Nada ha cambiado

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El acuerdo con el FMI y sus efectos prácticos no traen ninguna novedad. En rigor, la receta pasará por imponer una mayor presión fiscal sobre los contribuyentes, que aportarán de su bolsillo para solventar las necesidades del fisco. En definitiva, nada ha cambiado.

La receta pasará por aumentar impuestos, en forma directa o indirecta, como argumento casi excluyente para atender el déficit fiscal y se castigará una vez más los contribuyentes que sufren una presión impositiva ya asfixiante. Por otra parte, las medidas que se avecinan sigue desconociendo otra realidad insoslayable: la necesidad de establecer incentivos para mejorar la producción y generar la llegada de inversiones.

En un país con altísimos índices de pobreza y desocupación, la necesidad de allanar el camino para la inversión resultaría crucial y necesaria. Sin embargo, esa mencionada falta de incentivos y de seguridad jurídica para facilitar la llegada de capitales productivos reproduce una contradicción para un país que no logra salir del estancamiento económico.

Por otra parte, sectores del oficialismo parecen insistir en otras recetas conocidas y polémicas. Por estas horas se habla de un proyecto para aumentar las retenciones al campo bajo el influjo de la suba de los precios internacionales de las commodities.

 

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