Veinte años rompiendo moldes

En sus inicios la miraban de reojo porque no era ni una cosa ni la otra: mucho para el folclore, poco para el rock. Sin embargo, con el tiempo, Arbolito se consolidó como una banda que fusionó lo mejor de los dos géneros hasta abrazar un sonido propio al que, además, y como sello característico, le sumó el contenido social con temas que la posicionan como una agrupación que no incluye a la tibieza dentro de su adn artístico.

El quinteto integrado por Agustín Ronconi (voz), Ezequiel Jusid (voz y guitarras), Andrés Fariña (bajo y voz), Pedro Borgobello (vientos y voz) y Diego Fariza (batería y percusión) se formó musicalmente en la Escuela de Música Popular de Avellaneda, y se fue haciendo grande entre espacios de resistencia, festivales asamblearios, fábricas recuperadas, lugares populares a los que llegaban en la “Chata”, un vehículo que, para ellos, fue mucho más que un medio de transporte, casi como un segundo hogar.

Desde 1997 a esta parte ha corrido mucha agua bajo el puente, sin embargo, el espíritu de creatividad rebelde y comprometida sigue siendo su norte.

“Cuando comenzamos no teníamos muy definido el sonido de la banda, nos pasaba que éramos muy ruidosos para las peñas y para el circuito del rock nos miraban medio raro cuando entrábamos con charangos y quenas. Y eso fue haciendo que nos movamos por un camino alternativo, fuera de los circuitos, hasta que amasamos nuestro propio sonido, y ya no teníamos que explicar tanto lo que hacíamos”, reflexionó, a modo de balance, Agustín Ronconi, en diálogo con EL DIA.

Según el cantante, todo lo que les pasó fue “aún más lindo” de lo que habían podido soñar, y todo, dijo, se fue dando paso a paso, sin desbandarse de su esencia.

“Cuando se presentan dificultades de alguna manera aflora esa creatividad y espontaneidad de arreglarnos con lo que tenemos, siempre aprovechando la experiencia y el camino recorrido. Pero en definitiva lo que nos hace andar es subir a un escenario, tocar, que es lo que nos gusta: conectar con la gente. Siempre hay energía para tocar”, dijo el vocalista.

LE PUEDE INTERESAR

Con alas de libertad

LE PUEDE INTERESAR

Deseo de vivir

Para Arbolito, su génesis, fue fundamental y fundacional el hecho de haber conocido a Osvaldo Bayer. “Tener ese visto bueno, ese padrinazgo simbólico, de compartir encuentros y luchas con él, eso nos marcó muchísimo y nos abrió un camino”, consideró Ronconi. Y entre esos portales fueron importantes “los reconocimientos y llamados de Hijos, Madres y Abuelas, de organismos de Derechos Humanos cuando estuvieron las asambleas barriales de 2001, que fue algo muy valioso para nosotros”.

En la consolidación de la banda, además, fue importante el concierto que realizaron en el Luna Park (2010), “que era algo que nunca habíamos soñado, un lugar a dónde fuimos a ver a tantos grosos, y de repente llenarlo y haber podido hacer nuestra propia fiesta, fue algo increíble”. Así como el hecho de, en todos estos años, haber podido colaborar con grandes figuras de la talla de León Gieco, Chizzo de La Renga, Liliana Herrero, Peteco Carabajal, “toda gente con la que crecimos, referentes”.

Pero si hablamos de bisagras, sobre todo en lo profesional, “Cuando salga el sol” (2007, Sony) es, sin dudas, una de ellas, por haber sido su primera incursión en el mundo de las discográficas.

-¿Por qué tardaron tanto en animarse a entrar en ese circuito?

-La verdad es que fue un poco por prejuicio porque siendo una banda militante de lo independiente, de lo autogestivo, no buscamos tener un contrato y los acercamientos que habíamos tenido no habían sido serios ni convincentes. Pero cuando se acercó Dani Williams, nos pareció que era un momento piola para laburar con una compañía y grabar bien El nos decía que los temas eran hermosos, que tocábamos bárbaro, que el público era impresionante pero los discos suenan mal. Hacía diez años que tocábamos pero nunca habíamos entrado a un estudio de grabación. Así que eso fue fundamental.

Así que analizamos los pro y los contra, y logramos un contrato que nos sirva y nos deje tranquilos. La verdad es que estuvo bien la experiencia.

-Aún así, siguen manteniendo el espíritu autogestivo...

-Sí. Se puede ser independiente porque si uno usa esos recursos en pos de lo artístico y lo que vos querés transmitir, eso está bueno. Pero tenés que tener bien claro hacia donde querés ir, si te agarra medio flojo, te podés ‘desnortás’ y te alejás de la esencia de tu proyecto. Nosotros lo que hicimos fue sumar estructura y gente profesional que potenció lo que ya hacíamos. Teníamos muchos prejuicios y medios en relación a si la compañía iba a torcernos, pero no pasó nada de eso.

En el marco de los festejos por los veinte años, Arbolito festejará la ocasión en Sala Ópera, 58 entre 10 y 11, mañana desde las 21, con Lo Que Quedó de Anoche y Purparlé como invitados.