crece partido a partido, la Selección Argentina “informó” al mundo que tiene argumentos como para soñar con la gloria.

Minimizando el orden y la disciplina táctica de Polonia, construyó un monólogo en la tenencia sostenida que, aun con el partido empatado, no sembraba ninguna incógnita sobre quién terminaría siendo el ganador.

¡Ahora sí las expectativas pre-mundialistas encuentran puntos de coincidencia con el semblante general de Messi y compañía!

El diagnóstico y la toma de decisiones de Lionel Scaloni después de México y antes del partido de ayer, tuvieron un peso decisivo. Todos los cambios que implementó le dieron buenos resultados y en especial el de Julián Álvarez por Lautaro Martínez. Haber reemplazado al delantero referencial que casi nadie discutía ratificó que el pulso firme del conductor de grupo ya es un rasgo para elogiar.

EL PRIMER TIEMPO FUE TAN BUENO QUE ANUNCIÓ LO QUE IBA A OCURRIR

Decidido a atacar, la formación albiceleste se plantó en campo polaco haciéndole saber al rival que no iba a perder tiempo en su búsqueda de voraz apetito ofensivo.

LE PUEDE INTERESAR

Levántate y anda: Argentina ahora tiene una llave favorable en el Mundial de Qatar

LE PUEDE INTERESAR

Hacía falta un partido así

Con Messi muy participativo, Di María mostrándose lúcido por la derecha y el Huevo Acuña bien abierto por la banda izquierda, Argentina dominó de manera permanente y mereció lo que no pudo conseguir.

Messi no aprovechó el discutido penal, pero la atajada del polaco fue soberbia y generó asombro

Sin puntos bajos notorios y con una lista de méritos encabezada por Nicolás Otamendi como líder que marcó el camino empujando desde el fondo, la Scaloneta creyó que la discutida interpretación del árbitro Danny Makkelie (Países Bajos) cuando, a instancias del VAR, sancionó penal de Szczesny a la Pulga, iba a establecer la diferencia en el resultado.

No fue así. El capitán argentino prefirió un remate fuerte en lugar de buscar el engaño y se topó con una atajada impresionante del cotizado arquero rival. Podría haber sido un golpe anímico duro para el Diez y para todo el equipo, pero nada de ello ocurrió.

Tomando la situación como una mera contingencia de las acciones, Messi y sus compañeros siguieron mandando sin discusión. Allí radicó uno de los grandes méritos. Convicción y fortaleza mental fueron dos de los atributos que la gente valoró tanto en Doha como en cada living de nuestro país.

Sin advertirse vestigios de aquel primer sorbo tan amargo ante Arabia Saudita, la recuperación asomó, tímidamente, en la victoria ante México y explotó en una dimensión muy celebrada con este contundente paso hacia adelante. La clasificación a octavos de final encuentra al equipo bastante parecido a aquel que tanto entusiasmó en su paso triunfal por la última Copa América.

Reapareció Argentina. Ese podría ser un título que no faltaría a la verdad. Por el contrario, sería una descripción fidedigna.

Desde el primer minuto supo vestir el traje de equipo dominante y jamás se lo quiso sacar. Lo llevó con elegancia e idoneidad hasta el pitazo final.

Fueron dos y pudieron ser varios más los gritos que sacudieron la calurosa tarde.

Cuando Julián Álvarez anotó el que es hasta el momento el gol más importante de su admirable carrera profesional, los hinchas supieron que la fiesta estaba asegurada.

La inserción de este tan joven como talentoso delantero quizás pueda transformarse en el acierto más contundente del entrenador desde que se inció la cita mundialista. No era fácil sacar al nueve titular del Inter de Milán y a quien parecía tener presencia asegurada ante cualquier circunstancia. Scaloni primero hizo un buen diagnóstico y luego tuvo la personalidad necesaria como para decidir un cambio que nadie le estaba pidiendo. Al contrario, algunos descreídos afirmaron una hora antes del partido que era una decisión muy arriesgada.

Lo bueno de este triunfo es que todos los puntos de análisis otorgaron niveles destacados.

Argentina tuvo siempre alta energía. Hasta el rendimiento físico, que otorgó algunas dudas en el debut, fue una virtud esencial para sobrellevar el rol protagónico de principio a fin.

QUIZÁS AHORA EL EQUIPO PUEDA EMPEZAR A SALIR DE MEMORIA

La afirmación de que el equipo no salía de memoria (sensación genuina que encontró eco en los cambios dispuestos luego de los dos primeros encuentros) puede empezar a modificarse por los mismos motivos que volvieron a encender con fuerza la gran ilusión nacional.

Scaloni tuvo firmeza y convicción para cambiar al “nueve”. Julián Álvarez como titular fue un acierto

Ninguno de los cuatro que se sumaron a la planilla titular (Molina, Cuti Romero, Enzo Fernández y Julián Álvarez) decepcionó.

Seguramente, el próximo sábado, frente a Australia, el equipo no cambiará tanto. Y está bien que así sea. La Selección Argentina ahora está mucho más para mantener la estructura conseguida que para modificarla. Jugó bien, le sobraron rendimientos individuales destacados y ganó por demolición. ¿Cuál sería el sentido de cambiar?