Entraron a robar a un local de refrigeración

EL LOCAL DE REFRIGERACIÓN QUE FUE BLANCO DE UN ASALTO. EL DUEÑO Y, DOS CLIENTES, LAS VÍCTIMAS

Miguel (50), un vecino de Plaza Brandsen, había salido del negocio diez minutos atrás. Pero debió volver, porque se había olvidado de hacer una última compra. Cuando entró de nuevo y miró al comerciante, supo que le iban a robar a él también. Sin embargo, ya era tarde y no pudo más que obedecer al delincuente que le apuntaba a él y a otras dos personas.

Además del encargado del local de repuestos para electrodomésticos y refrigeración, en el negocio de 26 y 58 fueron dos los clientes amedrentados. Todo ocurrió hacia las 16.30 de ayer.

Al parecer, el ladrón no levantó la sospecha del dueño del comercio, que le abrió con el portero eléctrico. Un segundo después, el asaltante ya mostraba su arma para obligarles a todos que se arrodillaran y no se resistieran.

Siempre con el revólver en mano, calibre 32 ó 38 según especularon las víctimas, el delincuente les quitó celulares, billeteras, las llaves de sus autos y todos los objetos de valor de sus bolsillos.

Además, sacó de la caja registradora todo el efectivo -no se precisó cuánto era- de la recaudación. “Permanentemente nos apuntaban”, dijeron las víctimas.

rompiendo los vidrios

La última amenaza del ladrón fue ordenarles a los tres damnificados que se quedaran escondidos detrás del mostrador. Todos hicieron caso, hasta que se cercioraron de que el asaltante estaba lejos.

Sin embargo, los inconvenientes siguieron: “Nos dejó encerrados y se llevó la llave. Tuvimos que romper el vidrio de la puerta para salir porque ni siquiera podíamos llamar por teléfono. El ladrón cortó los cables para que no pudiéramos pedir ayuda”, relató Miguel ante la consulta de EL DIA.

Tanto ese vecino como el otro cliente, de 19 años, resultaron ilesos. Ambos debieron quedarse al menos una hora en la puerta del negocio a la espera de poder conseguir nuevas llaves para sus autos, además del trabajo que hizo un cerrajero en el local.

Lo que agregó fastidio a todos fue que “el patrullero tardó media hora en llegar”, se quejó Miguel.

Del delincuente, que habría salido caminando hasta perderse después de dar vuelta a la esquina, por el momento no hay ningún rastro. Sin poder confirmarlo, los damnificados especularon que lo haya acompañado un cómplice.

Este episodio provocó por último la sorpresa vecinal: “Somos clientes habituales y nos sorprende mucho esto”, destacó Miguel.