Crece la demanda por las escuelas técnicas y ya genera listas de espera en segundo año

“En diciembre del año pasado nos ocurrió lo que nunca. La noche del día anterior al fijado para que comience la inscripción a primer año, había padres en la puerta de la escuela, con sillitas y mate. Y en un solo día, el primero, completamos el cupo”. El relato de Paola Dediego, directora de la Escuela Técnica Nº 2 de Berisso, no describe un hecho aislado. Más bien, la punta de un iceberg: la demanda sobre las técnicas no para de crecer, al punto de que muchas ya tienen lista de espera para primero y para segundo año.

La Técnica 2 “Emilio Rebuelto”, situada en 12 y 169 de la ciudad ribereña, hace tres años tenía seis primeros; hoy cuenta con ocho. Su par de Ensenada, la Escuela “Santiago de Liniers” que se levanta en Cestino y Güemes, en 2014 contaba con cinco primeros, en 2015 sumó el sexto y el año pasado, el séptimo. El “industrial” de Los Hornos (Técnica 3 de La Plata, de 139 y 63), cinco años atrás tenía cuatro primeros, actualmente son siete.

Jornada completa, escuelas organizadas, buena formación, un título que abre la puerta de un trabajo calificado, son algunas de las causas del sostenido crecimiento de la demanda

“La creciente demanda nos obligó a expandirnos, pero este tipo de colegios poseen una limitación objetiva. Los chicos y chicas cursan todo el día, en un turno la teoría y en el otro los talleres. Entonces, por un lado tenés a los mil estudiantes en el edificio durante la jornada completa, y por el otro, hay que garantizar que la totalidad del alumnado tenga la práctica necesaria con las máquinas y herramientas. Es decir, los talleres no pueden ser masivos”, explicó el vicedirector de la Escuela Técnica 3 de Los Hornos, Carlos Toledo.

El profesor apuntó que “el crecimiento de la demanda ha sido exponencial. Para este ciclo lectivo, por ejemplo, anotamos a 210 alumnos en los siete primeros y quedaron más de 70 en lista de espera”, puntualizó, aunque resaltó que eso viene ocurriendo hace tiempo y no es novedad. “Lo novedoso es que muchas familias los inscriben, y si quedan en lista de espera los llevan a un secundario común y vuelven en segundo para ver si se hizo una vacante. Incluso hay casos de pases en tercero y cuarto”, subrayó.

La profesora Rosana Di Plácido, directora de la Escuela Técnica 2 de Ensenada, conocida como “el industrial” en esa ciudad y con una larga y rica historia, explicó el enorme esfuerzo que implica entrar en segundo o tercero. “Primero, esos alumnos pasan de un régimen de media jornada a otro de jornada completa. Deben cursar la parte teórica y los talleres, más educación física y construcción de la ciudadanía, y los trayectos académicos de primer año que no tuvieron en la secundaria común”, detalló, para opinar que “el que llega a los últimos años en una escuela técnica es porque le gusta. No es sencillo sostener el ritmo de estudio y la carga horaria”.

Pero es durante y al final de ese camino, que los padres -primero- y los chicos -después- encuentran “la diferencia que ha provocado esta demanda en permanente aumento sobre las escuelas técnicas”, coinciden los directivos de los colegios consultados.

“PRIVADA O TECNICA”

La jornada completa. El título de técnico con que egresan los chicos, que les abre el camino hacia un trabajo calificado. Una mejor formación. Una escuela organizada. Son las causas que más se repiten a la hora de consultar a docentes y padres.

Una madre que participó en uno de los focus group (anónimos) que organizó el Observatorio de Calidad Educativa de la provincia de Buenos Aires para estudiar la relación familia-escuela, dejó una reflexión que aporta al tema: “Yo encuentro grandes diferencias entre el bachillerato estatal y las escuelas técnicas estatales: los profesores de los talleres son más contenedores, hay más vínculos, y seguimiento a los alumnos”.

Contención, vínculo docente-alumnos y seguimiento de los chicos, tres cuestiones que no tienen que ver con el título de técnico ni con el nivel académico, pero que hoy en día los padres ponen en un primerísimo plano a la hora de elegir escuela secundaria para sus hijos.

Cuando en 2014 saltaron todas las alarmas por un aumento de la demanda del 25% sobre las escuelas técnicas bonaerenses, la entonces directora del “industrial” de Berisso, Fabiana Pallotto, confió: “Al menos en esta ciudad, la alternativa para la mayoría de las familias pasa por colegio privado o escuela técnica”.

La directora actual, Paola Dediego, situó el origen de la creciente demanda en torno al 2007. “Cuando se volvió a conformar la escuela técnica como antes de la reforma educativa que instauró la EGB y el Polimodal, la expectativa de las familias fue in crescendo. El problema es que si bien aumentó la matrícula, no lo hizo acompañada de una expansión edilicia. No tenemos más espacio”, señaló, en consonancia con sus pares de otros establecimientos.

Al problema del espacio físico de los colegios, se suma que las secundarias que se han creado -al menos en la Región- de unos años a esta parte han sido bachilleratos. De hecho, La Plata cuenta con 105 secundarias comunes y 9 técnicas. La desproporción se mantiene si se toma en cuenta toda la Región Educativa I, que además incluye a Berisso, Ensenada, Brandsen, Magdalena y Punta Indio: 167 secundarias comunes frente a 16 técnicas (ver gráfico).

EL REGRESO

Dediego también acordó con Carlos Toledo, del industrial hornense, en que “los padres vuelven en segundo y en tercero si el chico o chica quedó en lista de espera en primero, pese a todo el sacrificio que ello implica”, realzó, en referencia a que los adolescentes, si entran “tarde”, deben cursar materias de años anteriores.

“Nosotros -continuó- tenemos ocho primeros, ocho segundos y ocho terceros, y reservamos un curso para repetidores. En su momento algunos no lo vieron bien, pero lo cierto es que los resultados fueron excelentes. Cursando con chicos en su misma situación, con un seguimiento personalizado por parte de los docentes, la nivelación con el resto se fue concretando, al punto que en 2016 bajamos tanto la repitencia que nos permitió comenzar a llamar a chicos que estaban en lista de espera para primer año”, comentó.

El colegio industrial genera sentido de pertenencia, no sólo de sus alumnos sino de los profesores. Una muestra -entre tantas- se puede encontrar en la Técnica 3 platense. “Cuando arrancó el 7º año de prácticas profesionalizantes, al principio todo fue muy complicado. Había que firmar convenios con empresas, que en ese entonces tenían temor ante lo nuevo, o desarrollar proyectos en la institución que formaran bien a los chicos y que los entusiasmaran. Aquí, la especialidad automotores estaba en la cuerda floja -contó Toledo-. Fue entonces cuando un profesor trajo su auto de carrera. Fue una revolución. Hoy, los alumnos de 7º forman parte del equipo que lo prepara”, subrayó.

“El problema es que el aumento sostenido de la matrícula nunca fue acompañado por una expansión edilicia. Las escuelas técnicas no tenemos más espacio”

Dediego aseguró que “a fin de año, muchas empresas ya comienzan a llamarnos para que los alumnos cubran vacaciones. Muchos han quedado efectivos y seguirán quedando”, destacó, para abonar la importancia del sentido de pertenencia. “(Los chicos) están acá de 7,30 a 12,50 y de 14 a 18. Se genera un ambiente ideal. Sobre todo cuando empiezan a desarrollar proyectos en equipo en los años superiores. Trabajan sobre cosas reales, y exponen en las ferias y en las olimpíadas. Sienten un orgullo especial. Incluso, suele pasar que se quedan más horas trabajando o hasta vienen los sábados”, expresó.

No es extrañar, entonces, que “no pocos sean los que hacen el ciclo básico en una Media y luego regresan para hacer de 4º a 7º, para lo cual deben realizar un curso de nivelación obligatorio y rendir todos los talleres”.

“Chicos con ganas de venir al colegio y profesores comprometidos, en una escuela organizada. No hay muchos secretos”, remató el vicedirector de la Técnica 3.