El delito no da respiro a vecinos y a visitantes del Parque Ecológico

El informe publicado ayer en este diario, revelador de que en el Parque Ecológico ubicado entre Villa Elisa y City Bell la inseguridad sigue siendo una realidad preocupante desde hace mucho tiempo –acentuada ahora por la presencia de bandas de menores que no sólo asaltan a los visitantes y a vecinos, sino que, además, tendrían en ese lugar un “aguantadero”- contiene elementos representativos de lo que ocurre en toda la Región acosada por una ola delictiva que no da respiro a la población.

El primero de ellos tiene que ver con la acción de los vecinos, que no sólo denuncian los delitos que se registran tanto en el interior como en el exterior del predio –un paseo de relevantes cualidades, que merecería una mayor vigilancia y prevención- sino que además ofrecen precisiones tales como la existencia de un nuevo grupo de menores que integran la llamada “banda de los senderos”, además de otros datos aportados también a las autoridades.

“Antes había una sola banda de pibe que se dedicaba principalmente a asaltar a los visitantes que recorrían, por ejemplo, los senderos internos del Parque” dijeron vecinos del barrio, para advertir que “ahora hay otra que se mueve por los fondos del predio y que hasta montó un aguantadero dentro del Ecológico”.

Los vecinos precisaron también el radio de acción en donde los menores cometen delitos en las cercanías del predio. También detallaron que en la parte trasera del Parque se pueden encontrar elementos que los menores descartan de sus robos, como autopartes, plásticos de motos, valijas con ropa o cables de los tendidos aéreos.

Señalaron asimismo que los frentistas cercanos al parque están analizando contratar algún sistema de alarma vecinal o crear grupos de WhatsApp, para contar así con medios de defensa. También dijeron haber hecho reclamos a la Municipalidad, de la que depende el Parque, sin obtener respuestas positivas.

Como puede verse, saltan aquí –como en la mayoría de las distintas zonas de la Región- elementos comunes a la inseguridad existente: falta de prevención por parte del Estado, inacción policial y, en contraste y al mismo tiempo, una abierta disposición de los vecinos para ofrecer indicaciones precisas que, de ser atendidas, podrían servir para prevenir en gran medida el accionar delictivo que los aflige.

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Desde luego que son los organismos del Estado –aquí, básicamente, la Policía bonaerense y la Comuna, esta última en su condición de administradora del lugar- los que debieran revertir esta situación e impulsar tareas de vigilancia y prevención de los delitos, que forman parte de las funciones básicas de toda administración gubernamental. Para ello debiera la fuerza policial desplegar mínimas tareas de inteligencia barrial que, por lo visto, tampoco efectúa.

Lo cierto es que resulta ser muy precaria, cuando no inexistente, la tarea policial de preservar la seguridad. Y tal omisión cuenta, además, con el agravante de que los distintos vecindarios vienen haciéndose cargo de ofrecer a las autoridades datos y referencias que podrían ser muy útiles. Sin embargo, ese espíritu de colaboración, esa predisposición elogiable de los pobladores, tampoco es aprovechada por los organismos del Estado.