El viaje a Trujillo, la cuna de la extorsión en Perú

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En la penumbra, el coronel Víctor Revoredo, pistola en mano, coordina el despliegue policial frente a su objetivo: una casucha donde cree que está “Cortadedos”, el extorsionador más buscado en Trujillo, en el norte de Perú. Encaramados en el techo de la vivienda de enfrente, tres uniformados vigilan la escena. “Aquí vive el ‘Cortadedos’”, susurra Revoredo, jefe de una unidad especial que combate la extorsión en esta ciudad de poco más de un millón de habitantes. Fue en Trujillo, en 2006, donde las bandas comenzaron con el chantaje violento, a partir del cobro de un “cupo” a los transportistas, comenta el exministro de seguridad Ricardo Valdés. Hoy “la extorsión se ha masificado y en estos momentos se ha convertido en la principal fuente de ingreso para las bandas criminales”, precisa el también investigador. Sus víctimas ya no son solo las grandes ricos o empresas, sino también el mercado de bienes y servicios de las periferias urbanas, donde impera la informalidad y la presencia estatal es débil. Comercios, mototaxistas y colegios... nadie escapa a los tentáculos de la extorsión.

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