Cita celeste y blanca

Por IGNACIO ANDRADA
(Enviado especial)

No cabe dudas de que el Abierto de Francia es el torneo que más representa dentro del circuito mundial para los argentinos. Los títulos logrados por Vilas y Gaudio más conmovedoras actuaciones de jugadores como Guillermo Coria, David Nalbandian, Gabriela Sabatini, Franco Squillari, Paola Suárez y Clarisa Fernández (quienes llegaron al menos hasta las semifinales) lo convirtieron siempre en un torneo muy especial para nuestros jugadores.

Y de tanto nombrarlo, Roland Garros se convirtió en un nombre común. ¿Pero quién es realmente este hombre que sin saberlo le puso su nombre a una de las citas deportivas más importantes del mundo?

El torneo se creó en el lejano 1.891, catorce años después de Wimbledon (1877), diez años después del abierto de los Estados Unidos (1881) y catorce años antes que el de Australia (1905), los cuatro que componen el Gran Slam.

Es el campeonato mundial sobre polvo de ladrillo, como lo indicaba su antigua denominación. Y se jugaba simultáneamente en el club Stade Fran‡ais y en el Racing club de París.

Los cuatro mosqueteros (Brugnon, Borotra, Cochet y Lacoste), verdaderos héroes del deporte francés, ganaron la copa Davis para Francia en 1927 en Filadelfia y para el match de vuelta al año próximo, se esperaba una multitud para alentar al equipo francés. Había que hacer algo rápido y el Stade Fan‡ais cedió tres hectáreas de su club para la construcción del estadio, pero a cambio pidió que este lleve el nombre de uno de sus miembros, Roland Garros, un pionero de la aviación, muerto en combate aéreo en 1918 a los treinta años.

Los mosqueteros conservaron la copa Davis hasta 1933 y así comenzó la historia de amor entre el público francés y el nuevo templo del tenis.

Ese mismo nombre que hoy es todo un símbolo para el tenis argentino y que desde el lunes vuelve a situarse en el centro de la atención del deporte nacional.

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