Las temibles consecuencias de un posible choque del asteroide Bennu contra la Tierra: "Invierno global"

El asteroide Bennu empieza a revelar sus secretos gracias al estudio de muestras preservadas de toda contaminación terrestre, que muestran la presencia de minerales y aminoácidos indispensables para la aparición de la vida, según dos estudios publicados recientemente. Pero también genera preocupación en la comunidad científica ya que advierten que si chocara con nuestro planeta en el futuro, la roca espacial podría causar daños globales sustanciales, aunque sea una fracción del tamaño del asteroide que acabó con los dinosaurios.

Los astrónomos estiman que Bennu tiene una probabilidad de 1 entre 2.700 de afectar a la Tierra en septiembre de 2182, lo que equivale a una probabilidad del 0,037 %. Pero de todas formas encienden alarmas en cuanto a las consecuencias de un posible impacto.

Es que los investigadores utilizaron modelos climáticos y la ayuda de la supercomputadora Aleph en el ICCP para ejecutar diferentes escenarios para una colisión de tipo Bennu con la Tierra, centrándose en gran medida en los efectos de inyectar de 100 a 400 millones de toneladas en la atmósfera terrestre. Los resultados mostraron disrupciones dramáticas en la química atmosférica y el clima de nuestro planeta dentro de los tres o cuatro años posteriores al impacto del asteroide. Así hablaron de un "invierno de impacto global".

Al principio, el impacto crearía un cráter poderoso y haría que el material salpicara el aire cerca del lugar del impacto. La colisión generaría una poderosa onda de choque y también terremotos, dijo Dai. Grandes cantidades de aerosoles y gases liberados por el impacto podrían ascender a la atmósfera, alterando el clima de la Tierra con efectos persistentes, dijo.

Si Bennu golpeara el océano, provocaría tsunamis masivos y lanzaría grandes cantidades de vapor de agua al aire. Estos eventos podrían causar un agotamiento global de la capa de ozono en la atmósfera superior que podría durar años. “Los aerosoles activos para el clima, como el polvo, el hollín y el azufre, podrían contribuir a un enfriamiento de varios años después del impacto”, dijo Dai en un correo electrónico. “A diferencia del enfriamiento provocado por los aerosoles, los gases de efecto invernadero, como las emisiones de dióxido de carbono, podrían causar un calentamiento a largo plazo”.

El escenario más intenso, en el que 400 millones de toneladas de polvo se arremolinan en la atmósfera terrestre, conduciría a un “invierno de impacto” global, o un período de temperaturas frías, reducción de la luz solar y disminución de las precipitaciones.

Las partículas de polvo elevadas en el aire absorberían y dispersarían la luz solar, impidiendo que llegara a la superficie de la Tierra. La falta de luz solar haría que las temperaturas globales bajaran rápidamente hasta 4°C. Y a medida que las temperaturas globales se desplomaran, las precipitaciones podrían caer hasta un 15% porque se produciría menos evaporación en el suelo, según mostraron los resultados del estudio. La capa de ozono también podría agotarse hasta un 32%, de acuerdo con el estudio. Y dependiendo de dónde se produjera el impacto, los efectos podrían sentirse aún más severamente a nivel regional, señalaron los autores del estudio.

“Nuestros resultados muestran que las partículas de polvo con una vida atmosférica de hasta 2 años podrían causar un ‘invierno de impacto’ global durante más de 4 años después del impacto”, dijo Dai. “El abrupto invierno de impacto proporcionaría condiciones climáticas desfavorables para el crecimiento de las plantas, lo que provocaría una reducción inicial del 20-30% de la fotosíntesis en los ecosistemas terrestres y marinos. Esto probablemente causaría disrupciones masivas en la seguridad alimentaria global”.

Qué se sabe del asteroide Bennu

El asteroide, que contiene los componentes básicos de la vida, de acuerdo con estudios recientes de muestras devueltas a la Tierra por la misión OSIRIS-REx de la NASA, es una roca espacial de tamaño mediano que alcanza unos 500 metros de diámetro. Se calcula que el asteroide que chocó contra la Tierra hace 66 millones de años y provocó la extinción de los dinosaurios tenía unos 10 kilómetros de diámetro y fue el último gran asteroide conocido en impactar contra el planeta.

La nave espacial Osiris-Rex de la NASA recolectó en 2020 120 gramos de regolito, una capa de polvo y grava, del asteroide, que se encontraba entonces a 300 millones de kilómetros de la Tierra. La nave dejó caer en 2023 a la Tierra su valiosa carga en una cápsula bien sellada, lo que ha permitido a los expertos estudiar esta materia sin riesgo de contaminación atmosférica.

Un primer análisis rápido había confirmado la presencia de "cristales de agua y carbono, dos de los elementos en el origen de la vida", dijo con entusiasmo Bill Nelson, administrador de la NASA. Pero Bennu alberga en realidad muchos más compuestos que los que se encuentran en la Tierra.

La diversidad de las materias orgánicas identificadas en las muestras "es incompatible con la biología terrestre", según un primer estudio publicado en Nature Astronomy y dirigido por el astrobiólogo de la NASA Daniel Glavin y su colega astroquímico Jason Dworkin. Las muestras incluyen sin embargo aminoácidos: catorce de los veinte útiles para las proteínas en las formas de vida en la Tierra, así como las cinco bases que permiten constituir el ADN y el ARN de todo ser vivo.

Un descubrimiento que refuerza los argumentos de los defensores de la teoría de que la vida no pudo surgir en la Tierra sin un aporte extraterrestre. El análisis también reveló la presencia de aminoácidos muy raros o inexistentes en el planeta azul, y miles de formas de compuestos nitrogenados.

El "padre" de Bennu

La cuestión de la creación de Bennu sigue en suspenso, pero no su origen, que se debe buscar en el "padre" de Bennu, según el segundo estudio publicado en Nature. El asteroide, un verdadero cúmulo de escombros, se habría formado hace menos de 65 millones de años, a partir de al menos un astro mucho más masivo, cuyo origen se remonta a los primeros tiempos del sistema solar, hace unos 4.500 millones de años.

"Ahora sabemos que los ingredientes brutos para la vida se combinaban de maneras interesantes y complejas dentro del padre de Bennu", según Tim McCoy, conservador de la colección de minerales del Museo Nacional de Historia Natural de los Estados Unidos y principal autor del estudio, citado por su institución.

El estudio, que ha reunido una multitud de laboratorios internacionales, anuncia el descubrimiento de sales minerales, -compuestos inorgánicos igualmente esenciales para la vida-, nunca antes observados en muestras extraterrestres. Su presencia se explica por la evaporación de bolsas de agua que contenía el asteroide padre de Bennu. Ese es un punto crucial subrayado por el profesor Yasuhito Sekine del Instituto de Ciencia de Tokio, en un artículo que acompaña los trabajos publicados en Nature.

El agua del asteroide "habría contenido compuestos orgánicos e inorgánicos que habrían sufrido reacciones para formar moléculas biológicas", indispensables para la aparición de la vida. Y estas reacciones "podrían haber sido inducidas por la evaporación del agua intersticial", escribe Sekine. El resultado fue la formación de salmueras similares a las costras de sal que se encuentran en los lagos secos de la Tierra.

Las muestras de Bennu contienen por ejemplo seis minerales que se encuentran en el lago seco Searles, en California. 

asteroide bennu consecuencias

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE