VIDEO. Sobrevivió a un campo de concentración en Italia durante la Segunda Guerra Mundial

Luiggi Stermieri sufrió las atrocidades del régimen nazi en Carpi, su ciudad natal. Tras el horror desembarcó en La Plata con su mujer Rina y su bandoneón. Se instaló en Altos de San Lorenzo con su familia, se hizo luthier y trabajó con grandes valores del tango

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Luiggi Stermieri es otro de los tantos italianos que llegaron a la Argentina en busca de una vida mejor desde una Europa de nuevo en guerra, tras sobrevivir a un campo de concentración nazi. Y terminó siendo La Plata su lugar en el mundo para desarrollar su pasión, la música. Tocaba acordeón pero se hizo luthier y se codeó con grandes valores del tango, como Aníbal Troilo o Astor Piazzolla.

Toda una historia de vida de esfuerzo y superación. Nació un 18 de mayo a principios del siglo XX en la bonita y pequeña ciudad de Carpi, que actualmente tiene 71.000 habitantes y se encuentra al norte de Italia, en la provincia de Módena. Integraba una familia con cinco hermanos. La realidad no era fácil tras las miserias que dejó la Primera Guerra Mundial; las cuentas apretaban y había muchas bocas que alimentar . Luiggi creció y siempre mantuvo su amor por la música, hasta en los momentos más difíciles, según transmitió en familia hasta sus últimos días de vida en nuestra ciudad.

 

Toda la vida se dedicó a escribir, a tocar el acordeón a piano o cromático o a reparar instrumentos, sobre todo bandoneón y acordeón. Empezó a componer a los 12 años”

Jorge
Nieto de Stermieri

 

En 1939 llegó la Segunda Guerra Mundial, que duró hasta 1945. Alemania invadió Polonia. Todo el territorio europeo y las grandes potencias mundiales, como Estados Unidos, se vieron involucradas. El conflicto bélico se cobró la vida de más de 70 millones de inocentes.

Y Luiggi pudo ser uno de ellos. Lo tomaron como prisionero a principios de 1944 en el campo de concentración que armaron el fascismo italiano y el nazismo alemán en la localidad de Fossoli, Carpi. En agosto de ese año, cuando la guerra terminaba, fue una de las 17 personas que lograron sobrevivier a ese horror. Un pasado lleno de atrocidades que le dejó heridas y por eso buscó nuevos horizontes.

Sus seis nietos -entre otros familiares- son los que mantienen viva la memoria de este italiano que pasó por los duros golpes de la vida, el escarnio del conflicto bélico desde un campo de concentración y aún así, pese a todo, siempre mantenía la sonrisa.

RINA, SU MUSA

Fue la música la que, a pesar de las tristezas, lo acercó a Rina, el amor de su vida. “Iba de puerta en puerta, en bicicleta con su acordeón y le tiraban unas moneditas por animar a las familias”, recordó su nieto platense, Jorge. En una de esas tardes se la cruzó, regresó a su casa, tomó papel y lápiz y volvió a buscarla pero, esta vez, con una sorpresa. Le entregó en la mano la partitura de “Vestido rosa”, la canción que compuso en el mismo momento en que la conoció y se enamoró.

‘La nonna’ era, en las palabras de su nieto: “La mujer de un bohemio. Detrás de todo había un motor que era ella”. Se encargaba de todo en la casa “porque poco podía durar la plata en la cabeza de un artista”.

La familia Stermieri arribó a La Plata por esas cosas del destino. La economía estaba cada vez peor en su Italia natal. Su amor a la música le hablaban en un oído y en el otro, escuchaba resonar las dificultades monetarias que había dejado la guerra en el país europeo.

Luiggi y Rina habían elegido ir a Australia pero, el día en que iban a comprar los pasajes en barco, recibieron una carta de la hermana de Luiggi, doña Lara, quien ya vivía en nuestra ciudad. En esa misiva, le aconsejó: “Si estás pensando en irte, vení”.

Luiggi Stermieri y sus postales familiares ya instalados en nuestra ciudad: mujer, hijos, nietos. Y su acordeón / libro “Música del alma”

Fue lo que necesitaba para decidirse. Salió en busca de los boletos con otro destino muy diferente al original, al que iban a llegar en el barco “Santa Fe”, uno de los que hacía los extensos y cansadores viajes de un continente a otro, cruzando el océano.

La familia abordó la embarcación en el Puerto de Génova. Solo traían esperanzas y él, su amado acordeón. “Duró por lo menos un mes el trayecto, en la bodega de la tercera clase donde viajan los empobrecidos por las miserias de la guerra”, describió Jorge Stermieri, su nieto y primer nacido en Argentina de la familia -su padre era italiano y su madre es española-.

En aquellos tiempos, los inmigrantes hablaban de “ir a hacer la América”. Había “tierras prometidas” y podían llegar a Estados Unidos, Brasil o Argentina, por mencionar algunos destinos. Eligieron el último.

De hecho, Luiggi desembarcó con “pasaporte de agricultor” en octubre de 1954, porque era el oficio que se buscaban en estas tierras. Pero supo en su interior - y luchó por eso- que su vida era dedicarse a la música: compositor y afinador. “Vino queriendo trabajar de lo suyo. Su pobreza (en Italia) tenía que ver con la guerra pero también por su oficio”.

“Él no quería entregarse. Quería vivir de eso”, mencionó su nieto con emoción.

Uno de los primeros recuerdos del hijo de Luiggi, Franco, describía cómo era la situación económica en Italia y se emocionaba al rememorar cuando bajaron del barco y les dieron de comer “un sandwich de jamón crudo” en el puerto de Buenos Aires. En ese contexto, con días interminables rodeados de mar y el hambre que castigaba en todo el mundo, ese bocado era oro en polvo.

DESEMBARCO

La llegada a La Plata se hizo esperar un mes. Desde Buenos Aires a la capital de la Provincia arribaron en “uno de los primeros ómnibus”. Su hermana lo esperaba para abrirle la puerta de su casa, donde la familia vivió un tiempo hasta que pudo comprarse su pedacito de tierra, a una cuadra. Altos de San Lorenzo había ganado un vecino y músico, pero aún era temprano para saberlo.

Se instalaron en 72 entre 25 y 26. Su primer trabajo fue en la fábrica Minoli -que años más tarde se convirtió en Indeco- pero no duró mucho allí.

Al año siguiente de llegar, en 1955, ya estaba trabajando de luthier. La primera parte de ese sueño estaba cumplido.

Su otro hijo, Juan Carlos, tenía en esa casa de 72 una carpintería que luego sería un emblema platense: la primera en fabricar puertas plegadizas. Detrás, Luiggi había armado un taller donde trabajaba con sus amados instrumentos. Jorge, para ese entonces, pasaba todas las tardes con su abuelo, escuchando sus historias, enseñanzas, acompañándolo a todos lados.

Gracias a su sabiduría musical y a que tenía el don del oído absoluto, se hizo conocido en La Plata y en capital federal. Aníbal Troilo, Astor Piazzolla son solo algunos de los protagonistas de esa época dorada del tango que iban a buscarlo: “Sólo dejaban que él toque sus instrumentos”. Luiggi y Jorge muchas veces tomaron el tren del exRoca para ir a arreglarlo directamente a los hogares o estudios donde grababan esos dos grandes, entre otros, del 2 por 4.

Además, cuenta el nieto que era el único en esos tiempos para afinar el órgano de la Catedral platense. “Toda la vida se dedicó a escribir, a tocar el acordeón a piano o cromático o a reparar instrumentos, sobre todo bandoneón y acordeón. Empezó a componer a los 12 años”, detalló Jorge, con orgullo de nieto.

Luiggi siempre recordó su tierra natal. Pero volvió una sola vez, durante dos meses, gracias a un gesto de Juan Carlos, otro hijo: le compró la casa “aunque luego la heredaría” y le dio el dinero para que pase ese tiempo con mucha felicidad. “Nunca se olvidó de Italia aunque él ya se consideraba muy platense. Pasó 46 años en la Ciudad. Siempre decía que era la tierra de sus nietos”, afirmó Jorge.

Fue Jorge quien escribió el libro “Música del Alma” en honor a su abuelo y quien sueña con “ver plasmada la historia del nono en una película”.

Vivió la mitad de su vida en Carpi y la otra mitad en La Plata. Falleció en su casa de Altos de San Lorenzo, a los 93 años, rodeado de amor, recuerdos y logros que se llevó con él, como el de afinar instrumentos con ese oído absoluto, para pocos en la música.

Luiggi Stermieri

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