Robo, tiros, persecución y fuga en La Plata: llaman al 911, pero ya era demasiado tarde

Un clan delictivo compuesto por cinco ladrones armados, asaltó de madrugada la casa de una pareja ubicada en 75 entre 16 bis y 17. Si bien la Policía llegó al lugar a los pocos minutos, no pudo evitar que se llevaran sus ahorros

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Una familia de Altos de San Lorenzo vivió durante la madrugada de ayer un verdadero calvario luego de que fueran sorprendidos por una banda de delincuentes armada y violenta, que además del salvaje atraco, terminó protagonizando una cinematográfica evasión por las calles de dicho barrio platense.

Tal fue el nivel de brutalidad con la que procedieron los ladrones, que el dueño de casa terminó recibiendo atención médica por los golpes y heridas que le causaron en sus miembros superiores y las contusiones que sufrió en varias partes del cuerpo, producto de los golpes que le propinaron.

En base a lo que pudo averiguar este diario, el hecho tuvo lugar alrededor de las 3.20 de la madrugada, cuando el matrimonio dueño del inmueble saboteado, se encontraba descansando en su vivienda ubicada en calle 75 entre 16 bis y 17.

Según precisaron fuentes oficiales, para evitar que sus rostros quedaran grabados en la retina de sus víctimas, de 27 y 28 años, los intrusos que ingresaron a la finca -4 de 5- ejecutaron todo el golpe con el rostro cubierto.

Si bien el caso es materia de análisis, por los indicios hallados en la propiedad, todo apunta a que los ladrones se valieron de una ganzúa para abrir la cerradura de la puerta principal.

Es sabido que en este tipo de golpes el efecto sorpresa es determinante para el éxito de la maniobra. No por nada el momento más elegido por los delincuentes es la noche, momento en el que la mayoría de las personas se encuentran indefensas.

Tomando desprevenidos a los damnificados, en cuestión de segundos logran hacerse con el control de la escena, anulándole cualquier posibilidad de las víctimas para escapar o pedir ayuda.

En esta oportunidad, pese a que los ladrones realizaron todas las maniobras necesarias para abrirse paso en la vivienda con sumo sigilo, esta receta no funcionó, porque los dueños de casa alcanzaron a percibir movimientos extraños dentro de su domicilio.

A partir de ese momento, la secuencia de hechos terminó adoptando el perfil de una película de terror.

Tanto la mujer como el hombre se levantaron de la cama y, se ubicaron detrás de la puerta de su dormitorio, en un intento por evitar que los sujetos ingresaran.

La suerte estaba echada para esta pareja. Era inminente el ingreso de los delincuentes, pero debían sostener la puerta por al menos un minuto, tiempo que le tomaría a la mujer para llamar al 911.

El dueño de casa soportó la embestida de uno. Luego, de dos que lo amenazaban con insultos y gritos. Para cuando un tercero se sumó a la acción de intentar derribar la puerta, la mujer había logrado dar aviso a la Policía de lo que estaba aconteciendo en su casa.

Con el objetivo cumplido no tenía más sentido demorar lo inevitable. El hombre abandonó su puesto de resistencia y un vendaval de violencia invadió el ambiente.

De pronto, su dormitorio se convirtió en una habitación de torturas.

Al hombre lo tiraron a la cama y en sus aposentos lo golpearon por casi un minuto. Golpes de puño, culatazos con arma de fuego y patadas. No se privaron de nada.

Acto seguido, con el terror sembrado en cada rincón del hogar, comenzaron a revolver la casa mientras exigían “dólares”.

Entre lágrimas y sufriendo una crisis nerviosa, la mujer les explicó casi balbuceando que debía ir a otro ambiente de la casa, en donde tenía guardados sus valores.

Sin piedad, uno de los sujetos la tomó del pelo y la condujo al lugar.

Pese a que entregó la totalidad de sus ahorros, los ladrones estaban convencidos de que los 400 dólares y los 300 mil pesos que recibieron en mano eran apenas un vuelto y que su víctima tenía oculta una suma mucho más abultada.

Justo cuando se disponían a iniciar una tortura despiadada contra los propietarios de la finca, los implicados escucharon un disparo, que provenía del exterior.

El llamado al 911 había surtido el efecto deseado y en cuestión de minutos se había hecho presente en el lugar un patrullero.

En la puerta de la casa permanecía un Ford Ka en el que se hallaba un quinto involucrado que estaba haciendo las veces de chofer. Aparentemente, este sujeto al advertir la presencia de la Policía fue quien avisó a uno de sus cuatro secuaces que la “cosas estaba a punto de complicarse” y que además de abortar la operación debían salir para fugarse.

En primera instancia salieron dos a ver qué sucedía y al ver que el patrullero se acercaba decidieron abrir fuego contra los policías. Con este disparo, las prioridades cambiaron. La misión ya no era exprimir a sus víctimas, sino intentar salir indemnes e impunes de la situación.

Luego de saltar una reja, los dos sujetos que quedaban en la casa se subieron al auto y fue en ese momento que se inició una demencial persecución, que abarcó varias cuadras de Altos de San Lorenzo.

En plena huida, los sujetos volvieron a gatillar contra el coche policial cuando los efectivos lograron posicionarse cerca. En ese marco, uno de los uniformados realizó dos detonaciones contra el Ford Ka. Pero el conductor, aparentemente experimentado en este tipo de escapes, no se intimidó y, tras realizar una serie de temerarias maniobras, cumplió el objetivo del clan. Ayer, al cierre de esta edición, continuaban buscándolos.

 

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