VIDEO. A 56 Años de un salto gigante, la Luna sigue fascinando y generando la misma pregunta: ¿Neil Armstrong la pisó?
| 21 de Julio de 2025 | 08:35

Ayer se cumplieron exactamente 56 años de un hecho con el que la humanidad dio un paso que redefinió los límites de lo posible. El 20 de julio de 1969, el módulo lunar Eagle de la misión Apolo XI se posaba sobre la superficie de la Luna, marcando el clímax de una vertiginosa carrera espacial y grabando un capítulo inolvidable en la historia de nuestra especie.
El mundo entero contuvo el aliento frente a sus televisores mientras Neil Armstrong, con su célebre frase "un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad", se convertía en el primer ser humano en pisar un cuerpo celeste. Minutos después, su compañero Edwin "Buzz Aldrin lo seguiría. Arriba, orbitando el satélite, Michael Collins permanecía en el módulo de mando, completando la tríada de héroes que llevaría a cabo esta proeza sin precedentes.
La Previa: una Carrera Sin Cuartel y Sueños de Grandeza
La llegada a la Luna no fue un evento aislado, sino la culminación de una década de intensa competencia y desarrollo tecnológico sin precedentes: la Carrera Espacial. Impulsada por la rivalidad ideológica y militar entre Estados Unidos y la Unión Soviética, esta contienda transformó la ciencia ficción en una realidad inminente.
Todo comenzó el 4 de octubre de 1957, cuando la URSS lanzó el Sputnik 1, el primer satélite artificial en orbitar la Tierra, desatando una alarma en Occidente conocida como la "crisis del Sputnik". La Unión Soviética continuó cosechando éxitos tempranos, como el primer ser vivo en el espacio (Laika en el Sputnik 2 en 1957) y, crucialmente, el primer hombre en órbita, Yuri Gagarin, el 12 de abril de 1961.
Estos hitos soviéticos presionaron a Estados Unidos para redoblar sus esfuerzos. Menos de un mes después de la hazaña de Gagarin, el presidente John F. Kennedy pronunció un discurso histórico ante el Congreso, el 25 de mayo de 1961, estableciendo un objetivo audaz y aparentemente inalcanzable: "antes de que termine esta década, la nación debería comprometerse a lograr el objetivo de aterrizar a un hombre en la Luna y regresarlo a salvo a la Tierra".
El Programa Apolo de la NASA, iniciado en 1961, se convirtió en el eje central de este monumental esfuerzo. Requirió una inversión masiva de recursos, el trabajo de cientos de miles de ingenieros y científicos, y el desarrollo de tecnologías completamente nuevas. Las misiones Gemini y las primeras Apolo (como la Apolo 8, que orbitó la Luna en 1968, o la Apolo 10, que ensayó el descenso lunar en mayo de 1969) fueron cruciales para probar los sistemas y las habilidades necesarias para el alunizaje.
La tensión era palpable. El riesgo de fracaso era inmenso, y la memoria de la tragedia del Apolo 1, donde tres astronautas perdieron la vida en un incendio en la plataforma de lanzamiento en 1967, aún resonaba. Sin embargo, la determinación superó el miedo, y el 16 de julio de 1969, el cohete Saturno V, la máquina más potente jamás construida, se elevó desde Cabo Cañaveral, en Florida, llevando consigo a Armstrong, Aldrin y Collins, y las esperanzas de la humanidad.
La Misión: 22 Horas para la Historia y un Regreso Triunfal
El viaje a la Luna duró poco más de tres días. Una vez en órbita lunar, el módulo lunar Eagle se desacopló del módulo de comando Columbia, pilotado por Collins. El descenso fue tenso, con alarmas de computadora y desvíos inesperados que obligaron a Armstrong a tomar el control manual en los últimos segundos, buscando un lugar de aterrizaje seguro entre rocas y cráteres.
Finalmente, el 20 de julio de 1969, a las 20:17 UTC (17:17 hora de Argentina), el Eagle se posó suavemente en el Mar de la Tranquilidad. Las primeras palabras de Armstrong al control de la misión fueron: "Houston, aquí Base Tranquilidad. El Eagle ha aterrizado". A pesar de que los planes iniciales contemplaban un descanso, la emoción era demasiado grande.
Seis horas y media después del alunizaje, a las 02:56 UTC del 21 de julio (23:56 del 20 de julio en Argentina), Neil Armstrong descendió por la escalera del módulo lunar, convirtiéndose en el primer ser humano en pisar otro cuerpo celeste. Sus palabras resonaron por millones de hogares en todo el mundo: "That's one small step for [a] man, one giant leap for mankind" (Es un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad).
Buzz Aldrin lo siguió unos 19 minutos después. Durante las aproximadamente 2 horas y media que pasaron en la superficie, los astronautas realizaron experimentos, desplegaron la bandera estadounidense (que tenía un alambre para que se viera extendida en el vacío), recolectaron 21.5 kilogramos de muestras de rocas y suelo lunar, y dejaron una placa conmemorativa: "Aquí, hombres del planeta Tierra pisaron la Luna por primera vez, julio de 1969 d.C. Vinimos en paz para toda la humanidad".
Mientras tanto, Michael Collins, apodado a menudo "el hombre más solo de la historia", orbitaba la Luna en el Columbia, manteniendo las comunicaciones y preparándose para el encuentro y acoplamiento. La habilidad para el acoplamiento en órbita, perfeccionada en misiones previas, era crítica para el regreso seguro.
Tras 22 horas sobre la superficie lunar, el Eagle encendió su motor de ascenso, se elevó y se acopló nuevamente con el Columbia. Las muestras lunares y los astronautas fueron transferidos, y el módulo de ascenso fue desechado, cayendo a la Luna. El viaje de regreso a la Tierra transcurrió sin mayores incidentes.
El 24 de julio de 1969, la cápsula del Apolo XI amerizó de forma segura en el Océano Pacífico, cerca de Hawái. Los astronautas, temiendo la posible contaminación con patógenos lunares desconocidos, fueron inmediatamente puestos en cuarentena en una instalación móvil y luego en el Laboratorio de Recepción Lunar en Houston, donde permanecieron por 21 días antes de ser liberados y aclamados como héroes globales.
El Después: Un Legado Imborrable y el Auge de las Dudas
El éxito del Apolo XI no solo marcó un hito en la exploración espacial, sino que también tuvo un profundo impacto en la sociedad. Impulsó la inversión en ciencia y tecnología, inspiró a una generación de ingenieros y científicos, y demostró la capacidad humana para lograr lo impensable. Las misiones Apolo continuaron hasta 1972, con cinco alunizajes más y la recolección de cientos de kilogramos de material lunar, que aún hoy son estudiados.
Sin embargo, a pesar de la abrumadora evidencia y el consenso científico, la llegada del hombre a la Luna ha sido objeto de persistentes teorías de conspiración que, incluso 56 años después, continúan generando debate y fascinación. Estas narrativas alternativas sugieren que los alunizajes fueron un engaño orquestado por el gobierno de Estados Unidos, posiblemente para ganar la carrera espacial a la Unión Soviética.
Entre los argumentos más recurrentes de los teóricos de la conspiración se encuentran:
* La bandera ondeando en el vacío: Una de las objeciones más populares es que la bandera estadounidense plantada por los astronautas parece ondear, a pesar de que no hay viento en la Luna. La explicación de la NASA es que la bandera tenía una varilla telescópica horizontal para que se mantuviera desplegada y que las arrugas en la tela daban la ilusión de movimiento.
* Ausencia de estrellas en las fotografías: Otra pregunta frecuente es por qué no se ven estrellas en las fotos tomadas desde la Luna. La respuesta radica en la técnica fotográfica: la luz solar intensa en la Luna y el corto tiempo de exposición necesario para capturar el primer plano de los astronautas y el paisaje lunar hacían que las estrellas, mucho más tenues, no fueran visibles.
* Las sombras paralelas: Algunos sostienen que las sombras en las fotografías no son paralelas, lo que indicaría una fuente de luz artificial y no el sol. Sin embargo, la perspectiva y la topografía irregular de la Luna pueden crear ilusiones ópticas que distorsionan la percepción de paralelismo.
* La falta de cráter de impacto: Los críticos argumentan que no hay un cráter visible bajo el módulo lunar, lo que debería haber ocurrido por el empuje de los cohetes de aterrizaje. La explicación es que el motor principal se apagó a unos pocos metros de la superficie para evitar levantar demasiado polvo, y el empuje residual no fue suficiente para crear un cráter significativo.
* El "C-rock" en una roca: Una de las "evidencias" más curiosas es una roca fotografiada con lo que parece ser una "C" marcada en ella, sugiriendo que era un apoyo de escenografía. La NASA ha atribuido esto a una mota de polvo en la película o a una imperfección en el desarrollo.
Si bien estas teorías han sido refutadas una y otra vez por científicos, ingenieros y por la propia NASA con abundante evidencia, incluyendo miles de fotografías, cintas de video, muestras de rocas lunares (analizadas por laboratorios de todo el mundo), el reflejo de láseres desde los espejos dejados por los astronautas, y el rastreo de las misiones por diversas naciones, persisten en la cultura popular. La fascinación por los grandes misterios y la desconfianza hacia las instituciones son factores que alimentan la longevidad de estas dudas.
Más allá de las controversias, el legado de la llegada a la Luna sigue siendo un testimonio de la ambición humana y un recordatorio de que, con determinación y cooperación, no hay límites para lo que podemos lograr. La Luna, ese faro constante en nuestro cielo nocturno, continúa siendo un símbolo de la exploración y un destino que, quizás en un futuro no muy lejano, volveremos a visitar. Programas como Artemis de la NASA, que busca llevar a la primera mujer y a la próxima persona a la Luna, demuestran que el espíritu de exploración lunar está más vivo que nunca.
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