El Perito Moreno hizo del Museo un faro mundial para la ciencia

“¡Cuánto quisiera hacer, cuánto hay que hacer por la Patria! Pero ¿cómo, cómo? ¡Tengo sesenta y seis años y ni un centavo! ¿Cuánto valen los centavos en estos casos? ¡Yo que he dado mil ochocientas leguas a mi patria y el Parque Nacional, donde los hombres de mañana, reposando, adquieran nuevas fuerzas para servirla, no dejo a mis hijos un metro de tierra donde sepultar mis cenizas!”.

En sólo un párrafo del prólogo de su libro “Reminiscencias”, Francisco Pascasio Moreno (31 de mayo de 1852-22 de noviembre de 1919), resumió sin alardes, parte de la inmensa obra que realizó desinteresadamente por nuestro país como perito por Argentina en la determinación de los límites con Chile a la altura del llamado “corredor de los lagos”.

Pero el también conocido como Perito Moreno, o “Pancho” entre los amigos, llevó a cabo gran parte de su obra científica en La Plata, creando y dirigiendo el Museo de Ciencias Naturales, el que rápidamente se convirtió en un verdadero faro internacional de la ciencia, atrayendo durante décadas a prestigiosos científicos de muchos países y personalidades, como Theodore Roosevelt, quien fuera presidente de los Estados Unidos durante dos períodos consecutivos.

Concretamente, desde La Plata, Moreno impulsó un gran avance de la paleontología, la antropología, la geología, la botánica y la zoología. Su aporte científico en estos campos fue enorme y ciertamente revolucionario.

El Museo fue creado por un decreto del gobierno bonaerense el 19 de septiembre de 1884, a partir de un proyecto presentado por Moreno, quien fue su fundador y designado director vitalicio.

CREACIÓN DEL MUSEO

En 1877 en la ciudad de Buenos Aires abrió el Museo Arqueológico y Antropológico, que contenía colecciones conformadas por 15.000 ejemplares de piezas óseas y objetos industriales, todas ellas propiedad de Moreno, quien había gastado gran parte de la enorme herencia familiar en sus viajes de exploración.

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A partir de la federalización de Buenos Aires, en 1880, y la fundación de la ciudad de La Plata como nueva capital de la provincia en 1882, el gobierno provincial dispuso en junio de 1884 el traslado de las colecciones de Francisco Moreno a nuestra ciudad, y la construcción de un edificio que la albergara, cuya obra comenzó en octubre de ese mismo año y concluyó en 1889, aunque la apertura al público se realizó unos meses antes, el 19 de noviembre de 1888.

Moreno dispuso que el Museo platense estuviese organizado en cinco secciones: Antropología, Geología, Zoología, Paleontología y Botánica, a cargo de científicos extranjeros de esas disciplinas científicas, con el objeto de clasificar las colecciones para su exhibición y estudio, realizar expediciones y publicar trabajos científicos. ​

La actividad que Moreno encaró en el recién inaugurado Museo de Ciencias Naturales de La Plata desde su apertura fue titánica. Logró sumar partes de algunas colecciones fósiles de importancia como las de Florentino Ameghino, quien pronto sería designado para trabajar en el establecimiento científico.

También organizó distintas expediciones mediante las cuales se obtuvieron piezas paleontológicas y antropológicas de gran valor científico para la época.

Los comienzos del siglo pasado encontraron a Francisco Moreno completamente abocado a la tarea de ampliar el acervo científico del Museo, el que ya había ganado gran prestigio internacional hacia fines del siglo XIX y era asiduamente visitado por expertos de Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia y Holanda.

Entre 1882 y 1891, Moreno realizó viajes a Córdoba, San Luis, Mendoza y San Juan, en busca de artefactos de culturas precolombinas y de yacimientos fósiles. En 1891, descubrió los petroglifos de Canota, en las cercanías del monumento del mismo nombre, sobre la ruta provincial 52, en la provincia de Mendoza.

Podía decirse que el Museo navegaba con viento en popa bajo la dirección de Moreno, hasta que en 1906 todo cambiaría bruscamente.

LA RENUNCIA

Varios meses después de la nacionalización, en 1905, de la hasta entonces Universidad Provincial de La Plata, y ya en 1906, bajo la presidencia de su fundador, Joaquín V. González, el Museo pasó a formar parte del patrimonio de la UNLP, incorporándose las actividades docentes.

Moreno decidió, entonces, dejar la dirección del Museo por estar en desacuerdo con la nueva orientación, principalmente porque ello significaba una importante reducción de los espacios destinados a la exhibición de las colecciones.

Pero también, le molestó enormemente que las nuevas funciones del Museo de Ciencias Naturales hicieran que la enorme biblioteca personal que Moreno había donado, tuviese que ser dividida; de ese modo, la mayor parte de los volúmenes bibliográficos se convirtieron en una de las bases de la que luego sería la Biblioteca Central de la Universidad.

Cuando en 1913 Theodore Rossevelt visitó el Museo de La Plata, Moreno ya no estaba al frente del establecimiento, pero igualmente acompañó al ex mandatario estadounidense a un corto viaje a la Patagonia, en lo que sería su última visita a ese sector del país por el que tanto hizo y al que tanto amó.

PERITO EN LÍMITES

Al tiempo que dirigía el museo, Moreno, como gran conocedor de la Patagonia a la que realizaba continuos viajes de exploración científica, fue designado al frente de los peritos argentinos que entre 1901 y 1903 actuaron en el diferendo limítrofe con Chile en la zona con epicentro en lo que luego sería la ciudad de Bariloche.

El accionar de Moreno permitió que el laudo arbitral británico posibilitara que nuestro país ganase 1.800 leguas cuadradas de territorio.

Por ello, en 1903 el gobierno argentino, en agradecimiento y a través de la sanción de la Ley 4.192, le otorgó a Moreno 25 leguas cuadradas de tierras fiscales, en un sitio de su elección.

Con un espíritu generoso, una parte de esas tierras Moreno las vendió para financiar comedores para desposeídos en nuestra ciudad y la de Buenos Aires, y las restantes -ubicadas en la región oeste de los territorios de Neuquén y Río Negro, en el extremo oeste del fiordo principal del lago Nahuel Huapi- las donó al gobierno con la condición de que fueran preservadas intactas, previendo la necesidad de la conservación del ambiente que sobrevendría en los años venideros.

El 1 de febrero de 1904, el gobierno aceptó la donación de Moreno y reservó la zona indicada. Recién en 1916 y por decreto de fecha 26 de mayo se nombró un encargado de esta reserva, primera en todo el territorio argentino: se la llamó Parque Nacional del Sur y luego Nahuel Huapi.

Su nombre es recordado en la toponimia argentina; por ejemplo, el glaciar Perito Moreno, la localidad de Perito Moreno y el parque nacional Perito Moreno; asimismo, dentro de la zona patagónica, en la mayoría de las localidades hay una calle que honra su memoria.