Colón 2000: Una temporada ríspida, austera y llena de temor

Por EDUARDO GIORELLO

La temporada 2000 del Teatro Colón resultó en líneas generales pobre, signada por la austeridad en los recursos y en la imaginación, por lo menos en el campo del arte lírico. A partir de mediados de octubre un cierre por tiempo indeterminado del ámbito señero de la cultura musical del país decretado por las autoridades del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires derramó temor en todos los sectores vinculados a él. Finalmente, superados los conflictos gremiales que obligaron a la clausura momentánea, el magnífico teatro reabrió sus puertas con una temporada de emergencia que se cumple hasta el 30 de diciembre con la reposición de "El Cascanueces", un ícono del ballet académico con atmósfera navideña. Pero de aquí en más nada se sabe. Se llamó al periodismo para una conferencia de prensa en la que habrían de anunciar los lineamientos de la temporada 2001, aunque sorpresivamente fue diferida aun sin fecha establecida. Consecuencia: Para el próximo año sólo se saben algunos datos, todos extraoficiales ("Atila" y "Falstaff", de Verdi; "The Rake 'Progress", de Stravinsky; "Lady Macbeth of Mtsensk", de Shostakovich (versión de Renán); "Norma", de Bellini, entre otros títulos), sepultando a quienes deben estar informados como comunicadores sociales en la ignorancia y en la incertidumbre.
El ríspido camino de este 2000 que acaba tuvo logros, aunque todos ellos están bastante alejados de los sucesos de plano internacional como los que puede ostentar, hoy por hoy, la Opera Metropolitana de Nueva York o la Opera de París, por ejemplo. Con esfuerzo se hicieron performances muy atendibles de "La zorrita astuta", de Janacék; de "Juana de Arco en la Hoguera", de Ronegger y de "Tristán e Isolda", de Wagner. Los demás títulos en ocasiones mostraron aciertos parciales y otros ningún valor para ser tenido en cuenta (como el estreno de un engendro llamado "Liederkreis"). Se escamoteó "Don Giovanni", de Mozart que nadie sabe si en algún momento se realizará su puesta que los abonados ya pagaron. ¿Estafa? Quizá.
El Ballet Estable del Colón pasó asimismo por momentos de incertidumbre. Aún está sin director, luego de la expulsión precipitada de los directores Mario Galizzi y Guido De Benedetti de la conducción.
Durante el año hubo un estreno algo tardío pero importante: "Notre Dame de París", un ballet de Roland Petit en que se mixturaron artistas argentinos y extranjeros -como el magnífico Manuel Legris- pra dar brillo a una producción de muy bellas aristas. También debe ser destacado el programa mixto que unió la "Sinfonía en Do" de Balanchine y "La consagración de la primavera" de Araiz entre otras importantes obras, el segundo programa mixto que trajo una vez más la estupenda "Anne Frank", de Mauricio Wainrot y las actuales representaciones del "Cascanueces" con coreografía de Rudolf Nureyev.
El esfuerzo de las asociaciones privadas levantó el nivel musical de Buenos Aires hasta alcanzar un genuino rango internacional con visitas tan brillantes como la de la Orquesta Filarmónica de Berlín con Claudio Abbado (para la Asociación Wagneriana); la de la Orquesta de Chicago con Daniel Barenboim (Mozarteum Argentino); la del director Michel Corboz para el Festival Bach 2000 de Festivales Musicales de Buenos Aires con "La pasión según San Mateo", que obtuvo singular suceso en nuestra Catedral conmemorando el 250º aniversario bachiano; la de la Orquesta Sinfónica de Praga con Jirí Belohlávek (para Harmonía) y la del Ballet de Hamburgo con John Neumeier (para el Mozarteum Argentino), siempre en la sala del Teatro Colón. El mismo ámbito sirvió como marco de un concierto extraordinario llevado a cabo días atrás titulado "A todo corazón", en memoria del Dr. René Favaloro con la refulgente actuación de Paula Almerares y de Darío Volonté, que más allá del carácter benéfico del evento, sirvió para exaltar desde la música a un hombre que unió en forma sintética y apasionada, el rigor de la ciencia, los valores del espíritu y la consecuencia ideológica, algo hoy tan raro que se convirtió casi en un lastre para su vida. Por eso dijo adiós.
Fuera del Colón también hubo hechos dignos de ser mencionados en un balance anual. La Asociación Juventus Lyrica ("La flauta mágica", de Mozart; "Orfeo y Eurídice", de Gluck; "El descenso de Orfeo a los infiernos", de Charpentier, entre otros títulos) reunió a un talentosísimo elenco de jóvenes -algunos platenses- en versiones de predicamento alentadas por Ana D'Ana, alma mater del proyecto. También es destacable la labor de "La Scala de San Telmo" y su mentor artístico, Eduardo Cogorno ("La solterona y el ladrón", de Menotti); las producciones de la Casa de la Opera de Adelaida Negri y la temporada del Teatro Roma de Avellaneda organizada por la Subsecretaría de Cultura, que estrenó "Edgar" de Puccini e "Il Corsaro", de Verdi, entre otras actividades ligadas a la ópera.
El Teatro Argentino de La Plata

reinauguró su sala lírica

Finalmente el Teatro Argentino de La Plata abrió sus puertas a la ópera, ya que el año anterior se había realizado una preinauguración sin la utilización a pleno del escenario y el foso de orquesta. Por ese motivo esta vez se pudo ser riguroso en el juicio de su labor, con exigencias similares a las que se tienen en cualquier ámbito importante del género lírico del mundo. El 31 de octubre se vio "Tosca", de Puccini. Se convocó a artistas internacionales y rioplatenses: Inés Salazar, Alfredo Portilla y David Pittman-Jennings entre los primeros y a Rita Contino, Darío Volonté y Ricardo Ortale entre los de nuestra orilla. Beni Montresor fue el régisseur de una realización espejada y algo alejada del verismo en que se inscribe la bella ópera pucciniana. Javier Logioia Orbe condujo a la Orquesta Estable en un gran trabajo, tanto como el que efectuó con la Sinfonía "Resurrección", de Gustav Mahler, que llevó a diversos lugares, inclusive en una gira por el Brasil que incluyó las ciudades de San Pablo y Río de Janeiro, en las que fuimos testigos del amplio suceso del maestro Logioia y los cuerpos estables del Argentino (coro y orquesta), en trabajos de magnitud. También el ballet ocupó la actividad del director titular de la Orquesta Estable. La versión de "Don Quijote", de Minkus que cerró la temporada con la actuación de Elvira Tarasova y Andrei Batalov, ambos del Kirov, de la que hablamos detenidamente en nuestra reciente reseña crítica.
Otro director de trascendencia marcó la temporada del Argentino: el norteamericano Stefan Lano. Dirigió conciertos (uno de los dos con el "Requien Alemán", de Brahms) y un programa compuesto por "Edipo Rey", de Stravinsky y "El Mandarín Maravilloso", de Bela Bartók. Sus ediciones fueron magnificentes sobre todo para el "Edipo" stravinskyano, que contó con una sobria puesta y cantantes de mérito como Florence Quivar, Udo Holdorf y Stephen Owen.
La Sala Astor Piazzolla reunió a artistas internacionales excepcionales como Mintz, Votapek, Maisky, Han, Camerata Bariloche, Thibaudet, Orquesta de Lucerna, entre otros de parecida trascendencia. Es muy probable que en este apretado resumen haya omisiones involuntarias que se sabrán perdonar. Por lo demás, la esperanza por un 2001 mejor para la música acune nuestro pensamiento y nuestro corazón.



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