Asaltaron a dos jubilados platenses bajo la excusa: “La plata no nos alcanza”

El hecho ocurrió el sábado a la noche cuando las víctimas se disponían a cenar. Los ladrones se llevaron dinero, sus alianzas y otros objetos

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Los jubilados continúan siendo el blanco predilecto de los delincuentes con ataques que cada vez revisten un mayor nivel de insensibilidad.

Poco parece importarle a los hampones el concepto del respeto a los adultos mayores.

En cambio, con tal de cumplir sus oscuros objetivos pisotean la experiencia y el camino recorrido de sus víctimas.

Ni siquiera las limitaciones físicas y las dolencias que suelen tener los adultos mayores sirven como frenos inhibitorios.

Muy por el contrario. Sin piedad, suelen emplear estas debilidades en su favor para imponer su voluntad y someterlos.

Los problemas en la visión, la lentitud en los movimientos, el bajo nivel de audición y el miedo a terminar “estropeados”, terminan jugando a favor de los ladrones que deciden irrumpir en el domicilio de un abuelo o una abuela.

Una situación de este tipo le tocó vivir el pasado fin de semana a un matrimonio de jubilados cuya vivienda se encuentra en la zona de Plaza Rocha.

El matrimonio de jubilados que en la noche del sábado sufrió una entradera en su casa de 9 entre 59 y 60, vivió “45 minutos de terror, angustia y disgusto”.

Las penurias para Eduardo (82) y su esposa, Haydée (80) comenzaron alrededor de las 23 horas, cuando se disponían a cenar.

El plan era compartir una pizza con dos latas de cerveza y después descansar.

A las 22.50, el pizzero de la esquina tocó el timbre para entregarles el encargo que habían hecho.

Tras abrir la puerta, el dueño de casa vio pasar a dos tipos “con pinta rara” por la vereda.

“Uno de ellos, se ve que estaba pasado. Avanzaba con dificultad y tenía la mirada perdida. Me incomodó un poco su presencia porque uno de ellos me miró fijo a la cara pero en ningún momento se me pasó por la cabeza que fueran ladrones”, expuso ayer Eduardo en diálogo con este diario.

Tras recibir la pizza, el hombre cerró la puerta con llave y llevó el encargo al comedor, en donde lo esperaba su señora.

Justo cuando le brindaba los detalles de la situación que acababa de acontecer en la puerta, nuevamente tocaron el timbre.

“Todo el tiempo creí que era el hombre de la pizzería. ‘Por ahí se olvidó de mencionarme algo’, pensé. Habíamos estado hablando durante la semana de unas boletas mías que le habían llegado a él. ‘Quizás vienen a entregármelas’, supuse. Por eso abrí la puerta confiado”, relató.

Apenas la hoja se separó del marco, los delincuentes lo amenazaron y lo obligaron a ingresar a su morada.

Inmediatamente comenzaron con el careo de rutina.

“Estás solo”. “Dónde tenés la plata”. “¿Y las joyas?”. Esas fueron las primeras preguntas que hicieron los ladrones apenas cerraron la puerta.

Tras ello, les exigieron permanecer callados y sentados en el comedor, tanto a él, como a su mujer.

Con insultos y amenazas, los intrusos lograron generar una atmósfera de estupor que condujo a la pareja a cumplir las órdenes impartidas mientras ellos registraban todos los ambientes de la vivienda para cerciorarse de que no hubiese nadie más allí.

“’Señor, la situación económica no nos acompaña. Tengo hijos y les tengo que dar de comer’ dijo”

 

Una vez que comprobaron que la casa estaba bajo su completo control, los hampones se dividieron tareas.

Mientras uno se quedó en el comedor junto a Haydée, el otro tomó a Eduardo del brazo y lo obligó a recorrer la casa en busca de objetos de valor.

“Considero que actuaron de forma prudente. Si bien entraron con cierto grado de violencia, después el tipo que estaba más lúcido me explicó que me estaba robando porque en realidad necesitaba la plata. ‘Señor tiene que entender que, como usted debe saber, la situación económica no acompaña. Tengo hijos y les tengo que dar de comer. No me queda otra. La plata no nos alcanza’, me explicó al entrar a mi habitación”, rememoró Eduardo.

En tanto, Haydée expresó que vivió mucha angustia ya que el individuo que se quedó con ella estaba muy drogado.

“Me puse muy nerviosa cuando me pidió mi alianza de oro. En todo momento le dije que se la iba a dar, pero no me la podía sacar. Incluso en un momento agarró el cuchillo que teníamos para cortar la pizza. No se si era para amenazarme o porque me quería cortar el dedo. Yo le dije de prepo ‘voy al baño, me pongo jabón en la mano y te lo doy, acompañame si desconfías’. Me puse firme y lo entendió”, recordó.

Transcurridos casi cuarenta minutos, los ladrones que para ese entonces ya se habían apoderado de 60 mil pesos, dos alianzas de oro y tres botellas de licor, decidieron que era momento de abandonar la morada.

Cuando estaban enfilando hacia la puerta, uno de los sujetos tomó el medidor del índice de azúcar en sangre de Haydée.

“Le pedí que no se lo llevara. Le expliqué que era vital para mi salud tenerlo. El hombre lo sacó de su bolsillo y lo puso en la mesa”, precisó la mujer.

Antes de retirarse, ambos delincuentes obligaron a la pareja a meterse en el baño.

Tras cerrar la puerta con llave les advirtieron que debían permanecer allí hasta que ellos abandonaran el lugar.

“Estamos muy asustados y probablemente tendremos que instalar cámaras y rejas para evitar otro dolor de cabeza”, cerró Eduardo.

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