Montaña rusa
con un crecimiento sostenido desde que lanzó "Rockbit" en forma independiente y ahora bajo el ala de una multinacional, la incatalogable banda no solamente reeditó su disco debut sino que está llegando a países de Latinoamérica como Chile, Colombia y México.
| 24 de Agosto de 2007 | 00:00

Con un crecimiento sostenido desde que lanzó "Rockbit" en forma independiente y ahora bajo el ala de la multinacional EMI, Azafata no solamente reeditó su disco debut sino que está llegando con este trabajo a países de Latinoamérica como Chile, Colombia y México, actuará en el Festival Pepsi Music y gira actualmente por toda la Argentina.
"Somos una montaña rusa emocional", dicen sus integrantes, para explicar su frenesí rockero. Ariel Flores en guitarra y voz, Ludovica Morell en batería, Juan Florido en bajo y coros y Fernando Del Gener en sintetizadores integran la agrupación de pop rock que se formó en el año 2004 y en apenas un mes ya tenía una propuesta estética definida, 14 temas y un show atractivo.
Todas armas con las que fueron conquistando a un público que los sigue desde que emigraron de la localidad bonaerense de Campana hacia capital federal.
Más allá de su música, Azafata tiene fama por sorprender en cada uno de sus shows con una fuerte puesta escénica y audaces instalaciones. "La idea es sorprender a la gente y dar un plus por sobre la música", explicó Ludovica Morell.
Y así sucede. Porque Azafata tiene un estilo que sus propios integrantes definen como "fashionista" y que hace hincapié no solamente en lo musical sino en un concepto artístico integral que incluye una cuidada estética en cuanto a puesta en escena y vestuario.
Pero la estética no es más importante para Azafata que la autogestión y el manejo de su carrera. Admiradores de artistas como Babasónicos y Daniel Melero en lo musical, estos adolescentes tienen también una postura tomada respecto de cómo se maneja el rock en la Argentina. "Admiramos a La Renga por la autogestión; nos gusta la grandeza con la que opera La Renga, porque están en el top uno de gestión de banda y, además, tienen una puesta que no tiene nadie en la Argentina, es de nivel internacional", advirtieron, los chicos, al unísono.
Tan libres de mente son los miembros de Azafata como para decidir su propio destino. Y hacerse cargo de él. Salgan bien o mal las cosas, porque, según dijeron, "lo más importante es hacer lo que a uno le gusta, al margen de los resultados". Que por ahora son más que promisorios. Claro está.
- ¿Por qué se relanzó "Rockbit"?
- Juan: Nuestro primer disco, "Rockbit", fue como una montaña rusa emocional. Porque es un disco que se gesta en el under, se hace a puro pulmón y sabiendo que tenés una bomba entre manos, una piña en la cara, que es algo que querés compartir con todo el mundo. Empezó saliendo independiente por el sello Alerta Discos y ahora estamos en EMI. No es sólo que pasamos de sello a sello, sino que antes de sacar el disco llevábamos unas cien personas y después pasamos a unas 300. Y pasamos a hacer teatritos y a tocar en lugares cada vez más grandes.
- El crecimiento se dio mientras estaban en el under.
- Ariel: Somos unos enfermos de la autogestión. Hace poco nos preguntaban si habíamos salido de un casting porque surgimos muy de repente pero salimos del under. Hicimos todo nosotros: hicimos las canciones, creamos la estética. Y todo en un paso a paso. Viene de nuestros orígenes esta modalidad.
- ¿Qué tanto pesa hoy la estética y qué tanta importancia le dan ustedes?
- Juan: Es un todo conceptual. Cuando creamos "Rockbit" teníamos las melodías, las canciones, pero también teníamos un montón de imágenes asociadas a eso. Hoy lo que decís con los acordes y las letras lo podés reforzar con cómo te vestís, con una escenografía, podés ser claro por muchos medios, hasta a través de tu página web. Nosotros le damos mucha importancia al concepto integral. Esto hace que lo que hacemos sea fuerte: Azafata es un escándalo.
- Ludovica: La idea es sorprender a la gente. Que la gente que te va a ver hable de vos después. Porque muchas veces vas a ver a una banda y decís "sonó bárbaro, pero le faltó algo". Nosotros queremos dar un show que a la gente le llegue y que quieran volver a ver a Azafata a ver qué va a hacer la próxima vez. Es dar un plus por sobre la música.
- ¿Este concepto integral y el cuidado de la estética es una particularidad del pop o es un cliché del pasado?
- Ariel: Desde su origen, en el rock y el pop la imagen tiene una correspondencia con la música. El cantante de Judas Priest se desvivió hasta que encontró en un sex-shop la ropa de cuero que estaba buscando. Kiss va con el circo que montó Kiss. Quizá hubo una época en que pareció que el rock se desapegó un poco de la estética, en lo 90, con el grunge, pero el no-look era un look también. Y vino el 2000 y muy fashionista. Hay mucha información y la moda acompaña a la música. Los músicos se ocupan mucho de la imagen, desde Gwen Stefani a The Black Eyed Peas. Y con Azafata encajamos bien para desplegar toda esta cuestión fashionista. Seguir lo último de la moda es como seguir al último diseñador también. Va de la mano.
- Juan: Hasta el rolinga tiene su uniforme.
- Fernando: La imagen es un complemento del mensaje.
- Ariel: Quizá el pop carga con esa cuota kitsch que hace que lo veas más fácil, porque se terminan pintando el pelo de fucsia, se nota más, y lleva un poco al extremo la cuestión de la imagen. Y a nosotros nos viene bárbaro porque nos encanta generar escándalo; aunque tenemos una carga importante de rock.
- ¿Y en qué género se ubican? ¿En el rock?
- Ariel: Está todo en la licuadora. Gwen Stefani es el exponente claro. Hay una vorágine de diversidad de géneros y nosotros entramos en esa vorágine de información.
- Juan: Todo el mundo está diciendo "está todo hecho" y en realidad hay una sobre información.
- Ariel: Siempre hubo callejones sin salida.
- ¿Y qué les pasa a ustedes con la sobre información?
- Ariel: Somos muy selectivos.
- Juan: Tratamos de buscar las cosas que nos generan un estímulo.
- ¿Y qué cosas les generan un estímulo?
- Ludovica: Somos muy diferentes. A mí me gustan Madonna y Erasure pero también Stone Temple Pilots y les llevo y les digo "uy, escuchen esto". Y, a su vez, el resto me hace escuchar otras cosas. A Juan le gusta el glam, por ejemplo. En la licuadora se nos mezcla todo.
"Somos una montaña rusa emocional", dicen sus integrantes, para explicar su frenesí rockero. Ariel Flores en guitarra y voz, Ludovica Morell en batería, Juan Florido en bajo y coros y Fernando Del Gener en sintetizadores integran la agrupación de pop rock que se formó en el año 2004 y en apenas un mes ya tenía una propuesta estética definida, 14 temas y un show atractivo.
Todas armas con las que fueron conquistando a un público que los sigue desde que emigraron de la localidad bonaerense de Campana hacia capital federal.
Más allá de su música, Azafata tiene fama por sorprender en cada uno de sus shows con una fuerte puesta escénica y audaces instalaciones. "La idea es sorprender a la gente y dar un plus por sobre la música", explicó Ludovica Morell.
Y así sucede. Porque Azafata tiene un estilo que sus propios integrantes definen como "fashionista" y que hace hincapié no solamente en lo musical sino en un concepto artístico integral que incluye una cuidada estética en cuanto a puesta en escena y vestuario.
Pero la estética no es más importante para Azafata que la autogestión y el manejo de su carrera. Admiradores de artistas como Babasónicos y Daniel Melero en lo musical, estos adolescentes tienen también una postura tomada respecto de cómo se maneja el rock en la Argentina. "Admiramos a La Renga por la autogestión; nos gusta la grandeza con la que opera La Renga, porque están en el top uno de gestión de banda y, además, tienen una puesta que no tiene nadie en la Argentina, es de nivel internacional", advirtieron, los chicos, al unísono.
Tan libres de mente son los miembros de Azafata como para decidir su propio destino. Y hacerse cargo de él. Salgan bien o mal las cosas, porque, según dijeron, "lo más importante es hacer lo que a uno le gusta, al margen de los resultados". Que por ahora son más que promisorios. Claro está.
- ¿Por qué se relanzó "Rockbit"?
- Juan: Nuestro primer disco, "Rockbit", fue como una montaña rusa emocional. Porque es un disco que se gesta en el under, se hace a puro pulmón y sabiendo que tenés una bomba entre manos, una piña en la cara, que es algo que querés compartir con todo el mundo. Empezó saliendo independiente por el sello Alerta Discos y ahora estamos en EMI. No es sólo que pasamos de sello a sello, sino que antes de sacar el disco llevábamos unas cien personas y después pasamos a unas 300. Y pasamos a hacer teatritos y a tocar en lugares cada vez más grandes.
- El crecimiento se dio mientras estaban en el under.
- Ariel: Somos unos enfermos de la autogestión. Hace poco nos preguntaban si habíamos salido de un casting porque surgimos muy de repente pero salimos del under. Hicimos todo nosotros: hicimos las canciones, creamos la estética. Y todo en un paso a paso. Viene de nuestros orígenes esta modalidad.
- ¿Qué tanto pesa hoy la estética y qué tanta importancia le dan ustedes?
- Juan: Es un todo conceptual. Cuando creamos "Rockbit" teníamos las melodías, las canciones, pero también teníamos un montón de imágenes asociadas a eso. Hoy lo que decís con los acordes y las letras lo podés reforzar con cómo te vestís, con una escenografía, podés ser claro por muchos medios, hasta a través de tu página web. Nosotros le damos mucha importancia al concepto integral. Esto hace que lo que hacemos sea fuerte: Azafata es un escándalo.
- Ludovica: La idea es sorprender a la gente. Que la gente que te va a ver hable de vos después. Porque muchas veces vas a ver a una banda y decís "sonó bárbaro, pero le faltó algo". Nosotros queremos dar un show que a la gente le llegue y que quieran volver a ver a Azafata a ver qué va a hacer la próxima vez. Es dar un plus por sobre la música.
- ¿Este concepto integral y el cuidado de la estética es una particularidad del pop o es un cliché del pasado?
- Ariel: Desde su origen, en el rock y el pop la imagen tiene una correspondencia con la música. El cantante de Judas Priest se desvivió hasta que encontró en un sex-shop la ropa de cuero que estaba buscando. Kiss va con el circo que montó Kiss. Quizá hubo una época en que pareció que el rock se desapegó un poco de la estética, en lo 90, con el grunge, pero el no-look era un look también. Y vino el 2000 y muy fashionista. Hay mucha información y la moda acompaña a la música. Los músicos se ocupan mucho de la imagen, desde Gwen Stefani a The Black Eyed Peas. Y con Azafata encajamos bien para desplegar toda esta cuestión fashionista. Seguir lo último de la moda es como seguir al último diseñador también. Va de la mano.
- Juan: Hasta el rolinga tiene su uniforme.
- Fernando: La imagen es un complemento del mensaje.
- Ariel: Quizá el pop carga con esa cuota kitsch que hace que lo veas más fácil, porque se terminan pintando el pelo de fucsia, se nota más, y lleva un poco al extremo la cuestión de la imagen. Y a nosotros nos viene bárbaro porque nos encanta generar escándalo; aunque tenemos una carga importante de rock.
- ¿Y en qué género se ubican? ¿En el rock?
- Ariel: Está todo en la licuadora. Gwen Stefani es el exponente claro. Hay una vorágine de diversidad de géneros y nosotros entramos en esa vorágine de información.
- Juan: Todo el mundo está diciendo "está todo hecho" y en realidad hay una sobre información.
- Ariel: Siempre hubo callejones sin salida.
- ¿Y qué les pasa a ustedes con la sobre información?
- Ariel: Somos muy selectivos.
- Juan: Tratamos de buscar las cosas que nos generan un estímulo.
- ¿Y qué cosas les generan un estímulo?
- Ludovica: Somos muy diferentes. A mí me gustan Madonna y Erasure pero también Stone Temple Pilots y les llevo y les digo "uy, escuchen esto". Y, a su vez, el resto me hace escuchar otras cosas. A Juan le gusta el glam, por ejemplo. En la licuadora se nos mezcla todo.
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