La Argentina de los chanchos rengos

DE VIDO AL RECORRER AYER LAS INSTALACIONES DE ATUCHA II

Por PEPE ELIASCHEV

Cuesta creer que estas palabras hayan sido dichas: “Como directivo de la empresa hay que ponerse al frente de los problemas, como hacemos los funcionarios. No hacerse los chanchos rengos”. El audaz fue Julio de Vido, ministro de Planificación Federal que, tras dos semanas de cortes de luz masivos en toda la zona metropolitana, criticó a los directivos de una empresa distribuidora de energía eléctrica por no dar la cara, “falta de actitud” y “falta de presencia”.

En Edesur desembarcó como “veedor oficial” hace ya un tiempo uno de los tres directores del ENRE

De Vido es ministro desde el 25 de mayo de 2003. La Presidenta de la Nación que lo ratificó en 2007 y en 2011, es Cristina Kirchner. Ella no ha dicho una sola palabra sobre los cortes de energía. Hace ya varios días que se halla en Santa Cruz. Cuando De Vido hablaba de chanchos rengos desde la ciudad bonaerense de Zárate la sensación térmica superaba los 35 grados. A esa misma hora, en El Calafate los termómetros marcaban apenas 13º5. Ausente de toda ausencia, en la tarde del 28 de diciembre ya hacía casi dos semanas del último tuit de la señora de Kirchner, posteado el 13 de diciembre (“No sea cosa que pase lo que ocurrió con el Secretario de Seguridad Berni, procesado por detener a un grupo de manifestantes que cortaban rutas”).

LICENCIAS Y LÍMITES

¿Es que no se puede tomar licencia una Presidenta? Sí que puede, aunque el día que en la Argentina se haga la recopilación de las decenas de millares de kilómetros que ha recorrido el matrimonio Kirchner entre Santa Cruz y Buenos Aires y se presupueste su costo, muchos no lo van a poder creer.

Conmovedora exhortación de De Vido: “estoy pidiendo que tengan la actitud como argentinos, la responsabilidad social, la actitud presencial y la voluntad de solucionar los problemas”, enuncio al visitar la central nuclear Atucha II junto al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Pero en ausencia de la Presidenta, tampoco apareció por ninguna parte el festivo vicepresidente Amado Boudou. Enérgicamente estatista en sus proclamas retóricas, el Gobierno exige la presencia de unas empresas que ya son virtualmente estatales, como la vapuleada Edesur.

En Edesur desembarcó como “veedor oficial” hace ya un tiempo uno de los tres directores del ENRE, Leonardo Barletta, caracterizado por un pésimo manejo en la empresa provincial de servicios públicos de Santa Cruz en el segundo período de Néstor Kirchner como gobernador y después que asumiera como presidente. Ingeniero de profesión, suscita reacciones unánimemente adversas (“es una nulidad profesional”), pero como carece de ambiciones políticas y económicas, fue siempre favorecido por los Kirchner. Fue despachado a Buenos Aires cuando el Gobierno necesitó pingüinos leales que cubrieran cargos técnicos. Servicios Públicos, la empresa provincial de energía, agua y gas que presidía este Barletta -ahora el sector gas fue “independizado”- era manejada en realidad por otras dos personas: lo técnico-profesional a cargo del Ing. Eduardo Roldán, santiagueño hoy jubilado (kirchnerista, nunca quiso meterse en política, más allá de gestos externos), y el ya fallecido Mario Vidal, maestro mayor de obras catamarqueño, operador político dentro de la empresa.

Misterios argentinos: ¿cómo puede vociferar contra Edesur una administración que la tiene virtualmente intervenida? Las distribuidoras, con tarifas prácticamente congeladas desde hace doce años, perdieron toda soberanía sobre su jurisdicción, incluyendo las “inversiones” que la decide el Estado. Al hablar de “chanchos rengos”, De Vido se hace el gracioso. Alude a un modismo popular que significa aparentar ignorancia, desentenderse. Habla de sí mismo el Gobierno. En materia de colapso energético ha habido pocas situaciones tan claramente anunciadas, pronosticadas y previstas desde hace varios años. ¿Irresuelto conflicto psíquico? En el Gobierno hablan de lo que sucede como si hubiese asumido el poder hace dos semanas.

REALIDADES CALUROSAS

Las olas de calor son un hecho de la realidad. Conllevan un colosal stress de demanda sobre una oferta energética claramente estancada, en el marco de una demanda desaforada. Simbólica deriva lingüística la de aludir a los “chanchos rengos”. Respecto de Cristina Kirchner, si su último tuit (hasta escribirse esta columna) fue el 13 de diciembre, su aparición periodística más reciente fue esta semana desde la fresca Santa Cruz, para desmentir las vergonzosas conjeturas electorales del diputado Carlos Kunkel, el que desafió a Juan Perón en 1973.

No faltan quienes, enojados consigo mismos, tienen poca paciencia para escuchar estas palabras, pero sin embargo deben ser reiteradas aquí y ahora mismo. “El mayor desequilibrio macroeconómico actual es el atraso tarifario y de todos los precios de bienes y servicios que han estado sujetos, directa o indirectamente, a controles represivos. Utilizo la expresión “controles represivos” para referirme a las medidas administrativas e impositivas que obligan a los productores a vender sus productos a precios muy por debajo de los que resultarían en mercados libres y con competencia”. Más todavía: “el atraso tarifario, además de constituir inflación reprimida, es la principal causa tanto de los cuellos de botella productivos como del descontrol del gasto público y del abultado déficit fiscal”. Continúa así: “El ‘atraso tarifario’ tiene dos consecuencias graves. Al impedir que los productores obtengan retorno por las inversiones que permitieron crear la capacidad instalada, paralizan nuevas inversiones. La capacidad productiva se va deteriorando con la depreciación del capital invertido antes de los controles. Esto se ve claramente con el proceso de desinversión en los sectores de la energía, el transporte urbano y la ganadería. Pero además, como los precios que surgen de los congelamientos tarifarios y los controles represivos no alcanzan a cubrir los costos variables de producción, para que pueda seguir aprovechándose la capacidad instalada, el Gobierno tiene que subsidiar la producción. El costo de los subsidios aumenta tanto por el creciente desfasaje entre precios y costos como por la corrupción asociada a los mecanismos de distribución de esos subsidios”. En muchos sentidos, en el Gobierno nunca nadie leyó o nadie quiso asumir el siempre vigente “Argentinos a las cosas”, del español José Ortega y Gasset

Estas palabras las hizo circular la madrugada del 26 de diciembre el ex ministro Domingo Cavallo. Para Cavallo, el “atraso tarifario” requiere ser resuelto antes de que sea posible encarar con probabilidades de éxito una eliminación sostenible en el tiempo del “atraso cambiario”. Su remate es desolador, pero lamentablemente verosímil: “este razonamiento equivocado aumenta peligrosamente el riesgo que pronto nos enfrentemos a una explosión inflacionaria de una magnitud que nadie, hoy por hoy, está anticipando”.

POTENCIAS TRABADAS

En muchos sentidos, en el Gobierno nunca nadie leyó o nadie quiso asumir el siempre vigente “Argentinos a las cosas”, del español José Ortega y Gasset, que en 1939 dijo en esta ciudad de La Plata: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”.

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Reanudo mi contacto con el lector de EL DIA el domingo 3 de febrero de 2014, con la esperanza de que haya más luz en el país.