El sello de un genio

INFORME
Por NICOLAS NARDINI

Oscar Niemeyer, el recordado arquitecto carioca que fue ícono universal del modernismo, no pudo ver terminada su última gran obra. Como ocurrió con Gaudí y su “Sagrada Familia” en Barcelona.

De todos modos, sus obras trascienden en el tiempo y son legados para las generaciones que vienen.

Como no podía ser de otra manera, sobre los conceptos de Niemeyer, que fue el autor de los proyectos de los emblemáticos edificios públicos construidos para crear Brasilia como capital del país en 1960, se levantó el impactante Estadio Nacional “Mané Garrincha”, en honor a uno de los más grandes jugadores brasileños de todos los tiempos.

Los 288 pilares sobre los que se levanta la enorme fachada del estadio le dan un formato que lo emparenta con los edificios más importante del Distrito Federal brasileño. El estadio siguió el concepto de monumento que tienen las diversas reparticiones públicas de la región, para cerrar un círculo arquitectónico iniciado en los años 60´.

Con más de 72 mil butacas, es el segundo en capacidad de todos los campo que se usarán en la copa.

MAS QUE UNA CANCHA

El Estadio Nacional es mucho más que una cancha de fútbol. En él hay diferentes opciones para la gastronomía, un museo y está todo acondicionado para que el edificio sea incluido en el tour de recorrida por los puntos emblemáticos de la capital del vecino país.

De todos los escenarios construidos o reformados para el Mundial, fue el que sacó mejor nota en el concepto de sostenibilidad, basado en el ahorro y reaprovechamiento de la energía y contribución contra la contaminación. El nuevo gigante recibirá siete partidos y ya pasó una prueba de fuego en la Copa Confederaciones.