Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Séptimo Día |PERSPECTIVAS

La cara B del teléfono celular

7 de Enero de 2018 | 08:16
Edición impresa

Por SERGIO SINAY
sergiosinay@gmail.com

Transcurrieron apenas tres décadas desde que aparecieran aquellos pesados artefactos, del tamaño y la forma de un zapato, que eran los primeros teléfonos celulares. Quienes los portaban debían acarrear, además, un suplemento, la enorme batería, y ver a sus pocos portadores hablando solos y a los gritos en lugares públicos o en la calle provocaba miradas divertidas y hasta la sospecha sobre la salud mental de las personas en cuestión. Hoy existen 7.300 millones de abonos a telefonía celular en todo el mundo, mientras la cantidad de habitantes del planeta asciende a 7.200 millones. Es decir, más celulares que personas, según el Mobily Report, de la compañía Ericsson.

La Argentina no solo no escapa a ese fenómeno, sino que, como suele suceder cuando se trata de exagerar, con apenas 40 millones de habitantes se ubica en el vigésimo puesto en cuanto al uso de teléfonos móviles. Hoy se sabe que la palabra teléfono, adjudicada a estos aparatos, es obsoleta. Lo que menos se hace con ellos es usarlos como teléfonos. Son computadoras portátiles, resultan una suerte de cordón umbilical que une a sus usuarios con internet y los convierte en habitantes del mundo virtual. Habitantes full time, por lo demás, ya que se ha impuesto el hábito, con escasas y honrosas excepciones, de que quien tiene un celular no lo apaga ni para dormir (por no hablar de bañarse, participar de reuniones o mantener relaciones sexuales el móvil participa de todos y cada uno de los momentos del usuario).

Si bien en la Argentina hay unos 65 millones de líneas de telefonía celular, no todas están en uso. Pero se estima, según las compañías operadoras, que más de 40 millones sí se usan. Si se calcula, como lo hace el Banco Mundial, que la población económicamente activa del país (es decir, las personas en condiciones de trabajar, aunque no todas lo hagan) es de 19 millones, y que es esa población la que estaría en condiciones de comprar un teléfono y pagar por su uso, habría más de dos aparatos por persona en el territorio nacional.

CREANDO INCOMUNICADOS

Así, en muy pocos años aquel pesado e incómodo artefacto inicial pasó a convertirse en un adminículo infaltable en las carteras de las damas y los bolsillos de los caballeros. Y quien hoy despierta sonrisas irónicas, miradas sospechosas y hasta asombro es aquel individuo capaz de circular mirando a su alrededor, observando el cielo, el paisaje, la arquitectura, las personas, oyendo los ruidos de la naturaleza o de la ciudad, escuchando voces reales, mientras lo rodea una multitud de híper conectados con los oídos obstruidos por audífonos y auriculares, las miradas atrapada por las pantallas, ajenos a todo lo que los rodea, es decir a la realidad inmediata y tangible del mundo que habitan.

Anunciado y celebrado como una poderosa herramienta de comunicación, el teléfono móvil empieza a mostrar, a esta altura de su presencia en nuestra vida cotidiana, efectos opuestos a los prometidos. Acaso el más notorio, y pese a ello el menos detectado (o aceptado), es que contribuye a la incomunicación. Hoy los encuentros físicos entre personas de carne y hueso, que tienen vínculos reales, están frecuentemente intervenidos o interrumpidos por la presencia del celular, ya sea a través de mensajes de texto, whatsapp, twitter, correos electrónicos o llamadas. El pretexto pude ser laboral, familiar, una supuesta urgencia, etcétera. En general, nada por lo cual el mundo pudiera detenerse o la vida en el planeta acabarse. Pero alcanza para que los presentes estén ausentes y los ausentes presentes. El pretexto que ofrecen las prestaciones del teléfono hace que personas que viven en la misma ciudad, o en el mismo barrio, que compartían presencias y experiencias, que se encontraban en momentos nutricios para el vínculo y reparadoras para el alma, hayan espaciado esos encuentros o ya no los tengan.

“Quien no es capaz de habitar su soledad necesita siempre la presencia real o virtual de los otros para sentirse encuadrado”

Tanto “estar disponible”, una justificación para hacerse de un celular, como “localizable”, según el pretexto bajo el cual padres compran móviles a hijos pequeños, son consignas vulnerables. Hasta la aparición del celular la gente siempre estuvo disponible para lo necesario e importante y los humanos tuvieron, desde su prehistoria, modos de encontrarse y reunirse. Así se vivieron amores, se crearon familias, se construyeron, trenes, barcos y aviones, se crearon antibióticos, se inventó la imprenta, la radio, el cine y la televisión. Ninguno de esos protagonistas tenía celulares. En cuanto a la localización de los hijos, los padres responsables y atentos siempre supieron cuidar y guiar la crianza y la enseñanza a través de la educación, la cercanía, la presencia, la creación de vínculos de confianza y lo hicieron sin celulares. La inmensa mayoría de los humanos de todas las generaciones llegó a la adultez, no pereció en el intento, a pesar de los peligros que siempre hubieron en el mundo, todos regresaron de viajes, de fiestas, de excursiones, de casas de amigos, y lo hicieron sin celulares. La vida existía, sin duda, antes del móvil.

EL FIN DE LA LIBERTAD

“Quien no es capaz de habitar su soledad necesita siempre la presencia real o virtual de los otros para sentirse encuadrado”, señalan el psicoanalista argentino Miguel Benasayag y la filósofa francesa Angélique del Rey en su ensayo “Nunca más solo”, un lúcido estudio sobre el fenómeno del móvil en la vida contemporánea. A partir del celular se construyen ilusiones. Una es que nadie está solo. ¿Pero de verdad está con otros, o solo con la voz, el mensaje, el otro mediatizado, fantasmal? Una segunda ilusión es la de la localización. ¿De veras localizable significa “seguro”, o la localización es una forma de control, de intromisión, de falta de respeto en algunos casos y falta de confianza en otros? Baste el ejemplo de la localización en el plano laboral y profesional. A partir del celular el horario de trabajo se extendió a 24 horas, quien no esté “localizable” a cualquier hora y en cualquier lugar puede perder un trabajo o un cliente. La conquista de la jornada laboral de ocho horas, lograda a costa de vidas, se pierde. Así, advierten Benasayag y del Rey, en lugar de ser nómades libres, como propone otra ilusión tecnológica, “nos alejamos de nuestra potencia y de nuestra capacidad de acción”. Podríamos agregar que también perdemos habilidades y energías para los encuentros reales con seres reales.

¿Habría que eliminar los celulares, entonces? ¿Combatirlos? En realidad, no son los culpables de los males señalados, sino sus disparadores. Quienes están de veras comunicados se siguen comunicando por muchos medios, quienes siguen interesados en el mundo real lo siguen explorando, quienes se nutren de momentos y experiencias compartidas las siguen creando y viviendo, quienes respetan su propia intimidad la siguen cultivando y quienes respetan la de los otros no la invaden. “Podemos intentar crear y desarrollar prácticas de unión, de creación de vínculos, que permitan marginar al móvil sin designarlo culpable de los males sociales”, escriben Benasayag y del Rey. Mirarnos, hablarnos, escucharnos, encontrarnos y, cuando compartimos la experiencia del encuentro real, poner por delante al ser humano y dejar al celular solo como un instrumento, que bien puede apagarse y descansar.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Básico Promocional

$135/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $2590

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme

Full Promocional

$190/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $3970

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme
Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$135.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $2590.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla