Alumnos bonaerenses y la necesidad de contar con la quinta hora de clases

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El área educativa bonaerense deberá definir en estas horas la puesta en práctica de la quinta hora de clases en unas 500 escuelas de la Provincia, en una instancia que se concretaría a fin del receso invernal, según se informó. Como bien se sabe, la educación escolar se vio seriamente resentida por la cuarentena que corrió en los dos años anteriores, en una situación que tuvo su reflejo primero en el cierre de las escuelas y, ahora, en los negativos resultados de las últimas pruebas Aprender.

De allí que varios estados federales de nuestro país, en consonancia con lo dispuesto por el gobierno nacional, ya decidieron incorporar una quinta hora de clase para mejorar el aprendizaje de los alumnos. Esas cuatro provincias son Tucumán, Santa Cruz, Chaco y Catamarca.

La decisión de las autoridades bonaerenses de adherirse, que fue informada ya a los gremios docentes, regirá en principio como prueba piloto para 500 escuelas que hasta ahora tenían jornada simple de cuatro horas, a la que le sumarán una quinta.

Según las fuentes gremiales, este cambio recién podría comenzar en la Provincia en agosto próximo. Sin embargo, fuentes del gobierno indicaron que aún no hay fecha y que “se está trabajando en eso”. En esta línea, advirtieron que no es una medida que se lleve adelante por imposición. “No hay una fecha porque esto se está planificando e implementando en articulación con las comunidades y las instituciones educativas”, explicaron.

A su vez, desde el frente unificado de gremios docentes bonaerenses, integrado por los sindicatos Suteba, FEB, Udocba, Sadop, UDA y AMET, se habló sobre “la importancia de que cualquier avance hacia la ampliación de la jornada escolar”, reclamándose que se produzca “en el marco de acuerdos institucionales y sin afectar ningún derecho laboral”.

Sea como sea, corresponde valorar la iniciativa del gobierno nacional de sancionar esta medida, que apunta a restablecer los niveles de aprendizaje de millones de alumnos, gravemente afectados por la pandemia en 2020 y 2021.

De todos modos conviene recordar, cuando se habla de lo ocurrido con los dos ciclos educativos anteriores, que países de distinto signo político, al momento de atravesar guerras, catástrofes climáticas, epidemias u otras graves contingencias, jamás dejaron de preocuparse en que los chicos siguieran asistiendo a clases, ya sea en refugios subterráneos, en aulas improvisadas al aire libre, en muchos lugares alternativos, siempre sometidos al rigor de la actividad educativa que no se permiten interrumpir y que les impone a todos los chicos estudiar, esforzarse y salir capacitados.

Con medidas dilatorias no se puede encarar la educación de las jóvenes generaciones de ningún país y mucho menos de la Argentina, en donde la escuela pública fue durante muchas décadas un orgullo para el nuestro y un modelo de excelencia para muchas otras naciones.

Es de esperar, entonces, que las autoridades educativas impulsen ya, sin más demoras, las medidas necesarias para elevar el bajo nivel de conocimientos que exhiben muchos escolares. El derecho de aprender de millones de chicos y jóvenes no puede ser conculcado bajo ningún pretexto.

 

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