Despierta pasión donde quiera que esté

El pibe del Barcelona es el centro de todas las miradas y los afectos

BARQUISIMETO, Venezuela (Enviado especial).- El sigue tranquilo, como si nada fuera de lo común pasase a su alrededor. Saluda casi tímidamente, con alguna mano levantada como si pidiera permiso, cuando la gente lo ovaciona cada vez que lo ve como si fuese una estrella de rock o un galanazo de telenovela. Muchas veces hasta camina con la vista puesta en el piso, para comunicar gestualmente la vergüenza de ser un ídolo. Parece increíble que Lionel Messi despierte tanta pasión y admiración en un público en principio tan lejano a él y hasta al fútbol como lo es el venezolano. Lo que sucede es que el sentimiento que provoca el jugador de Barcelona ya atravesó fronteras, cortó transversalmente todas las capas sociales, los gustos particulares por cada deporte, los sexos, todo. Messi no es ídolo sólo en Venezuela. No es ídolo sólo de los hinchas de Barcelona. Ni siquiera, sólo de los argentinos. Messi es un ícono mundial. Sin exageraciones.

Todo, por esa relación inseparable, de amante eterno, que mantiene con la pelota. Lo demuestra cada vez que pisa una cancha, y por eso es un factor fundamental en esta selección. Toma la pelota y encara. No duda. Comienza ese diálogo indescriptible que su botín zurdo entabla con el balón. ¿Diálogo? Parece más bien una relación de subordinación. Su zurda es la que manda, la redonda es la que obedece mansita, con gusto. Le hace caso, porque sabe que Lionel la cuida y nunca va a indicarle un movimiento en falso, una dirección que la lleve a algún tropiezo. Siempre la va a conducir por donde más le convenga. Por eso ella rueda feliz y se entrega ciegamente a los deseos de su dueño.

Sus compañeros no se cansan de alabarlo. “Me hace acordar a Maradona de chiquito“, dice Verón. “El momento que está pasando es espectacular y eso nos beneficia a todos“, admite Tevez. “Ojalá todos podamos ayudarlo a que muestre su nivel y haga una gran Copa, para bien del equipo“, desea Riquelme.

La Brujita Verón es el que más lo mima, lo protege, lo aconseja. En los lobbies de los hoteles, cuando están en las habitaciones, en los campos de entrenamiento, siempre se lo ve al jugador de Estudiantes de La Plata cerca suyo, tomándolo del hombro y hablándole al oído. Messi siempre escucha, atento y con ganas de aprender. Sabe que como jugador es muy poco ya lo que puede adquirir, porque tiene condiciones innatas de sobra, porque nació para jugar con su talento inigualable. Pero también es consciente de que acaba de cumplir 20 años y de que sí necesita consejos de otro tipo, de los que sirven para vivir afuera de la cancha pero que lo ayudarán a rendir más dentro de ella.

Se ha hablado mucho de los supuestos liderazgos de la Selección. Se comentó mucho sobre si Riquelme lo era, si Verón podía compartirlo. La verdad es que el abanderado a la hora de blandir las banderas futbolísticas del equipo se llama Lionel Messi. “No me siento así de ninguna manera“, confiesa casi abrumado por esta definición. Sin embargo es así. Fue claro el mensaje subliminal de Alfio Basile cuando lo puso en cancha ante Paraguay. “Entrá y ganá el partido“ fue, sin esas palabras, lo que quiso hacerle entender el entrenador a él y al resto del equipo.

Lionel no tuvo ningún drama en hacerse cargo de la responsabilidad. En su primer balón, a segundos de haber ingresado, gambeteó a dos y le puso una pelota por izquierda a Zanetti bien profunda. Ni necesitó minutos para meterse en el ritmo del partido. Y realizó lo que se le encomendó: ganar el partido. Lo abrió, armó la jugada genial previa al gol de Mascherano, condujo al equipo a la victoria en una palabra. Si eso no es liderazgo, ¿qué es?

Sin embargo, él no se da por aludido. Sigue su vida normal, sigue haciendo jueguito con la pelota en los entrenamientos, cada segundo que puede. Sigue saludando con mesura, casi sin entender esa locura que genera aquí en Venezuela. Sigue sin hacerse cargo de lo que significa para el equipo. Claro, desde las palabras. Desde su juego, su mensaje es distinto: “denme la pelota y déjenme a mí“, grita. Vaya si sus compañeros le hacen caso.




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