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La Ciudad |138º ANIVERSARIO DE EL DIA

El Palacio Gibert, ícono local del art nouveau y de la alta sociedad

El magnífico petit hotel situado en diagonal 80 entre 2 y 3 es un testimonio claro de una época de esplendor de nuestra ciudad. Su espectacular salón cobijó las más lucidas reuniones sociales de un siglo atrás

El Palacio Gibert, ícono local del art nouveau y de la alta sociedad

La biblioteca de la Universidad del este ocupa el magnífico salón en el que abundaron las reuniones sociales, en una época en la que la ciudad comenzaba a crecer / G. Calvelo

2 de Marzo de 2022 | 04:33
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Cuando la estación ferroviaria platense -originalmente emplazada en el actual Pasaje Dardo Rocha- inauguró las instalaciones de 1 y 44 en febrero de 1906, se produciría en La Plata un drástico cambio urbanístico, arquitectónico, comercial y hasta de características sociales.

Pocos días después de inaugurarse la nueva estación, comenzaron a levantarse las vías que cruzaban por diagonal 80 de 1 a 6. Hasta ese momento, la arteria no tenía significativas edificaciones debido a que el paso de aquellos pesados trenes causaba vibraciones que repercutían en las construcciones, las que por esa razón debían ser de una sola planta.

Pero ya sin vías y encontrándose la estación en 1 y 44, diagonal 80 -hasta ese momento llamada popularmente “Avenida Ferrocarril”- se convirtió en el paso obligado de quienes llegaban a La Plata para dirigirse a la zona céntrica. Así, aprovechando esa situación, rápidamente la arteria comenzó a poblarse de elegantes negocios y suntuosas viviendas.

En muchos casos, la planta baja era ocupada por locales comerciales sobre los que se edificaban elegantes pisos, mientras que en otros, directamente se levantaban los primeros y mejores edificios de nuestra ciudad con alturas que no superaban los cuatro pisos pero con ascensores.

Se establecieron casas de moda femenina, bazares con artículos importados, casas de regalos y hasta algunas peleterías, mientras que entre las residencias privadas la mejor y más costosa fue, desde luego, el Palacio Gibert, un fastuoso inmueble del tipo “petit hotel”.

Esta residencia de tres plantas fue levantada para el obstetra que atendía a las damas de la aristocracia platense, Marcelino Gibert, quien le encargo el diseño a un conocido arquitecto y artista plástico italiano como Guillermo Ruótolo, uno de los vanguardistas del art nouveau, quien para ese entonces contaba con una vasta experiencia en los numerosos proyectos que había desarrollado en Europa y Estados Unidos, y que le habían dado fama como uno de los mejores impulsores de ese estilo arquitectónico, muy de moda en esa época (fines del siglo XIX y principios del XX) entre las familias adineradas.

En el por demás suntuoso y llamativo inmueble se establecería el consultorio y la vivienda familiar de los Gibert, cuya edificación, sin pausas, se realizó en todos sus detalles a lo largo de 4 años, entre 1910 y 1914.

“Ruta del Art Nouveau”

El 16 de mayo de 2018, por iniciativa de la Asociación Art Nouveau Buenos Aires (AANBA) y del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios de Argentina (ICOMOS), la ciudad de La Plata fue oficialmente integrada a la “Ruta Argentina y Americana del Art Nouveau”, y el acto protocolar tuvo lugar en el Palacio Gibert, actualmente perteneciente a la Universidad del Este. Aunque en nuestra ciudad hay otras edificaciones exponentes de ese estilo, la de Diagonal 80 es la más destacada.

TERTULIAS Y CELEBRACIONES

En la planta baja del Palacio Gibert, a la que se accedía desde la calle por una escalera de mármol, se encontraba el amplio hall central coronado en la parte más alta de la edificación por un precioso y colorido vitraux que reproduce la fábula de “la zorra y las uvas”.

También se encontraban en esa planta el consultorio de Gibert con un pequeño anexo para la espera, el comedor principal y el enorme y magnífico salón.

Esta última dependencia es la más destacada de toda la residencia, porque allí tuvieron lugar durante años numerosas tertulias, reuniones y celebraciones de las más distinguidas familias platenses, con las que el médico había trabado fuertes relaciones de amistad a través del ejercicio de su profesión.

Además, el Dr. Gibert, según las crónicas sociales de la época, gustaba de ofrecer recepciones a sus amistades prácticamente todos los fines de semana, y fue precisamente en ese emblemático ámbito de la Ciudad, en donde se forjaron muchos romances entre miembros de las familias asistentes y que terminaron en matrimonios de apellidos muy conocidos en la sociedad platense.

La sala, de generosas dimensiones, tenía el piso de roble de Eslavonia; portales de fina madera trabajada artísticamente representando distintas figuras de la naturaleza; cielorrasos ornamentados en todo su perímetro con decoraciones rectilíneas de yeso con figuras en todos los ángulos.

Las paredes estaban armoniosamente vestidas con pinturas, en su mayoría de artistas italianos, y dos amplios y espléndidos gobelinos parisinos. Una espectacular araña de bronce con tulipas de alabastro colgaba en el centro de la sala.

Al primer piso se llegaba a través de una artística escalera de roble, que daba a una galería perimetral con acceso a todos los dormitorios. En la tercera planta se encontraban, la cocina, desde la que se hacía llegar la comida a la planta baja por medio de un montacargas; un comedor diario, que daba a un jardín de invierno, y los cuartos del personal doméstico.

LENTA DECADENCIA

Tras sufrir una breve dolencia, el domingo 11 de mayo de 1919 falleció el Dr. Marcelino Gibert, quien pudo disfrutar durante sólo cinco años de la vivienda en la que no había escatimado gastos para su edificación. Tras el periodo de luto de un año, habitual para la época, lentamente las reuniones sociales volvieron a realizarse en el Palacio Gibert, pero ya más espaciadamente y sin el brillo y animación que les daba su destacado anfitrión.

A mediados del siglo pasado el edificio fue vendido y tras permanecer un tiempo cerrado, se habilitó allí una suerte de galería comercial con los locales ubicados en las dos primeras plantas. Luego el inmueble cambió de manos, estuvo cerrado un largo lapso al cabo del cual los cuartos del segundo piso comenzaron a ser alquilados a familias o personas solas, mientras que en la planta baja se instaló un restaurante.

En la segunda mitad de la década de los años setenta el Palacio Gibert volvió a ser cerrado y así, el deterioro que el inmueble fue sufriendo a lo largo del tiempo, terminó por sumirlo en un estado de total abandono, al punto de que a fines de 1982 salió a la venta para demolición y utilización del terreno, lo que encendió gran alarma entre numerosos ciudadanos platenses amantes de las buenas y emblemáticas edificaciones de nuestra ciudad.

Una imagen del interior del edificio, ubicado en Diagonal 80 / G. Calvelo

Ello motivó que el 30 de diciembre de 1982 la Municipalidad sancionara la Ordenanza 5.338, en cuyo artículo primero se dispone que la comuna “no autorizará demoliciones, ampliaciones, cambios de uso y/o refacciones bajo cualquiera de sus formas en edificios cuya data original sea anterior al año 1930 inclusive, cualquiera sea su magnitud y/o destino, localizados en el Área Urbana, sin la conformidad previa de la Comisión de Preservación del Patrimonio Monumental, Arquitectónico”.

Así el Palacio Gibert se salvó de su demolición y poco después, en 1984, fue adquirido por el Ing. Carlos Orazi, quien durante varios años encabezó una minuciosa puesta en valor del edificio, el que en 2008 fue ocupado por el rectorado de la Universidad del Este, cuya biblioteca ocupa actualmente el magnífico salón en el que abundaron las reuniones sociales de una época en la que nuestra ciudad comenzaba a crecer con orgullo.

 

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