“Que pasen aunque sea para ver qué pasó y cómo estamos”, piden en 58 y 19

EL PASTOR GARCÍA Y LA VECINA MARÍA RECORDÓN, EN EL BARRIO DE 58 Y 19 DÓNDE SE RECLAMA AYUDA PARA LOS DAMNIFICADOS POR EL TEMPORAL

Una mezcla de sentimientos encontrados recorre el barrio de 58 y 19. Desolación, bronca, impaciencia pero también esperanza motorizada por la solidaridad entre vecinos. La cuadra de 58 entre 19 y 20 como casi toda esa área en un radio de seis cuadras hacia los cuatro puntos cardinales se convirtió en “un río impetuoso”, como graficó ayer el pastor evangelista Juan Pablo García, vecino del lugar.

Durante la tormenta del martes último el nivel del agua superó el metro con setenta centímetros. La sola mención de esa marca alcanza para entender lo que pasó, lo que vivió el barrio, la magnitud del daño.

Entre las historias de esta historia sobresalen actos de verdadero arrojo como el del pastor García que pasó la noche rescantando vecinos, cruzando de lado a lado atado a una soga hasta que la correntada amenazó con llevárselo varias veces.

En la jornada de ayer, después de un día de pleno sol que los vecinos agradecieron para poder secar lo que pudieron salvar, el barrio lucía espectral.

Una interminable línea de basura compuesta por restos de muebles y todo lo imaginable en una casa, cruzaba el barrio de lado a lado. En cada casa se contaba una historia dramática y con solo mirar los bultos y las bolsas acumuladas en la vereda alcanzaba para medir el perjuicio causado por el agua.

La imagen se completa con una incontable cantidad de automóviles alineados con las puertas abiertas, las alfombras colgadas de las puertas y el ruido de los secadores de cabello, instrumento codiciado por lo que vieron sucumbir los coches bajo el agua.

Los vecinos trabajaron ayer todo el día en medio de un silencio conmovedor que apenas cortaron para reclamar lo que desde que empezó la tormenta vienen reclamando: ayuda. “Nadie, pero nadie vino a vernos. Parece mentira. Estamos a menos de diez cuadras de Plaza Moreno”, era la queja compartida.

“Un rio impetuoso”

María Recordón contó que durante todo el día esperaron en vano que “alguien”, de cualquier organismo oficial, pasara por el barrio “aunque sea a ver qué nos pasó”. A pesar de tratarse de una zona dentro del casco urbano, las pérdidas están directamente vinculadas con las necesidad: ropa, colchones, frazadas, agua, alimentos. “Nada, no nos dieron nada”, insiste María entre la sorpresa y la indignación.

En la misma cuadra devastada y sin ayuda oficial el pastor Juan Pablo García organiza una colecta desde el templo evangelista ubicado en 58 Nº 1238. Cuenta que durante el temporal y en las horas siguientes se refugiaron allí cerca de 15 personas del barrio. “La cuadra se convirtió en un río impetuoso. Cruzamos una soga de lado a lado para poder rescatar gente pero llegó un momento en que la correntada era tan fuerte que no hubo forma de eso sostenerse”. García muestra las montañas de deshechos que alguna vez fueron muebles, enceres, libros, recuerdos entrañables y señala que “aunque sea que pasen a llevarse esto”. Los vecinos coinciden en que “aunque sea” una tarea de limpieza le daría al barrio otra imagen que hiciera más llevadera la penosa tarea de lavar y tratar de reconstruir.