El ganador del Quini sospecha de sus hijos

El empresario José Dolza responsabilizó indirectamente a sus hijos por el secuestro que sufrió la semana pasada en la localidad cordobesa de La Playosa, al indicar que ellos tendrán que pedirle "perdón de rodillas", y admitió que fue liberado tras prometer que pagará un rescate.
Dolza indicó que los secuestradores le pidieron 500 mil pesos, pero se negó a confirmar si cumplirá con su promesa de pago.

El empresario que en 1997 ganó cinco millones de pesos en el Quini 6 señaló que sus captores tenían información muy precisa sobre su familia, y que incluso conocían que medicación tomaba.
Dolza, en declaraciones a un matutino porteño, tendió un manto de sospecha sobre la presunta participación de sus dos hijos en el hecho, al señalar que "esto es cosa de ellos, tienen que aflojar, me tienen que pedir perdón".
El empresario fue secuestrado el jueves pasado cuando se dirigía a su campo por unos sujetos que parecían "empantanados" en el camino, cuando se detuvo para ayudarlos.
Según indicó, sus captores "no parecían profesionales" del delito, en tanto su empleado Franco Barberis, que se encontraba con él en el momento del secuestro, le preguntaron si Dolza era "el que se sacó el Quini".
Agregó que uno de los secuestradores, que se hacía llamar Angel de la Guardia le dijo: "no fuiste un muy buen padre. Tus hijos no quieren pagar un centavo por vos", y que le preguntó si él pagaría por ellos, a lo que respondió que sí.
Sin embargo, su hijo Darío había afirmado el viernes pasado que "nunca" recibieron un llamado exigiéndoles un rescate por su padre.
El empresario fue secuestrado el jueves último y abandonado con los ojos vendados pasadas las 10 de ayer en un camino de tierra de San José de la Esquina, cerca del límite con Córdoba.
Dolza contó a su familia que fue encerrado en la habitación de una casa, aunque desconoce en qué sitio estaba ubicada, y que a las cinco de la madrugada de ayer los secuestradores le dijeron "te vamos a llevar".
Pero, según relató, demoraron tres horas más en retirarlo de la vivienda e introducirlo en el baúl de un automóvil, porque durante la madrugada "veían mucho despliegue policial" en la zona donde lo mantenían cautivo.
Luego esperó a que el vehículo de sus captores se alejara, tal como le habían ordenado. Tenía sólo un peso en el bolsillo "que le habían dado los secuestradores", declaró su hijo Mario a la prensa.

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