Resisten en un edificio céntrico que ya lleva cuatro días sin luz

VECINOS DE LOS EDIFICIOS DE 15, ENTRE 42 Y 43, AGUARDAN EL REGRESO DEL SUMINISTRO ELÉCTRICO

Transitar en la noche por los pasillos y las escaleras de los edificios de 15, entre 42 y 43, es como hacerlo a ciegas en un desierto urbano, pero en pleno centro platense. Esa es la sensación que transmite el testimonio de Adelaida Vucetich, una vecina que resiste -como puede- a los cuatro días sin luz .

Adelaida tiene todavía el recuerdo de la tarde en que el agua comenzó a subir y tapó, en menos de una hora, su auto que estaba estacionado en la cochera. Acompañada por su hermana observó desde el ventanal de su balcón cómo la tormenta avanzaba con todo. Incluso con la luz.

“Hoy me la paso yendo y viniendo. De acá para allá. Ya son muchos días los que tenemos que soportar y se hace difícil no poder limpiar. No tenemos agua, así que todo lo que nos queda hacer es esperar”, sostuvo, algo resignada, Adelaida.

Acompañada por su hija y su nieta, Adelaida explicó que también es una misión imposible poder conseguir los víveres necesarios para afrontar esta situación de crisis.

“La mayoría de los comercios de la zona están cerrados o abren menos horas. Entonces no nos queda otra que salir a comprar a otros lados. Lejos de nuestras casas”, agregó Adelaida.

Gustavo, abogado y vecino de Adelaida, se sumó al relato de vivir sin luz y sentenció: “Somos como nómades. Con el bolso para todos lados. Tengo dos hijos en edad escolar y es imposible seguir resistiendo a tantos días sin luz”.

Malvina y Laura viven en un departamento con vista a Plaza Paso y relatan la odisea que les significa tener que subir once pisos por escaleras. “Cuando te acordaste que no te quedaron cigarrillos, te querés matar”, detalló Laura.

“Ahora sacamos papelito para ver a quién le toca bajar por algo -explicó Malvina-. Entendemos que la situación es caótica. Todos tenemos gente que la pasó igual o peor que nosotros, pero ya llevamos cuatro días con la mochila para todos lados. Sin agua. Sin luz. Es muy difícil”.

Joaquín Perales tiene 25 años y mucho sueño: “Como no tenemos luz, por la noche decidimos que nos ayudemos entre los vecinos. Yo me quedo despierto montando guardia en el hall del edificio. Por acá no pasa ni la gendarmería ni la policía. Entonces hacemos guardias nocturnas nosotros”.

“Tengo la sensación de desprotección. Como que al vivir en el centro podemos seguir sin luz. Como que nosotros no necesitamos nada. ¡Y no es así! Serán otras necesidades, pero tan bien son válidas”, relató Marina Sukbicz, una estudiante de abogacía de 28 años.

Marta, José y Valentina Turcio ya se acostumbraron a la falta de luz, pero aseguraron que la extrañan. “Si bien ya nos adaptamos a comer sin el televisor, ahora volvimos a charlar sin la interrupción de la novela... pero está por terminar”, lamentó Marta.

Graciela recorrió varias veterinarias y tiendas de mascotas en busca de piedras para sus gatos, pero la angustia por las pérdidas de sus vecinos no la deja avanzar: “Lloré por lo mío y ahora por lo que perdieron mis vecinos. Tenemos que resistir”.