“Mis hijas se fueron al cielo”: una familia de quinteros, devastada
Edición Impresa | 3 de Enero de 2023 | 01:53

La angustia y el dolor eran ayer las sensaciones dominantes en el casco de una quinta ubicada sobre la ruta 36, a la altura del kilómetro 62.
Allí, más de medio centenar de personas, entre ellas amigos, allegados y familiares, se reunió para despedir a las dos jóvenes hermanas que el pasado 1º de enero por la madrugada perdieron la vida en las inmediaciones de Ruta 2 y 520, en Abasto, luego de que la Ford Ranger en la que se trasladaban colisionara con una Land Rover, en la que viajaba una familia compuesta por un matrimonio y sus dos pequeños hijos, quienes resultaron con algunas heridas y contusiones de carácter leve.
Hasta no hace mucho tiempo, ese patio polvoriento que ayer hizo las veces de sala velatoria era el lugar en el que Yuli y Carla le daban rienda suelta a su imaginación y disfrutaban de largas horas de juego.
Quizás en los diálogos ficticios entre sus muñecas, fue que comenzó a gestarse en estas jóvenes, oriundas de la ciudad de Tarija, Bolivia, el deseo de estudiar juntas una carrera universitaria y, una vez recibidas, salir a conocer el mundo.
Sueños, más allá de la quinta
Si bien la mayor ya estaba embarcada en Licenciatura en Turismo en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNLP, el plan era que una vez que Carla terminara el secundario, ambas comenzarían Derecho. “Buenas hijas. Ambas eran muy aplicadas. No les gustaba mucho trabajar en la quinta. Se dedicaban a estudiar. Tenían tantos sueños y toda la vida por delante. Todavía no sé qué es lo que más voy a extrañar de cada una, porque aún no puedo creer lo que sucedió. Mis hijas se fueron al cielo”, contó entre lágrimas a este diario Javier, un padre devastado por la doble pérdida, que sufrió durante los festejos por el nuevo año.
Según expuso a este diario, entre ellos había un profundo respeto. Tanto es así que el día de la tragedia, la mayor le pidió permiso a su papá para salir a dar una vuelta junto a su hermana.
Jamás imaginó que aquella conversación que mantuvieron en la casa de su hermano sería la última vez que podría interactuar con ellas.
“Estamos viviendo la peor de las tristezas que puede tener un ser humano. La pérdida de un hijo destroza los sentimientos”, señaló el hombre mientras era consolado por su hermano.
Sobre las circunstancias en las que se produjo el accidente, Javier expuso que “de todo eso se encargará la Justicia”.
“No sé a ciencia cierta cómo fue que pasó todo. Algo me contaron y una idea tengo pero no puedo hablar de eso”, destacó. En ese sentido, el hermano del hombre fue enfático al señalar que en la esquina en la que tuvo lugar el accidente “deberían instalar un semáforo urgente”.
“No es la primera vez que en esa zona sucede un choque. Se entiende que es una ruta, pero el sector se ha urbanizado bastante y necesita ser tratado de otra manera”, reclamó el hombre.
Sobre el caso, ayer se conoció que el fiscal a cargo de la investigación ya elevó una solicitud a la compañía AUBASA para saber si puede contar con imágenes captadas por alguna cámara de seguridad, a fin de establecer cómo se desencadenó esta tragedia. Lo mismo con la Municipalidad local.
Los investigadores confían en que en estas filmaciones podrán hallar algunos indicios que permitan concluir que grado de responsabilidad tiene cada uno de los actores en la colisión.
De acuerdo al reporte oficial, el accidente ocurrió en horas de la madrugada del pasado domingo sobre ruta 2, a escasos metros de la intersección con la avenida 520.
Fuentes del caso señalaron que ese fue el epicentro del choque que involucró a una camioneta Land Rover negra, guiada por un empresario que fue identificado por la Policía como Alejandro Luciano Manoukian, de 44 años, y a una camioneta marca Ford modelo Ranger, en la que viajaban las víctimas fatales
A raíz del fuerte impacto, las hermanas Carla Karina Aramayo Aramayo (17) y Yuli Faviola Aramayo Aramayo (19), fallecieron prácticamente en el acto.
En tanto, David Samuel Tejerina Cazón (19), amigo de las jóvenes y quien iba al volante de la Ford Ranger, terminaría teniendo el mismo fatal desenlace minutos después en un nosocomio local al que fue conducido luego de ser retirado con signos vitales por los bomberos de entre los hierros retorcidos.
Sobre la familia se supo que la mujer y uno de sus hijos, con algunos golpes, fueron derivados a un sanatorio privado en el barrio porteño de Palermo.
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