La realeza británica se vistió de boda, con un toque más popular
| 20 de Junio de 1999 | 00:00

LONDRES.- Gran Bretaña vivió ayer la última boda real del milenio, la menos pomposa, pero también una de las más simbólicas, al punto que la prensa ya la llama la "boda del pueblo"
El hijo menor de la reina Isabel II de Inglaterra, el príncipe Eduardo, contrajo matrimonio con la plebeya profesional en relaciones públicas relacionista pública Sophie Rhys-Jones, en el Castillo de Windsor.
A las 17.01 (14.01 de Argentina), Sophie, de 34 años, subió los veintidós peldaños de la Iglesia San Jorge de la mano de su padre, Christopher, para encontrarse con su prometido y jurarse mutuos votos.
La ceremonia -que guió el reverendo Peter Nott, obispo de Norwich- fue impecable, a excepción de la dificultad de Eduardo a la hora de colocar el anillo de bodas.
La prensa británica habla del nuevo estilo de la realeza como también de la "boda del pueblo", para tratar de darle cierto carisma del que carecieron los 45 minutos que duró la celebración.
Sophie, un año menor que su flamante esposo, es ahora la alteza real, condesa de Wessex en concordancia con el título que la reina Isabel le otorgó como regalo de bodas a su hijo durante la jornada.
Eduardo también heredará el Ducado de Edimburgo al momento de la muerte de la Reina y el actual duque, Príncipe Felipe, aunque el flamante matrimonio decidió que sus hijos no tendrán un tratamiento de altezas reales.
Eduardo había arribado a las 16.40 con los príncipes Carlos y Andrés, mientras la Reina Madre -que vestía un color lavanda- entró por un lateral de San Jorge para sentarse junto a su hija Margarita.
La Reina llegó junto al Príncipe Felipe a las 16.50 (13,50 de la Argentina), para ubicarse en la primera fila de bancos de la imponente iglesia en la que también estaban presentes los príncipes Guillermo, Enrique, Eugenia y Beatriz.
Dentro de los 500 invitados al evento estuvieron los miembros de la monarquía, la familia Rhys-Jones, y amigos e integrantes de las dependencias reales.
También se entregaron 8.000 tickets a vecinos de Windsor y de los alrededores para que puedan seguir la ceremonia dentro del del castillo.
Con esta boda, los novios buscaron promover una imagen más moderna de realeza, acusada de estar fuera de contacto con "sus súbditos" a raíz de la muerte de la princesa Diana, en 1997, con una efusiva muestra de dolor.
Tras los divorcios de su hermana y sus dos hermanos, Eduardo se tomó su tiempo para pedir la mano de Sophie. Finalmente lo hizo durante unas vacaciones en las Bahamas.
Luego de dar el "sí" en medio de aplausos y gritos de los vecinos congregados en la puerta de la iglesia, la pareja se unió a los invitados para cantar "Dios guarde a la Reina".
Sophie se inclinó un poco y luego hizo la reverencia a la Reina Isabel, y por primera vez le dio tributo a su suegra.
Después los novios se alejaron en un carruaje a través de la multitud.
Después de su paseo por Windsor, la pareja retornó al castillo a las 18.10 (15,10 de la Argentina) para unirse a la recepción y a la posterior cena.
Eduardo, quien dirige su propia compañía de producción de televisión, y Sophie, quien tiene su propia firma de relaciones públicas, están decididos a convertirse en la primera pareja real en mantener sus actividades profesionales.
La boda fue seguida por 200 millones de personas a través de la televisión en todo el mundo.
El hijo menor de la reina Isabel II de Inglaterra, el príncipe Eduardo, contrajo matrimonio con la plebeya profesional en relaciones públicas relacionista pública Sophie Rhys-Jones, en el Castillo de Windsor.
A las 17.01 (14.01 de Argentina), Sophie, de 34 años, subió los veintidós peldaños de la Iglesia San Jorge de la mano de su padre, Christopher, para encontrarse con su prometido y jurarse mutuos votos.
La ceremonia -que guió el reverendo Peter Nott, obispo de Norwich- fue impecable, a excepción de la dificultad de Eduardo a la hora de colocar el anillo de bodas.
La prensa británica habla del nuevo estilo de la realeza como también de la "boda del pueblo", para tratar de darle cierto carisma del que carecieron los 45 minutos que duró la celebración.
Sophie, un año menor que su flamante esposo, es ahora la alteza real, condesa de Wessex en concordancia con el título que la reina Isabel le otorgó como regalo de bodas a su hijo durante la jornada.
Eduardo también heredará el Ducado de Edimburgo al momento de la muerte de la Reina y el actual duque, Príncipe Felipe, aunque el flamante matrimonio decidió que sus hijos no tendrán un tratamiento de altezas reales.
Eduardo había arribado a las 16.40 con los príncipes Carlos y Andrés, mientras la Reina Madre -que vestía un color lavanda- entró por un lateral de San Jorge para sentarse junto a su hija Margarita.
La Reina llegó junto al Príncipe Felipe a las 16.50 (13,50 de la Argentina), para ubicarse en la primera fila de bancos de la imponente iglesia en la que también estaban presentes los príncipes Guillermo, Enrique, Eugenia y Beatriz.
Dentro de los 500 invitados al evento estuvieron los miembros de la monarquía, la familia Rhys-Jones, y amigos e integrantes de las dependencias reales.
También se entregaron 8.000 tickets a vecinos de Windsor y de los alrededores para que puedan seguir la ceremonia dentro del del castillo.
Con esta boda, los novios buscaron promover una imagen más moderna de realeza, acusada de estar fuera de contacto con "sus súbditos" a raíz de la muerte de la princesa Diana, en 1997, con una efusiva muestra de dolor.
Tras los divorcios de su hermana y sus dos hermanos, Eduardo se tomó su tiempo para pedir la mano de Sophie. Finalmente lo hizo durante unas vacaciones en las Bahamas.
Luego de dar el "sí" en medio de aplausos y gritos de los vecinos congregados en la puerta de la iglesia, la pareja se unió a los invitados para cantar "Dios guarde a la Reina".
Sophie se inclinó un poco y luego hizo la reverencia a la Reina Isabel, y por primera vez le dio tributo a su suegra.
Después los novios se alejaron en un carruaje a través de la multitud.
Después de su paseo por Windsor, la pareja retornó al castillo a las 18.10 (15,10 de la Argentina) para unirse a la recepción y a la posterior cena.
Eduardo, quien dirige su propia compañía de producción de televisión, y Sophie, quien tiene su propia firma de relaciones públicas, están decididos a convertirse en la primera pareja real en mantener sus actividades profesionales.
La boda fue seguida por 200 millones de personas a través de la televisión en todo el mundo.
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