Deporte amateur: ¿una “bomba de tiempo”?

EL MOMENTO EN QUE HÉCTOR SANABRIA, JUGADOR DE LAFERRERE, ES RETIRADO DE LA CANCHA EN UNA AMBULANCIA EL MARTES. FALLECIÓ DE MUERTE SÚBITA POCO MÁS TARDE.

Le faltaban dos días para cumplir 28 años, pero ese momento nunca llegó: Héctor Sanabria, jugador de Laferrere, club que milita en la divisional C del fútbol argentino, murió de muerte súbita en medio del partido que su equipo jugaba el último martes contra Lamadrid.

Fue a los 30 minutos del primer tiempo: Sanabria, que había debutado en Nueva Chicago y jugado en el exterior antes de sumarse al plantel de Laferrere, cayó al suelo en medio de fuertes convulsiones. Una ambulancia lo llevó hasta el hospital más cercano, donde el esfuerzo de los profesionales que lo atendieron no bastó. Sanabria sumó su nombre a la larga lista de muertes súbitas ocurridas en el mundo del deporte en los últimos años.

Su fallecimiento no sólo conmovió al ámbito deportivo. También motivó que algunos de sus referentes salieran a denunciar la falta de medidas preventivas en las categorías más bajas del ascenso.

“En la ´C ´ no te hacen chequeos, ni siquiera un electro. Tampoco tenemos cobertura médica”, dijo Pablo Nieva, capitán de Laferrere, todavía shockeado por la muerte de su compañero de equipo.

A la de él se sumaron otras denuncias referidas a esa divisional: estadios que carecen de la infraestructura necesaria para responder a una emergencia de este tipo; exigentes entrenamientos propios del deporte de élite aplicado a jugadores que además de entrenar tienen otros trabajos o estudian y falta de profesionales deportólogos en algunos planteles, donde el cuerpo médico está a cargo de masajistas o enfermeros.

Pero esta preocupante realidad dista de limitarse al fútbol del ascenso. Es propia de buena parte del deporte amateur de mayores -entre los chicos la realidad es distinta y se implementan más medidas preventivas- que motiva que desde 1993 la Federación Argentina de Medicina del Deporte impulse un proyecto de ley para que se normaticen los chequeos médicos a los deportistas y que el Estado ejerza el poder de policía para garantizar el cumplimiento de esa norma.

“El proyecto nunca se trató, la realidad sigue siendo la misma y en estas condiciones, episodios como el ocurrido en cancha de Laferrere se pueden repetir en cualquier momento”, dice el platense Alberto Ricart, ex presidente de esa entidad y médico del Comité Olímpico Argentino, quien consideró “una lotería” y “una bomba de tiempo” al estado de la prevención sanitaria en el amateurismo, cuando deportistas adultos no son sometidos a chequeos.

Si bien los controles no garantizan necesariamente la detección de un problema cardíaco congénito capaz de derivar en una muerte súbita, esos chequeos logran hacerlo en entre el 95 y el 98% de los casos, con lo cual se considera que la mayoría de las muertes por esta causa son evitables. Además, la prevalencia de la muerte súbita es un tercio menor en los deportistas que en la población general.

Pero la realidad que describe Ricart y que a su juicio favorece la reiteración de este tipo de casos en el deporte amateur, es la existencia de “una anarquía en materia sanitaria. Todo depende de la iniciativa de cada club al no existir una normativa. Y ni siquiera existe conciencia de los peligros”.

De hecho, en los últimos años hubo varios casos resonantes de muerte súbita en el deporte, afuera y adentro del país, que pusieron al tema -un tema del que antes rara vez se hablaba- en el centro del debate (ver aparte).

Para Ricart son varios los factores que contribuyen a esta reiteración de casos. Por un lado, los medios de comunicación que hacen que cada uno de estos episodios tengan un fuerte impacto, cuando antes quizás ni siquiera se conocían.

Por otro, la adopción de entrenamientos propios del deporte de alto rendimiento por parte de planteles no profesionales que no los acompañan -como los deportistas de élite- con otros elementos, como una dieta muy cuidada y el descanso necesario para compensar el esfuerzo.

“Se copia la exigencia del entrenamiento, pero no otras cosas que deben acompañarlo.

Pero también destaca el papel de otros factores, como la automedicación y el consumo de drogas, capaces de potenciar los riesgos de desenlaces de este tipo.

“Son muchos los escenarios deportivos del amateurismo donde no hay un botiquín de primeros auxilios, un teléfono de emergencia a mano y tampoco desfibriladores”

Hay otros factores que esta y otras muertes de deportistas ponen en el tapete.

Para Ricart, la falta de una ley hace que los equipos médicos de los clubes se manejen con criterios propios y sin reglas.

“Hay clubes donde al frente de un equipo médico hay un enfermero, un masajista o hasta un socio voluntarioso. Son muchos los escenarios deportivos del amateurismo donde no hay un botiquín de primeros auxilios, un teléfono de emergencia a mano y tampoco desfibriladores que permitan actuar eficazmente ante este tipo de emergencia cardíaca”, dice el especialista, quien agrega que “hoy los clubes cuidan la salud de los chicos. Pero cuando los deportistas crecen, quedan a la deriva, en una lotería donde todo depende del criterio de cada club, ante la inexistencia de normativas tanto nacionales como provinciales. Y ni siquiera hay conciencia sobre estos temas. De esta forma, la salud en el deporte amateur hoy es una bomba de tiempo”.