¡Newell's campeón!: Ganó Independiente, pero la fiesta fue toda rosarina

El rojinegro dio la vuelta y el Diablo demostró su grandeza

Final feliz. Para todos. Para Newell's, que consiguió su quinto título y que festejó como correspondía, con todo el derecho. Para Independiente, que le ganó a todas las palabras que se dijeron, a las sospechas que se arrojaron. Todo el temor que tuvieron sus jugadores en denunciar el apriete de tres barras bravas durante la semana, se transformó en audacia para encarar el partido con ambición, con ganas de ganarlo. Final feliz, en definitiva, para un torneo que -no sin motivos- se vio envuelto en la oscuridad por distintas circunstancias. Por su pobre nivel, por un lado, pero sobre todo por las suspicacias que fueron y vinieron, que crecieron a medida que se acercaban los momentos decisivos, y que fueron alimentadas por los propios protagonistas con declaraciones fuera de lugar. Independiente reivindicó en buena parte la salud del campeonato. Jugó a ganarle a Newell's, algo que lamentablemente hay que decir aunque la obviedad marca que debe ser así siempre. Jugó mejor que el campeón, le ganó sin discusiones, fue al frente y se despachó con -quizás- el mejor de sus partidos en el Apertura. Irreprochable.

EL MEJOR Y EL CAMPEON

Curiosa tarde la de ayer, en la que el protagonista desde la noticia es el Newell's campeón, pero desde los hechos sucedidos en la cancha es Independiente. En todo caso, Independiente mandó en los noventa minutos y después, sí, todo el interés se trasladó a los festejos rojinegros. Este no es el rincón en el que se debe analizar la campaña de Newell's, acá no toca explicar por qué fue campeón. Este espacio hay que dedicarlo al partido en sí, y entonces es Independiente el protagonista principal.

Un Independiente que mandó de principio a fin. Desde la seguridad de Muñoz Mustafá y sus compañeros en defensa, desde el despliegue criterioso de Carrizo en el medio, desde la actividad de Insúa -en parte volvió el Insúa que su equipo necesita-, desde la tarea sólida y pareja del resto. Se aprovechó de un Newell's acaparado por los nervios, que nunca tuvo lucidez y que hasta se mostró muy inseguro en defensa, uno de sus puntos fuertes a lo largo del certamen. Independiente sacó ventajas rápido, a los 10 minutos con el gol de Castillo, pero podía haber anotado antes y después del gol, tuvo varias chances para aumentar. Entre el mediocampo y el fondo de Newell's había un campo enorme en el que Independiente generó ventajas, cuando Insúa cambiaba el ritmo y le ganaba la espalda a Rosada, cuando Castillo bajaba para conectarse con los que venían atrás, cuando Pusineri o Zurita se mandaban por los costados. Newell's no encontraba fútbol, porque Ortega no tenía precisión. Carrizo lo dominó y además, la pelota le llegó casi siempre sucia. Y los delanteros, Scocco y Borghello, jamás pudieron ser bien habilitados, con lo que perdieron siempre con los defensores locales.

MANDO LA RADIO

Newell's perdía y no parecía haber manera de que se revirtiera la situación. Poco a poco, el protagonismo pasó a Liniers, donde Vélez se debatía con Arsenal. Los deseos eran que Vélez no anotara el gol de la victoria, porque si dependía del equipo rosarino, el campeonato no se iba a definir ayer. Más allá de que el ingreso de Zapata por Rosada hizo que Insúa fuese mejor marcado, de que Ortega creció un poco con la compañía de Capria, los intentos de Newell's eran demasiado tibios, incongruentes e inconsistentes. Independiente buscaba alguna réplica veloz, tuvo alguna oportunidad más hasta que Insúa tuvo su oportunidad y no la desperdició, con una definición de jerarquía tras una maniobra magnífica de Castillo. El dos a cero terminaba con la mínima duda que podía quedar sobre el resultado final del encuentro. Más que nunca, toda la inquietud y la emoción se trasladaron a las radios, para escuchar los minutos finales de Vélez, que chocaba y no podía.

Cuando faltaban cuatro minutos para el final en Avellaneda, todo terminó en Liniers y allí sí, el protagonismo cambió de manos. Independiente ya había hecho lo suyo dentro de la cancha. Newell's no había cumplido la parte que le correspondía, pero otros lo hicieron por él. Y empezaron a festejar a todo trapo. Newell's era el campeón, ya poco importaba la caída. Suyos eran los gritos, los saltos y la fiesta. En silencio quedaron los otros, los que jugaron con la dignidad que se había puesto en duda e hicieron lo que debían: jugar a ganar. Lo lograron, además. Por eso, tanto Newell's como Independiente tenían motivos para estar felices.

LA CAMPAÑA

Newell's Old Boys edificó en el Torneo Apertura 2004 una campaña con 10 triunfos, seis empates y tres derrotas para totalizar 36 puntos, el nivel más bajo de puntos en certámenes cortos desde 1991. Estos fueron los 19 partidos que jugó el equipo rosarino:

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