La economía en pausa tras agotar el arrastre: ¿qué le queda al 2025?

La actividad tiende más al estancamiento que al crecimiento sostenido, marcado por dinámicas sectoriales heterogéneas

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Instituto de Economía Aplicada

Universidad del Este (UDE)

El EMAE de mayo volvió a mostrar una caída mensual y una economía que se inclina más al estancamiento que al crecimiento sostenido, marcado por dinámicas sectoriales heterogéneas. Con ingresos reales planchados, crédito limitado y un clima electoral que prioriza la estabilidad, la actividad enfrenta un difícil escenario para avanzar.

En mayo, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) registró una caída del 0,1% respecto al mes anterior y una suba interanual del 5%, la más baja en lo que va del año.

Con esta caída, mayo se convierte en el tercer mes del año con retroceso mensual, en una serie que muestra un comportamiento errático y con crecientes señales de estancamiento. Mirado en perspectiva, el repunte registrado en 2025 responde casi exclusivamente al arrastre estadístico del año anterior: al comparar el promedio del EMAE entre enero y mayo con el promedio de 2024, el crecimiento es de 4,4%, pero de ese total, 4,2 puntos se explican por el impulso heredado del segundo semestre de 2024, que dejó un nivel elevado como punto de partida.

Si se toma como referencia el nivel de diciembre de 2024, el incremento acumulado hasta mayo es de apenas 0,7%. La conclusión es clara: 2025 muestra más síntomas de estancamiento que señales de una recuperación genuina.

Más allá del dato agregado, la dinámica sectorial muestra grandes disparidades. Si se compara el nivel de actividad acumulado entre enero y mayo de 2025 con el mismo período de 2023 —último año completo antes del actual Gobierno— se destacan con claridad los sectores ganadores y perdedores del modelo.

Actividades primarias

Encabezando el crecimiento aparecen las actividades primarias, como el agro, la pesca y la minería, seguidas por la intermediación financiera. Esta última, además, lidera el crecimiento interanual frente a 2024. Sin embargo, su peso en el mercado interno es limitado, lo que atenúa su efecto dinamizador sobre el resto de la economía.

En contraste, construcción, industria manufacturera y comercio siguen siendo los sectores más rezagados en comparación con 2023. Si bien todos muestran una mejora interanual frente a 2024, aún no logran recuperar los niveles previos y operan por debajo de su capacidad.

La debilidad de estos sectores no es menor: concentran el 44% del empleo asalariado registrado del sector privado, por lo que su estancamiento tiene un impacto directo sobre el mercado laboral y el consumo.

El incremento acumulado hasta mayo de la actividad es de apenas 0,7%

¿Qué esperar para lo que resta del año? Con una economía de desempeño irregular y motores debilitados, el panorama para el segundo semestre de 2025 aparece condicionado por varios frentes: ingresos reales rezagados, crédito restringido y prioridades electorales que podrían inclinar la balanza hacia la estabilidad antes que hacia la expansión.

En el primer caso, la posibilidad de una recuperación más dinámica dependerá, en gran medida, de que los sectores que tradicionalmente impulsan la actividad —como la construcción y la industria — logren recuperar el terreno perdido. Además, los salarios deberían recomponer su poder de compra, condición necesaria para motorizar y sostener el consumo interno. Si bien el sector no registrado muestra una mejora, los salarios registrados aún se encuentran 5,5% por debajo de los niveles de noviembre de 2023. A esto se suman las señales de alerta por el estancamiento en los salarios del sector privado registrado durante estos meses del año.

Por otro lado, el crédito tampoco aparece hoy como un canal capaz de impulsar la actividad. En un escenario de creciente morosidad, sobre todo en las familias (que pasó de 2,8% en mayo del 2024 a 4,5% en mayo de corriente) las entidades financieras tienden a restringir el acceso al financiamiento, lo que podría limitar su aporte en lo que resta del año.

Tensiones

Finalmente, las tensiones en el mercado financiero cobran especial relevancia, como se vio en los últimos días. En un contexto de liquidación de divisas del agro prácticamente finalizada y una creciente dolarización de carteras —típica en años electorales—, que ya presionaban sobre el tipo de cambio, se produjo el desarme de las LEFI. Esto liberó una gran cantidad de pesos en el mercado y, para evitar que esa liquidez se volcara al dólar, el Gobierno salió a absorber fondos mediante la colocación de títulos, lo que provocó una suba significativa en las tasas de interés reales – que tiene su efecto en el crédito. Este episodio refleja el escaso margen de acción del Gobierno para sostener, al mismo tiempo, la actividad económica y la estabilidad financiera.

En síntesis, el panorama para lo que resta del año no ofrece bases sólidas para un crecimiento genuino. En un contexto electoral donde las tensiones macroeconómicas se intensifican, todo indica que el Gobierno optará por sostener la desinflación y contener el tipo de cambio como prioridad - sus logros visibles - aun si eso implica profundizar el enfriamiento de la economía.

 

 

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