VIDEO. Basta: se debe poner fin a los asesinatos al volante

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Nada menos que ocho muertes fueron producto de los mal llamados accidentes de tránsito en los 26 días transcurridos del presente mes de agosto. Desde el primero de enero son 37 las vidas que se han perdido por ese motivo en el Gran La Plata.

Lo cierto es que no pueden ser denominados accidentes ya que en general son consecuencia de conductas delictivas; no debe calificarse de otra manera el cruce de una calle en la que brilla la luz roja del semáforo o conducir a una velocidad excesiva, situaciones que se producen durante las horas de la noche cuando la vigilancia es menor.

En estas circunstancias resulta ridícula la sugerencia de realizar campañas de educación vial. Corresponde, de una vez por todas, que cesen las diferencias entre las sanciones penales para quienes matan con un automóvil de quienes lo hacen con un arma.

Los infractores aun cuando no causen muertes o heridas deben recibir multas mayores, que se apliquen, y que ante la falta de pago se accione judicialmente. Por otra parte, la violación de las normas en esos dos aspectos debe significar en la primera vez una suspensión del registro de conductor y ante la reiteración de esas faltas graves, una prolongada inhabilitación. A la tercera, suspensión definitiva de la autorización para conducir automotores.

Todo en base a un mayor control y la puesta en movimiento de todos los agentes municipales de La Plata, Berisso y Ensenada encargados de esta tarea preventiva. Además, es necesario verificar el funcionamiento de las cámaras que filman y miden la velocidad en la que transita un vehículo o la falta de respeto a un semáforo.

No hay ningún motivo para que quien asesina con un auto tenga sanciones diferentes a quienes utilizan un arma para cometer un homicidio. Este mes se han perdido más vidas en el Gran La Plata por la desaprensión de los conductores que por la violencia ejercida con la finalidad de robar.

Los habitantes de esta Región sufren las consecuencias de una situación inadmisible causada por la falta de control como por la permisividad y la levedad de las sanciones que, como se ha dicho, son casi meramente simbólicas. Y vale la pena repetir: no hay diferencia en el hecho de matar con un automóvil a hacerlo con un arma. La cuestión es que los que asesinan con el auto tienen más relaciones y mejores abogados de quienes matan cometiendo un robo. Esa es la diferencia.

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