Amores conversados y mujeres apasionadas

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

LA MUJER PARTIDA EN DOS, de Claude Chabrol.- Los personajes de Chabrol cada vez hablan más. Es como si el veterano director ya no confiara en el valor de la imagen. Su cine se ha vuelto liviano, repetido y distante. Ahora nos vuelve a poner otra vez frente a un amor loco en esas ciudades de provincia donde lo que se dice, se calla y se manipula es parte de un paisaje falsamente amable.

Aquí hay una presentadora de TV, Gabriela, linda, joven y vital, que se enamora perdidamente de un escritor medio estirado, con aire de Pepe Eliaschev. Es engreído y sin gracia, pero es ligador. Y anda por allí un muchacho insoportable, el más rico y caprichoso de la ciudad, que se enamora locamente de Gabriela. Y decimos locamente porque al tipo algo le falla. Y bueno, como el veterano la ningunea un poco, la chica por despecho se casa con el insoportable de la zona. Hay celos, un crimen, una mamá manejadora, una testigo que miente y un juego de sustituciones y trucajes que va de la cama al calabozo. Como "La dama de honor", es otro filme de mentiras y sospechas que reflexiona sobre las asperezas de una pasión sin retorno ni salida. Chabrol nos dice que todo es un acto de amor, hasta los balazos. Por eso no muestra ni la sangre ni el dolor ni el juicio. Sus criaturas, por la pasión matan, mueren, mienten o sollozan.

Sus filmes son cada vez más hablados, más aburridos y más livianos, con algunos personajes (como el muchacho rico y triste) francamente ridículos. El final es muy traído de los pelos: ante los ojos de la gente, Gabriela es partida en dos en un truco de magia, una metáfora primaria y recargada que nos trae un Chabrol exageradamente explícito a la hora de hablar de la doble moral, los amores furiosos y el poder de las apariencias. (** REGULAR).- Cinema Paradiso.

AVEJENTADO NOVELON

FRANCESCA, de Lina Wetmuller.- Da pena ver a Sofía Loren y Giancarlo Giannini peleando contra un filme repleto de cursilerías, falso y avejentado. Ambientado a principios del siglo XX, esta "Francesca" es de una ingenuidad absoluta y queda poco para rescatar en este novelón sobre amores truncos, hombres vividores y mujeres decididas, algo que la impronta de la siempre efectista Wertmuller, se encarga de subrayar. Francesca es una mujer de trabajo y el un príncipe venido a menos, como todos los príncipes del cine. Tienen una rendidora fábrica de pastas, muchos hijos propios y hasta una nena adoptiva, que se enamorará de un hermanito postizo. Entre oropeles, alfombras, tallarines, besos robados y tonterías, la Wertmuller, que ya nos había desilusionado en su mejor época, transita el convencionalismo más pueril para contarnos una historia sin gracia ni pasión que apela a un costumbrismo for export para dejarnos un par de revelaciones: el secreto de una buena pasta está en los ratones, y billetera siempre mata galán. (** REGULAR). Cinema City.

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