La aventura de los platenses que hallaron restos de dinosaurios en la Patagonia
| 13 de Marzo de 1999 | 00:00

Fueron 25 días aislados en paisajes inhóspitos, viviendo en carpas sacudidas constantemente por vientos tan persistentes como intensos y castigados por los ardientes rayos de un sol inclemente. Los primeros seis de esos días los trabajos resultaron estériles. Pero el séptimo, las excavaciones dejaron al descubierto huesos del primero de los dinosaurios encontrados, que cambiaron el curso de la campaña.
Así lo recuerda Agustín Scanferla, uno de los estudiantes platenses que participó de la expedición paleontológica organizada por la Universidad de Buenos Aires, el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, de la capital federal y la Universidad de la Patagonia, con el objeto de investigar el período cretácico en la zona de Santa Cruz y el pasado de los dinosaurios en el cono sur.
El hallazgo -del que participaron también otros dos alumnos de la carrera de biología de la UNLP, Alejandro Haluza y Juan Ignacio Canale- fue considerado particularmente importante por Fernando Novas, jefe del laboratorio de Anatomía Comparada del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia y uno de los organizadores de la expedición, que fue subvencionada por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y contó con el auspicio de distintas firmas comerciales.
Según indicó Novas, las piezas halladas correspondieron a un dinosaurio herbívoro de grandes dimensiones, de cuello y cola larga, cuadrúpedo, que presumiblemente alcanzó a tener 30 metros de largo. El segundo de los ejemplares de los que se hallaron restos fósiles es un carnívoro de pequeño tamaño, que presumiblemente habría llegado a medir un metro y medio. Los restos de ambos ejemplares ayudarían a conocer detalles del tránsito de los dinosaurios desde la actual Antártida hacia la Patagonia, ocurrido hace 80 millones de años.
Uno de los esqueletos, prácticamente completo, fue encontrado cerca del río La Leona, en el sudoeste precordillerano y a 250 kilómetros del glaciar Perito Moreno, en tanto que el otro se encontró en las proximidades de la localidad de Pico Truncado, a unos 700 kilómetros de Río Gallegos.
A los 19 años, Agustín Scanferla ya enumera cuatro campañas paleontológicas rastreando las huellas que dejaron los dinosaurios en el sur argentino. La última, de la que llegó pocos días atrás y en la que hallaron restos de dos dinosaurios del período cretácico, lo encargó ocupando el puesto de encargado técnico de los trabajos de campo.
Según relata, fue él quien invitó a los otros dos participantes platenses de la expedición, Alejandro Haluza y Juan Ignacio Canale, con quienes comparte las aulas de la facultad de Ciencias Naturales de la UNLP. Haluza cursa el segundo año de paleontología y Canale el tercero.
Scanferla, que cursa segundo año de biología con orientación paleontológica en esa facultad, trabaja a su vez en el Museo Bernardino Rivadavia y había participado en distintas campañas destinadas a rastrear las huellas de los dinosaurios cretácicos en el sur desde 1997.
"En las primeras campañas no nos fue muy bien, pero cuando la de 1998 estaba por llegar a su fin encontramos los primeros restos de un dinosaurio cretácico. Lo hallamos en un afloramiento del cretácico superior ubicado en el Cerro Fortaleza y formado por rocas sedimentarias, areniscas y fangolitas. Ese primer descubrimiento nos dio la pauta del potencial del yacimiento. Y durante todo el año trabajamos para volver en febrero de este año específicamente a ese lugar", cuenta.
Así, cuando llegó el momento de volver al lugar en la nueva campaña emprendida en febrero de este año, lo hicieron con la convicción de que iban a encontrar restos.
"Pero los primeros seis días alcanzaron para desalentarnos un poco. Porque a pesar de excavar y buscar en el mismo yacimiento no encontrábamos nada más que algunos restos muy desarticulados que nos hacía pensar que el material se había conservado muy desintegrado", cuenta Scanferla.
El séptimo día les depararía, sin embargo, una sorpresa esperada, cuando uno de los integrantes de la expedición dio al fin con un hueso hueco bastante completo. Al desenterrarlo descubrieron que se trataba de los restos de un dinosaurio.
Tras el hallazgo decidieron picar la zona buscando nuevos restos. Su esfuerzo se vió rápidamente premiado cuando aparecieron ante sus ojos metatarsos, falanges y uñas del mismo animal.
"Seguimos excavando y terminamos por encontrar casi todos los restos de la pata de ese animal en un estado articular muy bueno", dice Scanferla.
El segundo hallazgo se logró a partir de un dato obtenido en la región, que les permitió encontrar, después de tres días de excavación los restos de un segundo dinosaurio.
Los expedicionarios destacaron a su vez que las prospecciones le permitieron encontrar tortugas cocodrilos y rocas que les dieron pautas importantes para reconstruir el ambiente y la fauna del período cretácico en esa región de la Patagonia, de cuyos dinosaurios hasta ahora se sabía poco, porque sólo se habían hallado restos en Río Negro y Neuquén.
"El trabajo de campo en un territorio agreste buscando restos de dinosaurios es una mezcla de ciencia con aventura", dicen los estudiantes platenses que participaron de la expedición.
Así lo recuerda Agustín Scanferla, uno de los estudiantes platenses que participó de la expedición paleontológica organizada por la Universidad de Buenos Aires, el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, de la capital federal y la Universidad de la Patagonia, con el objeto de investigar el período cretácico en la zona de Santa Cruz y el pasado de los dinosaurios en el cono sur.
El hallazgo -del que participaron también otros dos alumnos de la carrera de biología de la UNLP, Alejandro Haluza y Juan Ignacio Canale- fue considerado particularmente importante por Fernando Novas, jefe del laboratorio de Anatomía Comparada del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia y uno de los organizadores de la expedición, que fue subvencionada por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y contó con el auspicio de distintas firmas comerciales.
Según indicó Novas, las piezas halladas correspondieron a un dinosaurio herbívoro de grandes dimensiones, de cuello y cola larga, cuadrúpedo, que presumiblemente alcanzó a tener 30 metros de largo. El segundo de los ejemplares de los que se hallaron restos fósiles es un carnívoro de pequeño tamaño, que presumiblemente habría llegado a medir un metro y medio. Los restos de ambos ejemplares ayudarían a conocer detalles del tránsito de los dinosaurios desde la actual Antártida hacia la Patagonia, ocurrido hace 80 millones de años.
Uno de los esqueletos, prácticamente completo, fue encontrado cerca del río La Leona, en el sudoeste precordillerano y a 250 kilómetros del glaciar Perito Moreno, en tanto que el otro se encontró en las proximidades de la localidad de Pico Truncado, a unos 700 kilómetros de Río Gallegos.
A los 19 años, Agustín Scanferla ya enumera cuatro campañas paleontológicas rastreando las huellas que dejaron los dinosaurios en el sur argentino. La última, de la que llegó pocos días atrás y en la que hallaron restos de dos dinosaurios del período cretácico, lo encargó ocupando el puesto de encargado técnico de los trabajos de campo.
Según relata, fue él quien invitó a los otros dos participantes platenses de la expedición, Alejandro Haluza y Juan Ignacio Canale, con quienes comparte las aulas de la facultad de Ciencias Naturales de la UNLP. Haluza cursa el segundo año de paleontología y Canale el tercero.
Scanferla, que cursa segundo año de biología con orientación paleontológica en esa facultad, trabaja a su vez en el Museo Bernardino Rivadavia y había participado en distintas campañas destinadas a rastrear las huellas de los dinosaurios cretácicos en el sur desde 1997.
"En las primeras campañas no nos fue muy bien, pero cuando la de 1998 estaba por llegar a su fin encontramos los primeros restos de un dinosaurio cretácico. Lo hallamos en un afloramiento del cretácico superior ubicado en el Cerro Fortaleza y formado por rocas sedimentarias, areniscas y fangolitas. Ese primer descubrimiento nos dio la pauta del potencial del yacimiento. Y durante todo el año trabajamos para volver en febrero de este año específicamente a ese lugar", cuenta.
Así, cuando llegó el momento de volver al lugar en la nueva campaña emprendida en febrero de este año, lo hicieron con la convicción de que iban a encontrar restos.
"Pero los primeros seis días alcanzaron para desalentarnos un poco. Porque a pesar de excavar y buscar en el mismo yacimiento no encontrábamos nada más que algunos restos muy desarticulados que nos hacía pensar que el material se había conservado muy desintegrado", cuenta Scanferla.
El séptimo día les depararía, sin embargo, una sorpresa esperada, cuando uno de los integrantes de la expedición dio al fin con un hueso hueco bastante completo. Al desenterrarlo descubrieron que se trataba de los restos de un dinosaurio.
Tras el hallazgo decidieron picar la zona buscando nuevos restos. Su esfuerzo se vió rápidamente premiado cuando aparecieron ante sus ojos metatarsos, falanges y uñas del mismo animal.
"Seguimos excavando y terminamos por encontrar casi todos los restos de la pata de ese animal en un estado articular muy bueno", dice Scanferla.
El segundo hallazgo se logró a partir de un dato obtenido en la región, que les permitió encontrar, después de tres días de excavación los restos de un segundo dinosaurio.
Los expedicionarios destacaron a su vez que las prospecciones le permitieron encontrar tortugas cocodrilos y rocas que les dieron pautas importantes para reconstruir el ambiente y la fauna del período cretácico en esa región de la Patagonia, de cuyos dinosaurios hasta ahora se sabía poco, porque sólo se habían hallado restos en Río Negro y Neuquén.
"El trabajo de campo en un territorio agreste buscando restos de dinosaurios es una mezcla de ciencia con aventura", dicen los estudiantes platenses que participaron de la expedición.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE