Bodas de Oro de una pareja singular: “Si yo digo blanco, él dice negro”, afirma ella

FELICES, DIVERTIDOS Y CON MUCHO HUMOR. ASÍ FESTEJARON SUS 50 AÑOS DE CASADOS LOS PLATENSES MIGUEL SAGASPE Y MABEL NIERCHI. “YO DIGO BLANCO, ÉL DICE NEGRO. ES MUY CONTRA”, ASEGURA ELLA

“El muerto faltó a la cita”, susurró con humor Mabel Nierchi cuando Miguel Sagaspe, un joven que como ella tenía poco más de 20 años, pasó a su lado después de haber estado por varios minutos en la esquina de 13 y 42 esperando a alguien que nunca llegó. Ese fue el prólogo de una relación que terminó en casamiento y que ayer alcanzó las Bodas de Oro.

La elegancia de Miguel había animado a esa jovencita a cometer la audacia de hablarle mediante indirectas y él, lejos de incomodarse, comenzó a pasar con frecuencia por esa cuadra hasta que un día entablaron una animada conversación y al tiempo, comenzaron a salir.

En ese entonces, Miguel era estudiante de Medicina y Mabel se dedicaba a la costura junto a su hermana y además trabajaba como maestra.

En el patio de su casa de 11 y 34 en la que viven desde que sus hijos eran chicos, Mabel echa por tierra la idea de que para que una pareja transite tantos años junta, nunca debe existir “ni un si, ni un no”.

“Yo digo blanco, él dice negro. Es muy contra”, asegura con tono divertido, mientras su esposo le refuta: “¿Y si la contra sos vos?”.

Sin embargo, aunque el matrimonio reconozca que “no tenemos mucho diálogo”, saltan a la vista los proyectos que concretaron exitosamente, entre ellos, la crianza de sus hijos Eduardo, Graciela, Daniel y Alicia o las pasiones compartidas, como es Estudiantes, equipo que los llevó a viajar por distintos lugares, incluso Dubai.

“Yo siempre fui de Estudiantes y ella era de Gimnasia, pero cuando nos casamos se convirtió”, explica Miguel haciendo evidente uno de los guiños que hizo su esposa a lo largo de la convivencia.

En el repaso de los años que llevan juntos, el matrimonio cuenta que se casaron un 6 de febrero de 1964, después de un noviazgo de cuatro años que se extendió porque Miguel tuvo que hacer el servicio militar.

“Antes no era como ahora que los chicos se van a vivir juntos y ya está. Nosotros nos casamos, tuvimos una reunión sencilla y viajamos de luna de miel a Córdoba”, asegura Mabel.

En relación a las virtudes que cimientan la unión, Miguel sostiene que su esposa es honesta, humilde, trabajadora y compañera. “A ella le gusta participar de todo y salir, es muy inquieta; en cambio yo soy tranquilo y hogareño, aunque en algunas cosas nos ponemos de acuerdo y las compartimos como por ejemplo ir al cine o al teatro a ver comedias”, apunta Miguel.

Su esposa reconoce en él una gran capacidad de adaptación y un férreo compañerismo en los momentos difíciles. Otra de las coincidencias que los une porque cuando uno de los dos está enfermo, el otro deja todo de lado para cuidarlo.

“Uno no se da cuenta que los años pasan, pero pasan”, reflexiona la mujer quien cree que la paciencia y la tolerancia son las cualidades que minimizan cualquier discrepancia.

Con anécdotas que dan cuenta de las buenas y las malas, el matrimonio Sagaspe cerró la jornada con una reunión compartida con sus hijos y con sus nietos Laura, Martín, Jacqueline, Mélani, Alexis y Micaela. “Llegar a los 50 años de casados es algo que nos da felicidad”, concluye Mabel.