Israel: más civiles toman las armas tras los ataques

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Por YEMELI ORTEGA

“Desenfunden, apunten, ¡fuego!”, grita un militar retirado a civiles israelíes antes de que resuene el estruendo en ráfaga.

Tras la reciente flexibilización legal para adquirir armas en Israel, miles de personas, traumatizadas por la masacre del brazo armado del grupo islamista Hamás, aprenden a disparar, muchas convencidas de que la paz no llegará.

“Academia Israelí de Antiterrorismo y Seguridad”, se lee sobre una reja con alambre de púas entre las colinas desérticas de Efrat, un asentamiento israelí en Cisjordania ocupada, en cuyo interior los estridentes disparos y el olor a pólvora inundan el ambiente.

Aunque es la primera vez en su vida que sostiene una pistola, a Moria no le tiembla la mano. Junto a esta madre de seis niños, una decena de israelíes -judíos religiosos, agricultores y programadores informáticos- toman una clase básica de tiro. El blanco al que apuntan: imágenes de milicianos palestinos encapuchados o armados.

“Quiero saber cómo se usa esta cosa, aunque espero no tener que usarla. Mi esposo está en el Ejército, estoy sola con los niños en la casa, debo protegerlos”, dice Moria mientras se ajusta la faja donde se adhiere la pistola, alrededor de su menudísima cintura.

Esta mujer de 39 años es habitante de una de las aldeas aledañas a la Franja de Gaza, donde más de mil milicianos de Hamás se infiltraron el último 7 de octubre para torturar, masacrar y secuestrar a israelíes, en un ataque que se combinó con el lanzamiento de miles de cohetes y ha dejado unos 1.400 muertos, 5.400 heridos, más de 200 secuestrados y otros tantos desaparecidos.

Las autoridades israelíes han definido esto como “la peor masacre de judíos ocurrida desde el Holocausto”, mientras las imágenes de cuerpos amarrados y calcinados, bebés mutilados, mujeres ejecutadas a quemarropa y ancianas raptadas han dejado un profundo trauma -e inclusive psicosis- en la sociedad.

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