Estudiantes no tuvo lucidez y se quedó con un empate ante Bragantino con sabor a poco

La Copa Sudamericana no siempre le trae buenas noticias a Estudiantes de La Plata. Ahora, luego de una fase de grupos casi perfecta, le tocó definir el primer puesto con uno de los pocos rivales brasileños que jugó esta competencia con ganas. Bragantino se plantó en La Plata con todas sus ganas y, con armas nobles, se llevó un empate 1-1 que lo dejó con un pie y medio en los octavos y el Pincha mirando de reojo el repechaje con un tercero de la Libertadores.

Lo mereció el dueño de casa, por el empuje del final. Pero la verdad es que tampoco jugó un partido como en los últimos partidos. No tuvo la astucia ni las luces encendidas en los metros finales de la cancha.

Esos tres goles de diferencia que lleva el equipo brasileño parecen ser determinantes, teniendo en cuenta que en la última fecha ambos jugarán como locales con los rivales que están eliminados y sería muy raro que no ganen por buena diferencia. Deberá masticar bronca, esperar un milagro o medir sus fuerzas contra un rival de la principal competencia. Nada se terminó anoche.

En el primer tiempo se vio una versión poco vistosa de Estudiantes, que estuvo incómodo en casi todos los sectores del campo de juego, falto de lucidez en ofensiva y un par de errores defensivos poco acertados para un partido de esta envergadura. Nunca le encontró la vuelta al esquema rival, que lo atacó con tres delanteros y haciendo muy poco frecuente el avance de los laterales.

Estudiantes empezó y terminó mal ese primer período. En los 15 minutos iniciales casi que estuvo encerrado adentro de su área y en el minuto final vio como un pelotazo frontal sin peligro se convirtió en gol de Eric Ramires. Falló Luciano Lollo, casi como la semana pasada Leo Godoy. Se durmió y la pelota la robó el uruguayo Thiago Borbas para ceder al centro: pisando la medialuna el volante le pegó un preciso derechazo con la parte abierta del botín para clavar el 1-0.

El Pincha manejó un poco mejor la pelota en el medio de los dos extremos. Tuvo un par de recuperaciones de Benjamín Rollheiser que pudieron terminar en algo mejor. No tuvo la audacia del viernes anterior para probar desde afuera del área y eso le fue quitando presencia, ante un rival que corrió muchísimo más y siempre se replegó o avanzó para ser un rival corto y con superioridad numérica donde le tocara jugar el partido.

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Lo más peligroso fue un remate de Rollheiser y un tiro libre de José Sosa, que pasaron por encima del travesaño de Cleiton, el arquero que en Sao Paulo le había sacado un gol cantado a Mauro Boselli, que anoche mostró la misma versión apagada que ante Barracas Central. A

Además de mostrarse incómodo, el Pincha no supo cómo adaptarse al arbitraje del peruano Kevin Hayo, que en sus primeros pitazos ya puso nervioso al público, al banco de suplentes y a todo el plantel albirrojo. Fue un ensayo muy extraño de su parte pero le sirvió para jugar su partido.

No hubo una sola aproximación real de peligro en ese período, en el cual los dos equipos se examinaron y jugaron como un partido de ajedrez, que se rompió en la última jugada con un gol que nadie imaginaba y no estaba en los planes. Un gol que marcó un quiebre y cayó como un baldazo de agua fría en una noche húmeda y destemplada.

En el complemento Eduardo Domínguez rompió la línea de cinco del fondo y apostó por el ingreso de Fernando Zuqui para ganar el mediocampo, donde estaba siempre en inferioridad numérica. Aun así el equipo siguió impreciso, mal con la pelota y con una sorprendente anemia ofensiva. Esta vez a Boselli le faltó un compañero o las subidas de los laterales. El delantero no se parece todavía al de la versión pre lesión.

El partido se emparejó a los 17 con un penal de Juninho Capixaba, que tocó la pelota con la mano antes que Boselli. La jugada fue advertida por el VAR: penal y doble amarilla para el defensor brasileño. El 1-1 anotado por Benjamín Rollheiser, varios minutos después de la sanción, trajo algo de paz y volvió a poner en partido al Pincha, ahora a un gol de la clasificación.

Pero ni siquiera con un jugador de más y con el empuje que le dio el empate pudo meter a su rival en el área. Es verdad que Bragantino se retrasó y casi no pateó al arco y pocas veces pudo patear el arco de Andújar. Pero en el momento que parecía arrinconarlo desde la tribuna tiraron dos encendedores y el arquero rival demoró lo que pudo la reanudación del juego.

Domínguez probó con Guido Carrillo junto a Boselli y más tarde con Matías Godoy, sacando jugadores de la mitad de cancha como Ascacibar y Sosa. Hizo todo como para abrir la cancha pero esta vez sus intérpretes no leyeron bien lo que convenía. Y así se fueron pasando los minutos y apagando el sueño del gol que le diera el pasaporte a los octavos de final.

El Pincha estiró a 16 sus partidos sin perder pero anoche el invicto no lo celebró nadie