Con varios objetivos en mente, sufrió la derrota y el desgaste
Edición Impresa | 14 de Marzo de 2022 | 04:17

Por MARTÍN MENDINUETA
Mientras Boca apagó con la victoria un foco de conflicto grande, Estudiantes resignó el invicto y llegó al vestuario sintiendo el desgaste de una seguidilla que le está pasando factura en las reservas físicas. La lesión de Mauro Boselli significó otra arista lamentada de una noche donde su gente colmó el estadio con un entusiasmo palpable.
El León del Ruso tiene muchas metas seductoras por delante y no cuenta con margen para distenderse. La Copa y el clásico lo esperan para seguir tomándoles pruebas a su juego y a su temperamento.
DOS GRANDES ATAJADAS DE ANDÚJAR Y UN PENAL QUE NO CONVENCIÓ
Estudiantes pasó por diferentes fuertes emociones durante la primera etapa. No jugó bien, convivió con la presencia intimidante de Boca en su campo, pudo haber convertido un penal (no pareció que el contacto de Fabra a Castro tuviera la entidad como para sancionar la pena máxima) que pateó sin convicción Leandro Díaz y agradeció seguir teniendo a Mariano Andújar para defender su arco.
Con la cabeza llena de cosas importantes, el León del Ruso pareció tener una obsesión: que Boca no le quitara el invicto.
Cuando Boselli cayó lesionado, su dolor fue de cada hincha. Verlo salir generó la peor incertidumbre
Ocupado en controlar a un rival nada refinado, aunque muy bravo, el anfitrión no se puso colorado para desplegar el repertorio de abortar planes ajenos.
Por lo que produjo cada uno, hubiera sido injusto que el Pincha se hubiese ido al descanso en ventaja. Sólo el Loco Díaz sabe qué se le cruzó por la cabeza en el momento de estar mano a mano con un especialista en penales como ya es Agustín Rossi. ¿Por qué no eligió patear fuerte? De todos modos, más allá de la floja ejecución, el arquero xeneize demostró lo que vale en esa situación por demás exigente.
EL GOL DE ADVÍNCULA DECRETÓ EL INICIO DE NUEVAS OBLIGACIONES
Cuando Marinelli acompañó sin marcar al autor del único gol, la noche sólo le iba a dar a Estudiantes una inmejorable oportunidad, también de cabeza, para que Fernando Zuqui empatara la historia, pero no la aprovechó.
A partir de allí, Boca se puso el traje de equipo poderoso al que no le importa ser lujoso y empezó a trabajar en todas sus líneas para llevarse lo que tanto necesitaba: Tres puntos enormes y una cucharadita de paz.
Sin ideas claras, empujado por el orgullo herido de sus hinchas y vacío de asociaciones creativas, Estudiantes fue para adelante como para estar a salvo de cualquier reproche de su conciencia.
La gran figura del partido fue el arquero que los albirrojos no llegaron a disfrutar. Agustín Rossi se ha convertido en genuino propietario de un arco tan pesado como el de Boca.
Pasado mañana el Pincha tiene un partido más valioso que el que perdió ayer. El dolor por la caída seguramente será más pequeño si consigue gritar fuerte en la Libertadores.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE