“El último zombi”: una hecatombe de muertos vivos filmada en la Ciudad

El realizador local Martín Basterretche completa con la cinta que llega el jueves a los cines, “la primera película argentina comercial de zombies”, su trilogía de Santa Sofía del Mar

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Cuando se habla de géneros proféticos, a menudo se piensa en la ciencia ficción pero, ¿cuánto han anticipado a lo largo de la historia las películas de zombies? Desde levantamientos sociales a sociedades de muertos vivos y de exposición continua, el zombie ha sido una especie de significante vacío que cada director rellenó con sus propias preguntas y obsesiones. Algo así le ocurrió a Martín Basterretche, que por un lado construyó en “El último zombi”, que se estrena este jueves en veinte salas multicines del país, una historia con posibles lecturas políticas; y por otro, cerró el rodaje una semana antes del estallido de un evento que anticipó, sin quererlo: la pandemia.

En la nueva película del realizador platense, director del policial “Punto ciego” y el filme de ciencia ficción futurista “Devoto: la invasión silenciosa”, una infección estalla convirtiendo en zombies aislando en una hostería de un balneario apartado: allí llega Nicolás Finnigan, un especialista en genética que investiga la infección que podría arrasar al planeta entero. Como una especie de Ismael, Finnigan escribe la historia consciente que podría ser el último relato, antes de que todos seamos zombies.

Protagonizada por Matías Desiderio, Clara Kovacic, Alexia Moyano, Tony Lestingi y Adriana Ferrer, la película plantea una cantidad “sorprendente de parecidos con la pandemia de Covid. En ‘El último zombi’ hay epidemiólogos, cuarentena, contagios masivos…”, dice, en diálogo con EL DIA, el cineasta. Pero, agrega, “lo increíble es esto: ‘El último zombi’ se terminó de filmar 8 días antes de que se declare la cuarentena. Tuvimos una suerte descomunal porque si el rodaje se suspendía era una catástrofe desde el punto de vista de la producción”.

- Las películas de zombies, históricamente, han sido vehículos para hablar de otras cuestiones, coyunturas políticas, problemas sociales. “El último zombie” parte de una idea similar.

Quisimos que esta hecatombe zombi la desate un fenómeno natural, frío, inesperado, insoportable. Que llegara a ser maligno por irracional e inconcebible”

Martín Basterretche, director

- Sí, definitivamente. Nuestra película tiene posibles lecturas paralelas. Cada uno sabrá encontrarlas o no le interesará buscarlas. Es importante, sí, pero sólo si tiene ambigüedad y sutileza, si no es un dedo en alto indicándonos lo que tenemos que pensar y eso no está bien. Lo verdaderamente importante es que es una película entretenida e intensa, llena de pasiones y miedos que hacen andar la maquinaria del thriller y del drama. Por otro lado, quisimos que esta hecatombe zombi no se desatara por ningún fenómeno explicable de tipo involución biológica, manipulación científica inmoral o algún un virus descontrolado, como generalmente pasa cuando las películas de zombis buscan, en el fondo, dar un mensaje edificante. Nada de eso. Nosotros quisimos que se desatara por un fenómeno natural, frío, inesperado, insoportable. Que llegara a ser maligno por irracional e inconcebible.

- ¿Cómo es hacer cine de zombies hoy, cuando el género ha sido explotado desde muchísimas aristas?

- Entiendo el cine a través de los géneros. Los géneros fueron, son y serán el código de reconocimiento mutuo, la conexión con el público y la mejor herramienta para que los autores le den forma a sus ideas y las representen de la manera más sofisticada. Los géneros, igual que los temas, siempre son excusa para hablar de algo, materia prima para elaborar otra cosa, un bello trozo de mármol que adentro esconde una escultura. Yo, no sé por qué, me siento creativamente cómodo en el drama, el thriller y el horror; en definitiva, con el género fantástico. Trabajar con zombis tiene mucho de correr un riesgo, de pararse frente al precipicio del ridículo. Me dijeron que es la primera película argentina comercial de zombis. Yo personalmente viví el proceso como un desafío, como un aprendizaje, ¿soy capaz de crear un mundo coherente con estos elementos? Confieso que sudé varias veces, pero jamás me aburrí del material. Y siguiendo la misma lógica, en el otro extremo del camino está lo más importante: la audiencia. Yo estoy seguro de que todos estos elementos nos ligan con el público real que siempre acepta estas propuestas.

- ¿Cómo trabajaron para evitar el lugar común y diferenciarse?

- Lo primero que hicimos fue sacarnos de encima a los zombis más fuertes y más veloces que los humanos y que se alimentan de carne viva y que te contagian con la mordida y todo eso que empezó con George Romero y que se llama subgénero zombi. Nos encanta, pero quisimos corrernos. Y como “para novedad, nada mejor que los clásicos”, volvimos a películas como “I Walked with a Zombie” de Jacques Tourneur, 1943, y otras. El zombi pertenece a la tradición centroamericana del vudú. Son no muertos, almas en pena que deambulan como fantasmas mientras esperan acceder a su descanso final. Se asemejan a las ánimas benditas, como dice la canción “La farolera”. Fue pensada para todos, no sólo para los fans y los “zombielovers”.

EL NACIMIENTO

“El último zombi” cierra la trilogía de Santa Sofía del Mar, una ciudad ficticia en la que transcurren “Punto ciego” y “Devoto, la invasión silenciosa”.

Un policial, una película de ciencia ficción y ahora zombies, en un mismo universo: la idea de “El último zombi”, confiesa Basterretche, nació hace cinco años, cuando unos amigos bromeaban con los muertos vivos, “con comernos entre vecinos, con dejar de ser persona y ser sólo cosa, etc. O sea, repetían esa necedad habitual de que los alienados son siempre los demás. Entonces Melina Cherro, mi co guionista, y yo dijimos al unísono ‘disculpame, a lo mejor ya somos todos zombis y no lo sabemos’. Al rato ella me dijo ‘¿por qué no hacemos una película de zombis?’. Y acá estamos”, relata el cineasta, que filmó la película en La Plata, con fondos del INCAA y con un 90% de equipo técnico platense.

- ¿Cómo es hacer cine de zombies en Argentina, con los pocos recursos de siempre, la inflación que se lleva esos recursos? ¿Le agrega a la película un espíritu de solidaridad, guerrilla, de “lo atamos con alambre”, de sacarla adelante?

La película plantea una cantidad sorprendente de parecidos con la pandemia de Covid

- Nuestra amada Argentina se ha convertido en un thriller psicológico de agobio y ansiedad en la que actuamos todos, no sólo los cineastas. Así que nuestros problemas se ajustan a las generales de la ley donde mucha gente se está preguntando si cerrar el kiosco no es más productivo que mantenerlo abierto, y donde la máquina de impedir es la tecnología que mejor funciona. Pero nosotros jamás vamos a cerrar el kiosco, pase lo que pase. No nos gusta presentar la película en sociedad hablando de lo que costó hacerla. Una película es como un hijo: a una fiesta lo vas a llevar hermosamente vestido aunque la noche anterior se haya vomitado encima. Los directores de mi generación hemos aprendido a trabajar en la dificultad, a resolver sobre la marcha, a trabajar en equipo sin mandonear a nadie y estamos orgullosos de saber hacerlo, pero eso tiene que ver con los códigos del oficio, no con la película en sí. El último zombi nos quedó muy linda, estamos orgullosos de ella y seguros de que al público le va a gustar. Queremos llegar a la mayor cantidad de gente posible.

- ¿Y cómo es estrenar cine de género, o cine nacional, directamente, en esta Argentina de pocas salas, de pocas pantallas? ¿Sirve la llegada de las plataformas para abrir ventanas, o implica darse por vencido en términos de la gran pantalla?

- Lo más difícil es destacarse en medio de la constante publicidad de los grandes tanques. El último zombi al lado de El hombre araña lleva las de perder, sin dudas, pero yo invito a la gente a que de vez en cuando opte por las películas de géneros (todos los géneros, no sólo las de miedo) porque estoy seguro de que no se van arrepentir. La materia pendiente es que el público se entere que estamos. Fijate que tanques de género argentinos con gran lanzamiento como Ecos de un crimen generó mucha satisfacción en el público. Insisto, si entrás a ver nuestras películas a lo mejor te vas a llevar una grata sorpresa. Con las plataformas pasa algo parecido, es bueno que las películas estén disponibles allí y la gente acceda fácil. Son cosas diferentes. La sala de cine no va a morir.

 

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