Preocupante retroceso de las universidades del país en un ranking mundial

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La caída de varias posiciones de las universidades de nuestro país con respecto a la medición anterior en un conocido sondeo internacional que fue reflejado por este diario -en el que la Universidad Nacional de La Plata figuró en el segundo puesto a nivel nacional después de la Universidad Nacional de Buenos Aires, y 15° entre las de Latinoamérica- habla de un retroceso que debiera preocupar.

El fenómeno respondería a una caída del financiamiento general de esas sedes, en relación con lo ocurrido con otras casas de altos estudios en el extranjero, según se señaló en el informe anual del Center for World University Rankings (CWUR), que cada año elige a las 2.000 mejores del planeta.

En este grupo alcanzan a figurar unas ocho universidades argentinas, entre ellas la de La Plata (figura en el lugar 732, cuando en el sondeo anterior estaba en el puesto 638), detrás de la de Buenos Aires que quedó en el orden 390 cuando antes figuraba en el 382.

Un dato no menor del ranking 2024 es que todas las instituciones argentinas que figuran en él son estatales. Detrás de la UNLP se ubican las universidades nacionales de Córdoba (974), Rosario (1.517), el Litoral (1.675), Cuyo (1.747), Mar del Plata (1.763) y del Sur (1.895). Todas ellas cayeron varias posiciones con respecto a la medición anterior.

Según se informó, la medición de CWUR otorga un peso mayor a la investigación, especialmente la publicada en revistas anglosajonas. Eso contribuye a explicar la baja ubicación de las universidades argentinas y latinoamericanas.

Las instituciones locales vienen cayendo en ediciones previas: el escenario no es nuevo, pero podría profundizarse en un contexto de recorte presupuestario, añade. La problemática no es solo económica, más aún, tiene que ver con las prioridades que se fijan las mismas casas de estudios. En La Plata, la UNLP invierte importantes recursos en la educación de extranjeros, que luego retornan a sus países de origen y a los que no solo les da enseñanza gratuita sino otros beneficios, como las comidas a un dólar. Por otra parte, las facultades son propietarias de fundaciones que trabajan para terceros, usando elementos de las facultades sin que hayan dado a conocer los balances de estas entidades.

A nivel mundial el ranking es liderado por universidades de habla inglesa: Harvard, el MIT, las universidades de Stanford, Cambridge, Oxford, Princeton, Columbia, Pennsylvania, Yale y el Instituto de Tecnología de California encabezan el top 10.

No es el momento ahora de volver a mencionar y analizar los distintos factores que inciden en este fenómeno, que por cierto, no son sólo de orden presupuestario. Sí de recordar que similares retrocesos se vienen advirtiendo en pruebas educativas internacionales en los niveles de educación primaria y secundaria de la Argentina, con muy bajos resultados en matemática, lectura y comprensión de textos.

Frente a este cúmulo de evidencias objetivas, de nada vale disimular la existencia de ellas. Ante un mundo cada vez más competitivo y demandante, sólo corresponde poner manos a la obra para reconstruir a la educación en la Argentina, en una materia en la que nuestro país fue ciertamente vanguardia en el mundo.

A principios de la década pasada, la profesora en Filosofía y Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de La Plata, María Celia Agudo de Córsico, que enseñó durante años en universidades de Estados Unidos y Francia y otros países, luego guardasellos de la UNLP, había advertido en una entrevista en este diario que en materia de educación en nuestro país “no es un prejuicio decir que todo tiempo pasado fue mejor”, y que había que reaccionar.

Agregó que “la Argentina disfrutó de un sistema educativo accesible, de gran calidad y excelencia, que ubicó al nuestro entre los mejores países del planeta. Es indudable que el gran motor de aquella magnífica educación pública fue Sarmiento. En Sarmiento tuvimos un personaje genial, pero hay otros dos hombres que deben ser recordados. El primero de ellos Belgrano, que fundó escuelas y fundó nada menos que un concepto educativo. El otro fue Avellaneda, que completó la obra de Sarmiento. Una ante ellos se siente débil y, sobre todo, culpable”.

Es de esperar que las autoridades y la sociedad entera de nuestro país comprendan lo que significa contar con un sistema educativo eficiente, accesible a todas las personas, sustentable y competitivo. De volver a lograrlo, en menos tiempo que lo imaginado nuestro país recuperaría su pujanza económica y su mejor identidad.

 

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