Rodocrosita, la ballena que visita la Península de Valdés desde 1971

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Los científicos del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) de Chubut, celebraron el regreso la llegada de Rodocrosita, una ballena franca austral que desde hace 50 años, cada temporada vuelve a la Península de Valdés.

Los especialistas aseguraron que el retorno de este ejemplar, es un hito significativo ya que la información que aporta resulta valiosa para las tareas de protección de toda la especie.

Rodocrosita fue bautizada así en honor a la piedra preciosa y forma parte del grupo de 22 ballenas franca austral que en el mes de septiembre fueron equipadas con transmisores satelitales de última generación por el programa Siguiendo Ballenas.

Si bien el trabajo de este grupo comenzó en 2014, Rodocrosita “es una ballena que conocemos desde 1971, año que comenzó el proyecto de fotoidentificación del Programa de Investigación Ballena Franca Austral (PIBFA) en Argentina”, explicaron los especialistas.

En ese momento había sido identificada por el número 58 en el álbum de fotoidentificación con imágenes tomadas en blanco y negro por los científicos de la época.

“Nos tiene que dar mucho orgullo poder conocer una ballena desde hace tanto tiempo y que esté en buen estado de salud. Me parece un hito importante poder aferrarnos a historias como las de Rodocrosita. Nos tiene que despertar el amor por el ambiente y el mar, donde ocurren muchas historias, y poder ser más empático con el resto de los seres vivos”, resaltaron desde el ICB.

El historial de seguimiento de Rodocrosita indicó que en 1971 se trataba de un ejemplar que se movía en solitario pero luego en 1973 ya como madre iba acompañada con una cría. Se la vio nuevamente con crías en el territorio marítimo nacional en los años 1976, 1977, 1980, 1991, 1992, 1993, 1996, 1998, 2001 y 2022. Gracias a sus descendencia los especialistas especularon que se trata de una ballena de al menos 56 años, ya que esta especie tiene a su primera cría entre los 7 a 11 años

El regreso de una ballena es importante ya que permite conocer su vida, su estado de salud, su edad, y en el caso de ser hembras exitosamente reproductivas poder incorporar a sus crías en los catálogos.

Pero además de todo esto “aporta información biológica sumamente importante en cuanto a la conservación, ya que se contrasta con la información de otros individuos pudiendo identificar cuales son la áreas claves para las ballenas y cómo se puede proteger a la especie regulando las actividades que ocurren en esas áreas”, explicaron desde el centro de investigación.

 

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