Nada justifica que miles de pasajeros aguarden horas el paso de un micro
Edición Impresa | 29 de Diciembre de 2023 | 02:19

En los últimos años y hasta varias décadas lo habitual ha sido que los pasajeros de las líneas locales de micros -como en la teoría del eterno retorno que postula una repetición cíclica de la realidad- cuando llegan los veranos y las temporadas altas de vacaciones tengan que pasarse horas en las paradas, esperando con estoicismo el paso de algún micro.
Aunque el motivo sería otro, ahora ese fenómeno se terminó de presentar en la Terminal de ómnibus de La Plata en donde crecen las colas, los reclamos y el enojo de miles de pasajeros por la baja frecuencia con la que pasan los micros interurbanos y salen en busca de sus destinos.
Tal como se detalló en la crónica publicada en este diario, en la Terminal platense la medida de las empresas de colectivos que operan en el AMBA, de reducir las frecuencias de los servicios a un 50 por ciento causó esas mismas consecuencias.
El panorama, al igual que anteayer era de largas colas, esperas eternas, embotellamiento de personas y hastío, sobre todo para los pasajeros que debían viajar a capital federal. En medio de la suba de la temperatura propia de la época, el calor contribuía a agudizar el hartazgo de los usuarios.
Una de las pasajeras que volvió ese día del barrio porteño del Once destacó que “empecé a esperar el micro a las 3 de la mañana en plaza Once y el colectivo que vino a La Plata recién salió a las 6”.
Desde la Asociación Argentina de Empresarios del Transporte Automotor se aseguró que la reducción de las frecuencias se adoptó como medida de protesta “por la suba de los combustibles y de los costos de mantenimiento de las unidades”, una definición que, por lo que pudo verse, debió ser absorbida por el universo de pasajeros.
La Provincia invocó por su parte que, con la quita de recursos de la Nación a la provincia a partir de 2024 “no se va a poder pagar el subsidio al transporte”. A su vez, desde Nación se citó a las cámaras empresarias a una reunión para estas horas.
Cada vez que en las últimas décadas se planteó el problema que puede surgir, como en esta oportunidad, de la brecha entre las tarifas y el costo de funcionamiento de las empresas de ómnibus, se señaló que el interés predominante debe estar enfocado en garantizar el servicio que debe brindarse a los pasajeros.
En muchas ocasiones anteriores, las empresas alegaron que las reducciones de servicio obedecían a la baja de la demanda, propia de los períodos de vacaciones. Tanto para esa eventualidad, como para todas las que puedan presentarse, debe ser enfatizado que el de los colectivos es un servicio público, tercerizado en su explotación y durante mucho tiempo subsidiado por el Estado, para que la rentabilidad le cerrara.
Las nuevas reglas de juego que podrán analizarse en los encuentros entre las partes involucradas, destinados a sopesar las distintas variables, no debieran apartarse de la premisa que las frecuencias de los viajes de las distintas líneas de micros debieran ser suficientes para todos los pasajeros e iguales a lo largo de los doce meses del año. Nada justifica que miles de personas deban aguardar horas para tomar un micro y llegar a sus destinos.
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