Los hijos, herederos pero actualmente distanciados

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El dolor por la abrupta muerte de Diana de Gales en París hace 25 años generó una mayor complicidad entre sus hijos, Guillermo y Enrique, una sintonía hoy inexistente atribuida a la irrupción en la familia real británica de la estadounidense Meghan, duquesa de Sussex.

En un país que atraviesa una época incierta a la espera de conocer quién será su nuevo primer ministro tras la dimisión de Boris Johnson, el recuerdo de Lady Di sigue presente. Los dos hijos de la princesa de Gales y el heredero al trono, Carlos de Inglaterra, fueron educados para apoyarse el uno al otro dentro de un encorsetado entorno palaciego. Esa relación se fortaleció cuando perdieron a su madre.

Desde entonces, ambos han responsabilizado a los “paparazzi” de lo sucedido y nunca han ocultado la animadversión que les provoca el perpetuo acoso mediático a los miembros de la realeza. El príncipe Guillermo se casó con su compañera de piso de su época en la universidad en St Andrews (Escocia), Catalina Middleton, con quien tiene tres hijos, los príncipes Jorge, Carlota y Luis, y esta no tardó en convertirse para su cuñado en una figura fraternal o, en palabras del propio Enrique, en la “hermana que nunca tuvo”. Durante años ha sido frecuente ver a los hermanos y a Catalina disfrutando juntos en diferentes compromisos oficiales, ofreciendo una imagen pública de complicidad.

Enrique, mientras tanto, protagonizó algún que otro desliz público, hasta que pareció “sentar cabeza” al conocer a la actriz Meghan Markle, conocida en Canadá por su papel en una serie de televisión “Suits”. La entrada de Meghan en la familia real modificó la dinámica de la relación entre los dos hermanos, que se fueron distanciando y que a día de hoy al parecer apenas mantienen contacto.

 

Diana de Gales

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