Rayuela: la génesis del libro, a 61 años de la publicación de Cortázar
Edición Impresa | 18 de Febrero de 2024 | 06:21

En el vasto universo de la literatura, algunos libros no solo cuentan historias en sus páginas, sino que también albergan una trama secreta en su proceso de publicación. Uno de estos ejemplos paradigmáticos es “Rayuela” de Julio Cortázar, una obra que no solo desafió las convenciones literarias, sino que también revela una intrincada historia detrás de su llegada a las manos de los lectores.
“Rayuela”, una novela que invita a los lectores a saltar y saltear capítulos, desafiando la linealidad predecible, es, entre otras cosas, un testimonio literario sobre la tarea y las potencias de la edición. El texto despliega un montaje que tiene un papel protagónico, llevando a los lectores a explorar el París de Cortázar que se entrelaza con su Buenos Aires natal. Detrás de esta obra que desafía las normas y busca un orden secreto, se esconde la figura clave de Francisco “Paco” Porrúa, el legendario editor argentino de Sudamericana y Minotauro.
El devenir de “Rayuela” desde su brumosa incepción hasta su entrada a imprenta puede rastrearse en las misivas de Cortázar a Porrúa, incluidas en “Cartas. 1937-1963. Ida y vuelta”. Estas cartas, que cruzan el Atlántico desde la capital francesa donde Cortázar estaba arraigado desde los tempranos años 50 hasta el Río de la Plata, revelan los entresijos de un proceso creativo único.
En agosto de 1960, Cortázar confiesa por correo a Porrúa las contingencias y la fragilidad de su obra en curso: “Un día le pediré que lea lo que estoy haciendo ahora, y que es imposible de explicar por carta, aparte de que yo mismo no lo entiendo”.
La narración, según sus propias palabras, se convierte en una especie de almanaque, una obra que se construye desde múltiples ángulos, desafiando las convenciones literarias y jugando con la estructura.
NO CORREGÍA MUCHO
Aurora Bernández, la compañera más fiel de Cortázar y su primera lectora de “Rayuela”, revela que el autor no corregía mucho, pero sus cartas conformaban su autobiografía más directa. La colaboración entre Cortázar y su editor Porrúa se vislumbra como una simbiosis perfecta. Bernández afirma que las cartas reunidas de Cortázar eran esenciales para entender la evolución de la obra y constituían una autobiografía indirecta del autor.
En enero de 1962, Cortázar reflexiona sobre los aspectos axiológicos de “Rayuela”, destacando la denuncia de la inautenticidad de las vidas humanas y la ironía frente a la seriedad filosófica.
La obra se convierte así en un desafío a las convenciones, una crítica a la seriedad ontológica que prevalece en la literatura argentina.
“Rayuela” no es solo una novela, es un lunático mapeo donde convergen las obsesiones de Cortázar: lo que está fuera de la norma y la búsqueda de un orden secreto. La maquinación de la novela, que llevó tres años estructurar, fagocita y disemina el conocimiento reinante en artes y ciencias, neutralizando antagonismos estéticos y ambigüedades políticas.
La novela está sembrada de correspondencias en ambas acepciones, supersticiones, sincronizaciones y fetiches arbitrarios. Las enumeraciones hipnóticas, las alusiones tanto altas como bajas, los ataques poéticos frenéticos y las bajadas de línea anacrónicas pero cautivadoras dan forma a una obra que supera las convenciones literarias contemporáneas. Cortázar y Porrúa, una alianza que trasciende lo editorial para convertirse en una colaboración artística, encuentran en la obra una ardiente pasión.
En octubre de 1962, Cortázar expresa en una carta a Porrúa que la manera de entender “Rayuela” por parte del editor le devuelve el libro ya liberado de sí mismo, como un espejo que refleja la imagen objetivada pero idealizada de su íntimo mandala.
Editorial: Sudamericana
Páginas: 728
Precio: $ 25.699
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