Sufrió 37 robos y cuando le fueron a tomar los datos, “estalló de bronca”

La propietaria del autoservicio que funciona en la esquina de 22 y 69 tuvo ayer una tarde de furia e impotencia por la inseguridad que, verdaderamente, parece haberse ensañado con su comercio desde hace largo tiempo.

Es que según denunció la mujer, Marcela Carullo (57), contabiliza ahora 37 robos. Pero con el agravante de que gran parte de esos atracos se registraron “en los últimos 10 años”, agregó su hija en diálogo con este diario.

La penosa estadística obró además como disparador del estado de ánimo crispado que mostró tras el asalto a mano armada, que protagonizaron tres delincuentes encapuchados y con armas de fuego. Fue cerca de las cuatro de la tarde.

En apenas un minuto, como puede verse en un video grabado por una de las cámaras de seguridad del negocio, uno de los ladrones despojó de la recaudación y otras pertenencias a la comerciante.

Simultáneamente, uno de sus cómplices pateó en el piso a un joven cliente que, aterrado, atinó a quedar acostado en señal de que no iba a ofrecer resistencia y para quedar a resguardo ante la eventual posibilidad de que la banda empezara a los tiros.

“SE FUERON Y ME PUSE A LLORAR”

El nerviosismo con que quedó la comerciante era tan evidente como comprensible. Se notaba en sus palabras y en las expresiones en su rostro.

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Por eso, confesó ante EL DIA en la vereda del local y acompañada por dos vecinas, que “apenas se fueron -por los delincuentes-, me puse a llorar”.

“Fue por lo que pasó ahora y también porque estoy harta ya de tantos robos. Son 37 en total. Son demasiados”, explicó desencajada la dueña del autoservicio.

Al preguntársele cómo se desarrolló el asalto de ayer, comentó que “se metieron tres ladrones encapuchados y armados (todos con ropa negra). El que se vino al sector de la caja, donde estaba por cobrar a unos clientes, además de apuntarme con el arma, zamarreó la caja registradora y me pedía que le diera más dinero y hasta me pidió dólares”.

Contrariada, enseguida sostuvo que los delincuentes “eran agresivos” y precisó al respecto que “un muchacho que estaba como cliente, al darse cuenta de lo que estaba pasando, se tiró al piso y uno de los ladrones le pegó una patada”.

Al momento del asalto, Carullo señaló que también se encontraba “la chica del sector de fiambrería” y acotó que “ella corrió hacia la parte de atrás del negocio”, quedando fuera de la vista de los asaltantes.

Cuando se le requirió saber cuál fue el botín con el que escaparon esos sujetos, informó que “me robaron poco más de 10.000 pesos de la recaudación, el celular y mi mochila, donde guardaba un poco más de plata, llaves, documentos y, lo que más lamento, un cintillo de oro que me había regalado mi mamá”.

Segundos después, cayó en la cuenta de los contratiempos que iban a ocasionarle la sustracción de ese aparato de telefonía móvil.

“En el celular no sólo guardaba los números telefónicos de familiares y personas allegadas, sino también los de mis proveedores, que necesito comunicarme urgente con algunos de ellos”, expuso también la damnificada.

Asimismo, mencionó que la banda llegó y se dio a la fuga del comercio a bordo de una moto.

Al cierre de esta edición continuaban prófugos, pese al intenso rastrillaje desplegado por la zona por efectivos del Comando de Patrulla y de la comisaría quinta.

PIDIÓ HABLAR CON EL COMISARIO

Cabe consignar que cuando este diario llegó al autoservicio un rato después de consumado el atraco, su propietaria se encontraba radicando la denuncia por el hecho.

A su regreso al local, manifestó su disgusto porque “no pude hablar con el comisario, como hubiese querido, porque es muy grave que ya haya tenido que soportar 37 robos”.

Mientras dos vecinas intentaban calmarla, recordó que “para colmo, hasta hace dos meses teníamos un policía uniformado que se encargaba de cuidar al barrio, por robos no sólo en mi negocio, sino en general”.

“Estuvimos comerciantes y vecinos más tranquilos en los 6 meses en que estuvo esa vigilancia y disminuyeron bastante los episodios de inseguridad. Pero de buenas a primeras lo sacaron y no sabemos por qué”, reflejó Carullo.

Por otra parte, no obvió aludir a que en ese barrio “tenemos un grupo de WhatsApp precisamente por la inseguridad”, pero al momento del asalto al autoservicio, por la rapidez con la que actuó este grupo de delincuentes, nadie se percató de lo que estaba sucediendo.

Al final de la charla con la comerciante, llegó un móvil policial y una oficial se acercó a la mujer. Pero, fuera de sí, reiteró su reclamo de hablar con el comisario.

“No la atendió porque estaba en una reunión”, le explicó la oficial, aunque esa respuesta no encontró aceptación alguna.