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El Mundo |SE CUMPLEN OCHO DÉCADAS DE LA PRIMERA DETONACIÓN NUCLEAR, UN ANTICIPO DE LA BOMBA QUE LUEGO ARRASÓ HIROSHIMA

A 80 años de “Trinity”: la prueba que cambió el orden global

Como parte del denominado Proyecto Manhattan, se concretó una operación secreta que movilizó a más de 130.000 personas y consumió recursos por 2.000 millones de dólares de la época, bajo el liderazgo científico de Oppenheimer y la dirección militar del general Leslie Groves. La estrategia y la decisión de Truman en el final de la Segunda Guerra Mundial

A 80 años de “Trinity”: la prueba que cambió el orden global

Monumento ubicado en el “Sitio Trinity”, epicentro de la explosión / Web

16 de Julio de 2025 | 02:35
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“Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos”. Con estas palabras tomadas del poema épico hindú Bhagavad Gita, el físico J. Robert Oppenheimer intentó expresar lo que sintió al presenciar la primera detonación nuclear de la historia. Fue un día como hoy, 16 de julio, pero de 1945, en el desierto de Alamogordo, en Nuevo México. Aquella prueba, bautizada como Trinity, marcó un antes y un después no sólo en la Segunda Guerra Mundial, sino en toda la historia de la humanidad.

Hoy, 80 años después, el eco de esa explosión aún resuena en la memoria colectiva. Es que aquella fue el resultado del Proyecto Manhattan, una operación secreta sin precedentes que movilizó a más de 130.000 personas y consumió recursos por valor de dos mil millones de dólares de la época, bajo el liderazgo científico de Oppenheimer y la dirección militar del general Leslie Groves.

LA ERA ATÓMICA

El Proyecto Manhattan se gestó en un contexto de urgencia bélica y temor estratégico. Por entonces, en Estados Unidos temían que la Alemania nazi desarrollara su propia bomba atómica antes que ellos, y si bien el programa germano -el Uranverein- había tenido avances desde 1939, enfrentó limitaciones críticas: escasez de recursos, pérdida de talento científico por la emigración forzada de científicos judíos y fallas técnicas para alcanzar una reacción en cadena controlada, algo imprescindible para tener la bomba nuclear.

Mientras tanto, desde el bando de los Aliados realizaron acciones decisivas para impedir el progreso alemán. En Vemork, Noruega, una serie de operaciones de sabotaje -incluyendo las misiones Grouse, Gunnerside y el hundimiento del ferry SF Hydro- lograron frenar la producción de agua pesada, vital para el desarrollo de reactores nucleares.

Con los alemanes fuera de la carrera, en Estados Unidos se anticiparon a los hechos. Así fue como, en el marco de la prueba Trinity del 16 de julio, a las 5:29:45 de la mañana estadounidense, un equipo de miles de expertos hizo detonar una bomba de plutonio que liberó una energía equivalente a más de 20.000 toneladas de TNT (como la que se utilizó 24 días después en Nagasaki y que alcanzó para destruir el 40% de la ciudad, 2,5 kilómetros a la redonda y mató a 40.000 personas). Además, en el test, el hongo nuclear se alzó 12 kilómetros sobre el suelo.

EL PROCESO TÉCNICO Y ESTRATÉGICO

En los meses previos al final de la Segunda Guerra Mundial -fechado el 2 de septiembre de 1945 cuando se formalizó la rendición de Japón-, la decisión de lanzar la bomba atómica sobre Japón no fue tomada en soledad por el presidente Harry S. Truman. Aunque no hubo un intento directo de persuasión, el físico J. Robert Oppenheimer y los científicos del Proyecto Manhattan jugaron un rol determinante al legitimar su uso desde el plano técnico y estratégico. Integrantes del Panel Científico del Comité Interino -como Oppenheimer, Enrico Fermi y Ernest Lawrence- recomendaron el uso inmediato del arma sobre un blanco militar, al mismo tiempo que desestimaron la posibilidad de una demostración previa, por temor a un fallo técnico y su escasa capacidad disuasoria. Su respaldo consolidó la percepción de que la bomba no solo era efectiva, sino necesaria para poner fin a la guerra rápidamente y evitar una invasión terrestre a Japón con cientos de miles de bajas.

El impacto de esa recomendación fue clave en la postura que Truman adoptó durante la Conferencia de Potsdam, donde fue informado del éxito de la prueba Trinity del 16 de julio de 1945.

Aunque Oppenheimer no influyó directamente en la decisión final, su liderazgo científico y su papel como portavoz del consenso técnico dieron forma a la narrativa que justificó la acción bélica. Meses después, sin embargo, el físico manifestaría su pesar al presidente: “Siento que tengo sangre en mis manos”, le dijo. La respuesta de Truman fue tajante: “La sangre está en las mías... y déjeme a mí preocuparme por eso”.

La explosión de la primera prueba de bomba atómica en el denominado Trinity Site (Nuevo México), el 16 de julio de 1945 / AFP

LA DECISIÓN DE TRUMAN: ENTRE LA ESTRATEGIA Y LA MORAL

Poco después de asumir la presidencia en Estados Unidos tras la muerte de Franklin D. Roosevelt, Harry S. Truman fue informado sobre la existencia del Proyecto Manhattan. Para entonces, el conflicto en el Pacífico continuaba con una intensidad sangrienta. De hecho, la batalla de Okinawa, recién concluida, había dejado más de 100.000 muertos entre japoneses y estadounidenses.

Ante este escenario, Truman enfrentó una decisión sin precedentes: usar la bomba atómica o lanzar una invasión terrestre que, según las estimaciones, podría haber costado entre 250.000 y 500.000 vidas estadounidenses.

Además de salvar vidas, el por entonces mandatario norteamericano buscaba acelerar el fin de la guerra, responder a la negativa japonesa a rendirse tras la Declaración de Potsdam (26 de julio de 1945), y mostrar el poderío estadounidense al emergente rival soviético.

El resultado fue demoledor: el 6 de agosto, la bomba Little Boy arrasó Hiroshima. Tres días después, Fat Man cayó sobre Nagasaki. Japón anunció su rendición el 15 de agosto, sellando así el fin de la Segunda Guerra Mundial.

 

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