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Especial para EL DIA de National Geographic
El alcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg, anunció un plan de 19.500 millones de dólares destinado a defender a la ciudad del aumento del nivel del mar y de las tormentas fuertes y eso ilustra dos verdades que resuenan mucho más allá de su ciudad.
Una es que se está terminando el plazo para intentar evitar los peligros del cambio climático y ahora resta recurrir a costosas inversiones para protegernos. En segundo lugar, en el caso de algunas ciudades peor ubicadas o menos ricas que Nueva York, la protección será un desafío, y en algunos casos quizás resulte imposible.
Durante un discurso pronunciado en el Astillero Naval de Brooklyn, que el último otoño se inundó a raíz del huracán Sandy, Bloomberg advirtió que hacia mediados de siglo, habrá mareas de tormenta en un mar que será 60 centímetros más alto. Según mapas nuevos dados a conocer por la Agencia Federal de Manejo de Emergencias, la cuarta parte de la ciudad- donde hoy hay aproximadamente 800.000 habitantes- quedará en zonas inundables. Las mareas altas inundarán normalmente gran parte de la costa, incluso sin que haya tormentas.
“Como neoyorquinos no podemos abandonar la línea costera, y no lo haremos. Es nuestro mayor recurso”, declaró Bloomberg. Su plan de 19.500 millones de dólares- cuyo monto coincide con los daños provocados en la ciudad por Sandy- prevé la construcción de diques permanentes, dunas de arena, barreras portátiles contra las tormentas. En las próximas décadas en el bajo Manhattan habrá un dique estilo holandés entre la costa y el puerto.
“Nueva York no está tan mal como otras ciudades ubicadas en deltas: está sobre el nivel del mar y construida sobre tierra sólida”, explica Piet Dircke, un ejecutivo de Arcadis, una empresa de ingeniería holandesa que diseñó proyectos para el control de inundaciones en casi todos los continentes. Algunas otras ciudades costeras enfrentan amenazas más serias.
En un informe preparado hace unos años para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD, por sus siglas en inglés) se calculó que 40 millones de personas y 3 billones de dólares en bienes ya son vulnerables a la inundación costera en ciudades de todo el mundo. Para el año 2070, el mismo informe prevé que esos n—meros pueden subir a 150 millones de personas y 35 billones de dólares, eso suponiendo un aumento del nivel del mar de apenas 0,5 metro.
Incluso con funcionarios competentes, estas soluciones propuestas por Bloomberg no funcionan en todas partes. Miami, por ejemplo, que en el mencionado informe figura al tope de la lista de ciudades con más bienes en riesgo, está construida sobre roca caliza porosa. El agua de mar puede fluir sin obstáculos por debajo de cualquier dique o barrera contra tormentas.
Ya está contaminando la reserva de agua subterránea de Florida, y normalmente surge de las cloacas de Miami durante las grandes mareas, cuando el sol y la luna ejercen su mayor atracción gravitacional sobre la Tierra.
El problema sólo empeorará: hacia fines de siglo grandes zonas de Florida podrían quedar bajo el agua.
Aun concretando nuevas obras podría no ser posible salvar a las ciudades. Nueva Orleans, que ahora está resguardada por una serie de proyectos para controlar inundaciones construidos tras el huracán Katrina, quedará más expuesta en las próximas décadas dado que el delta del Mississippi sigue hundiéndose en el Golfo de México. Louisiana preparó un plan de 50.000 millones de dólares para recuperar la costa, que está desapareciendo. Pero incluso si se consigue el dinero, muchos expertos dudan que se pueda revertir la pérdida.
Trágicamente, algunas de las ciudades más pobres y populosas del mundo se verán sujetas a los mayores cambios del nivel del mar. Hay dos razones, una bastante sorprendente.
El aumento global del nivel del mar está causado por el derretimiento de hielo sobre la tierra y por el hecho de que el agua de mar se expande al calentarse.
Sin embargo, a medida que se derriten las capas de hielo de la Antártida y Groenlandia, el agua liberada no se distribuye de manera pareja alrededor del globo.
Al haber una capa de hielo más fina, Groenlandia y la Antártida serán menos masivas, y su fuerza gravitacional sobre los mares circundantes disminuirá, haciendo que el agua se acumule en los trópicos.
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