José Sanzana, el hombre atrapado en su camioneta

GASTÓN SANZANA EN EL CEMENTERIO EN LA DOLOROSA DESPEDIDA A SU PADRE. UNA TRAGEDIA SIN EXPLICACIÓN.

La manera en que murió José Gerardo Sanzana pinta de cuerpo entero la magnitud del desastre pero también muestra cómo el agua atacó por sorpresa, quitó capacidad de reacción y cobró a sus víctimas en cuestión de minutos.

Sanzana, de 62 años, se dedicaba a la construcción y su camioneta Ford Ranger era como una herramienta más de trabajo, según contaron allegados.

En esa camioneta fuerte y de gran porte a bordo de la que nada hacía presumir peligro alguno, se desplazaba Sanzana por la zona de 143 y 46, en San Carlos, unas de las zonas más comprometidas de la Ciudad después de la lluvia sin fin que cayó desde la tarde del martes negro que los platenses y el país entero nunca olvidarán.

Eran apenas pasadas las cinco y media y un rato antes de la tragedia Sanzana había mirado varias veces al cielo siguiendo el rastro de los truenos y refucilos que iluminaban la tarde que se iba.

Al llegar a 143 y 47 empezaron a caer las primeras gotas. En cuestión de segundos fue subiéndole velocidades al limpiaparabrisas hasta que la lluvia fue una cortina y los brazos no dieron abasto.

En minutos nomás el asfalto empezó a desdibujarse, se fue yendo debajo de una masa de agua grisácea y la Ranger, increíblemente para Sanzana, empezó a perder estabilidad.

LO ARRASTRO

El hombre disminuyó la velocidad y casi a paso de hombre siguió avanzando hasta que en 49 y 143 lo detuvo una barrera de agua que desbordaba del arroyo cercano y amenazaba con tapar la trompa de la Ranger.

Sanzana esperó en silencio, achicando los ojos para ver mejor y con la secreta esperanza de que aquello fuese el punto máximo de una tormenta más, una anécdota para contar, pensó.

El torrente de agua lo sorprendió sin capacidad de maniobra. La corriente arrastró la Ranger hasta el arroyo y la puso de costado.

El agua subió a los asientos, al tablero, al cuerpo de Sanzana que intentaba sin éxito abrir la puerta para salir.

En el forcejeo con el agua que le porfiaba la puerta no advirtió que más agua entraba por el piso.

Una bocanada fría y agria le llenó los pulmones.

LO BUSCARON 16 HORAS

Apenas habían pasado las seis y cuarto de la tarde. El cielo renegrido escupía más y más agua.

Parecía que paraba pero al rato también parecía que no iba a parar más, que la lluvia iba a ser definitiva o que el límite estaba más allá de lo imaginable.

Y así fue nomás. Sanzana apenas tuvo espacio y fuerza para intentar zafar de todo aquello.

El agua tapó la camioneta con él adentro y la aprisionó contra los pilares del puente. A las 10 de la mañana del miércoles, 16 horas después, lo encontró Nati y otros vecinos que ayer fueron al Cementerio a acompañar a la familia. Sanzana tenía dos hijos que ayer no encontraban respuesta ni consuelo. En medio de esa congoja, mitad dolor, mitad bronca, Gastón contó algunos detalles sueltos, como que Sanzana era chileno y que vivía a tres cuadras de donde la inundación lo sorprendió sin darle tiene a defenderse mejor.