Preocupantes datos en nuestra región sobre alcoholismo precoz

El 35,8% de los que están en tratamiento comenzó antes de los 15. El lugar habitual para beber es la calle

"Empecé a los 16 con la droga", asegura Javier (21), en tratamiento en el hospital de día "Encuentro" de La Plata desde hace un año y dos meses. Pero cuando se le pregunta cuándo empezó a beber alcohol, responde que a los 12. Pero no lo considera droga, pese a que reconocerá luego, en el transcurso de la charla, que es la dependencia que más le cuesta superar. La doctora Liliana Irazábal, directora de "Encuentro", no se sorprende. "El 25 por ciento de la población mantiene patrones patológicos con el alcohol. Es decir, que no beben moderadamente. Beber moderadamente es una copa o una lata por día para la mujer y dos para el hombre. Como toda adicción, tiene un origen policausal. Pero con el alcohol se suma una tolerancia social que es preocupante porque tiene fundamentos culturales, económicos y sociales. También por falta de información". Para el licenciado Claudio Mate, subsecretario de Prevención y Asistencia de las Adicciones, la gente no relaciona al alcohol con las drogas, "porque se toma en cuenta el status jurídico. Se piensa que es droga la sustancia prohibida, únicamente. Y no es así. El alcohol no está prohibido pero contiene todos los aspectos clínicos que definen a una droga: es psicoactivo, tóxico y nocivo".
Los datos que acuña la subsecretaría son preocupantes. Sobre 8.664 pacientes que se atendieron en 2001 en los centros públicos de la Provincia, el 7,6% correspondió a la Región Sanitaria XI con cabecera en La Plata. De todos ellos, el 29,4% de los pacientes platenses se atienden por alcoholismo, porcentaje que en el total de la Provincia desciende al 24,3%. En cuanto a droga de inicio, en La Plata en el 34,2% de los pacientes fue el alcohol mientras que en todo el territorio bonaerense es del 27,6%. En los policonsumidores, el alcohol acompaña en el 63,8% de los platenses y en el 64,3% de los bonaerenses.
El 35,8 por ciento comenzó a beber antes de los 15 años y el 38,9 entre los 15 y los 19. El 63,8% bebía diariamente y sólo el 28,8% sólo los fines de semana. El 88 por ciento de los que se atienden por alcoholismo son varones. El 47,1 por ciento bebe normalmente en la calle, el 31,7% en su casa y sólo el 10,1% en la disco.
Javier y Gastón (20), parte de esos porcentajes, dan contenido humano a los números. Javier es del Gran La Plata y empezó a beber en la esquina a los 12 años con su barra de amigos, siguió en los bailes y a los 16 fumó el primer porro porque fue cambiando el grupo de amigos. "Le tuve siempre miedo a picarme, pero consumí cocaína y también pastillas. Mis padres tardaron en darse cuenta porque creían que estaba borracho porque empecé a alcoholizarme los fines de semana a los 13 años. Mi mamá se preocupaba, pero para mi papá, que no es alcohólico ni nada, era normal. 'Yo también tomaba', decía. Hasta que descubrieron que además, me drogaba. Porque yo siempre mezclé el alcohol con la droga. El llanto de mi vieja me hizo tocar fondo y por eso estoy acá. Lo que más me cuesta dejar es el alcohol, sobre todo ahora que ya puedo salir. Pero les diría a los chicos que están en eso que la droga no soluciona nada. Más aún, te atrasa la solución de los problema". Gastón vive en una pequeña ciudad que pertenece a la Región Sanitaria XI, de 16 mil habitantes, en donde los vecinos creen que saben todo de todos. "Y no es tan así -asegura- Yo empecé a salir con el control de mis padres así que empecé a beber alcohol a los 15 años pero nunca tuve una borrachera, siempre me controlé. Llegué a la droga porque empecé a trabajar en boliches nocturnos de la zona y ahí se conoce a otra gente. Pero yo tenía 19 años. El primer día me acuerdo, un amigo me dijo que tenia marihuana y fuimos a la casa. Armamos 34 porros y lo tomamos como una joda. Hasta que empezamos a fumarlos uno a uno. Fue por curiosidad. Cada tanto. Pero llegué rápido a la cocaína y fue distinto".
Ambos se recuperan en el hospital de día "Encuentro", 64 entre 6 y 7, a donde llegan todas las mañanas a las 8 y se van a las 16,30, según cuenta el coordinador del hospital de día, doctor Jorge Cuba. Allí desarrollan actividades estructuradas en donde alternan trabajos en la casa con talleres, grupos de reflexión y sinceramiento y atención individual cuando es necesario. Están ocupados permanentemente. Allí pasan el día 25 jóvenes, el menor tiene 14 años. El inicio del consumo es a los 11 o 12 años en los sectores más humildes y 13 y 14 en los más altos. El ingreso es el alcohol o los inhalantes. El tratamiento dura unos 15 meses promedio para pensar en la reinserción social. Podría decirse que el porcentaje de efectividad ronda el 40%. Como aclara la doctora Irazábal, que conduce todo el complejo que incluye también la atención ambulatoria, "hay pacientes de todas las clases sociales. Desde hijos de profesionales y empresarios a hijos de excluidos. En el tratamiento participa la familia y se firma un contrato con ellos. Hay grupos de familiares que son coordinados por Enrique Reccio". Irazábal aconseja a los padres "poner límites y estar atentos a los signos, que siempre están. Indagar cual es el compromiso con el alcohol de sus hijos; si hay modificación en las conductas y no tratar de justificar todo pensando que son cosas de la adolescencia. Charlar, que también quiere decir escuchar".
El alcohol tiene una presencia social contundente. La historia de Javier y hasta el permisivismo paterno no es una excepción, sino una generalidad. Entonces, ¿cuál debe ser la respuesta?. Mate advierte el crecimiento de la tolerancia social. "El beber da status, hay códigos sociales que lo amparan, está ligado al hedonismo y esa tolerancia social se ha exacerbado entre los jóvenes y las campañas, sobre todo de cerveza, van dirigidas a ellos. Pienso que la solución pasa en primer lugar, actuando sobre la oferta, mejorando los controles, porque la venta de alcohol no está prohibida pero está regulada. Y realizando campañas esclarecedoras en una lucha que será desigual si se toma en cuenta la presencia mediática del alcohol. Y desde ya, atendiendo a los jóvenes. Saliendo a la calle a buscarlos. Porque no existe una percepción de enfermedad con el alcohol en la sociedad. Por eso no basta con instalar centros y esperarlos allí. Nosotros hemos sacado ahora a los profesionales del centro a que vayan a las escuelas, a los clubes de barrio, a las parroquias. Allí se libra el combate".

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