Así se le puede ganar al Barcelona

ANALISIS Por NICOLAS NARDINI

BARCELONA, España (Especial para EL DIA).- El punto de inflexión en la era moderna del Fútbol Club Barcelona fue el 5 de septiembre de 1973. En aquella calurosa noche de verano en la ciudad condal fue presentado oficialmente el holandés Johan Cruyff como nuevo refuerzo del equipo culé, en el marco de un partido amistoso disputado en el Camp Nou ante el Cercle Brujas de Bélgica. De ahí en adelante ya nada sería igual para el equipo catalán en materia de filosofía futbolística.

La llegada del mejor jugador holandés de todos los tiempos marcó el inicio de una nueva era. Mentor central del denominado "fútbol total" que marcó tendencia durante toda la década del '70 con la selección de su país, el fenomenal mediocampista (si se puede etiquetar con un puesto a un jugador de toda la cancha) consiguió trasladar una forma de vivir y sentir el fútbol desde los Países Bajos hasta el corazón del equipo blaugrana.

El legado es inagotable Cruyff, tanto que luego perfeccionó su maquinaria como entrenador del Barcelona campeón de la Champions de 1992 y, más aún, logró que uno de sus dirigidos de aquel gran elenco, Pep Guardiola -actual entrenador-, pusiera las bases para seguir desarrollando una misma idea de juego, aunque con los ribetes lógicos del fútbol moderno.

Así, no es casualidad que el actual Barcelona esté diseñado sobre los mismos parámetros del "fútbol total" holandés de los años setenta, más que eso, es la continuidad lógica de una escuela que los "culés" terminaron adoptando como propia, tanto como Cruyff tomó para sí la hermosa ciudad de Barcelona como su lugar de residencia luego de colgar los botines.

Esta idea es la que constituye el andar de este once de Guardiola que maravilla al mundo entero y genera, desde el vamos, un profundo respeto en todos los rivales de turno. A tal punto que en algunos pasajes de la temporada 2008-2009 (la que lo depositó en el Mundial de Clubes de Abu Dhabi) irradió una sensación de "equipo imbatible".

La presencia de Lio Messi, el mejor del mundo, acompañado por un director de orquesta soberbio como Xavi Hernández y un faro que todo lo ilumina como Andrés Iniesta, hicieron del Fútbol Club Barcelona el equipo referencia en todas las latitudes.

Sin embargo, como todo equipo, los catalanes también tienen su talón de Aquiles. Por algo el fútbol se erige como la pasión de multitudes, porque hasta los más poderosos pueden sucumbir. Y está en la inteligencia de los rivales saber aprovechar las pocas ventajas que semejante conjunto puede otorgar.

MARCARON UN CAMINO

En la 2008-2009, la temporada del triplete (Copa del Rey, Liga y Champions), hubo solo dos entrenadores que le ganaron el duelo táctico a Josep Guardiola. Ellos fueron Mauricio Pochettino y Guus Hidink, con el Espanyol y el Chelsea respectivamente.

El libreto del ex defensor del seleccionado argentino pasó por llevar al Barcelona al terreno que menos le gusta: el de la fricción. Ergo, primera gran enseñanza para Estudiantes de cara a la final del Mundial de Clubes: cuanto menos espacios y menos fluido es el juego, menos efectivo es el "fútbol total" de los de Pep.

Poche también derramó astucia en el Camp Nou (con el Espanyol le ganó el derby catalán por 2 a 1, el 21 de febrero de 2009) al tomar escalonadamente a Messi. Segunda enseñanza: compartir, solidariamente, la difícil misión de marcar al mejor del mundo. Para ello, hacen falta delanteros que sean los primeros defensores, mediocampistas con capacidad de retroceso inmediato (para tener muchos hombres detrás de la línea de la pelota) y defensores especialistas en el manejo de los tiempos, ya que un intento de anticipo mal calculado ante la Pulga es sinónimo de amarilla o roja.

La fórmula de Guus Hidink, entrenador del Chelsea en la Champions 08-09, fue distinta pero no menos efectiva. A tal punto que los azulgranas superaron a los londinenses por gol de visitante, ya que la semifinal, en puntos, culminó igualada: fue 0 a 0 en el Camp Nou y 1 a 1 en Stamford Bridge. Los británicos complicaron a los blaugranas con una tarea de reducción de espacios hacia su propia portería. Le entregaron el campo y la pelota al elenco español (algo arriesgado, por cierto) y armaron una verdadera muralla humana en la puerta del área. Así, ante la falta de espacios, el duelo derivó hacia lo físico, donde, salvo por Touré Yaya y Etoó (hoy en el Inter) el Barcelona también lleva las de perder.

DETALLES PUNTUALES

Entre equipos parejos, los partidos suelen resolverse por detalles, este término no entendido por algo pequeño sino, en realidad, como algo específico, puntual y, porque no, determinante.

La propuesta del Fútbol Club Barcelona es tan generosa en materia ofensiva, que requiere de una tarea titánica en el plano defensivo. Así, si se observa con detenimiento, vemos que muchas veces el elenco de Guardiola deja espacios a espaldas de los centrales. El achique constante hacia el arco rival, genera que en más de una ocasión los zagueros (ya sean Puyol, Márquez o Piqué) tengan que retroceder desesperadamente para cubrir espacios. Por lo tanto, un punta rápido, siempre que esté atento a no caer en fuera de juego, puede tener la comida servida en ese sector del terreno.

Lo propio ocurre cuando Gerard Piqué se toma la licencia de subir el balón, en forma perpendicular a la línea de fondo, desde el área hasta tres cuartos de cancha. Si el rival prepara una telaraña especial para cortar las embestidas del central catalán, de repente se puede encontrar, al robar el balón, con sus puntas mano a mano con Víctor Valdés.

En las salidas desde el fondo, la escuadra azulgrana es despareja. Mientras en el brasileño Dani Alves encuentra un fuera de serie para atacar por banda derecha, en Eric Abidal cuenta con un jugador poco claro cuando atraviesa línea media. Conclusión: los cañones deben apuntar al bahiano a la hora de presionar, para que el esférico recale en los pies del francés.

Por último, la pelota parada, sobre todo en envíos aéreos no directos al arco, representa, sin dudas, el punto más flaco del Barcelona a nivel defensivo. Guardiola es un enamorado de las marcaciones "mixtas" para defender tiros libres y saques de esquina, cuatro hombres tomando en zona y el resto mano a mano. Ocurre que de este modo, muchas veces, los mejores cabeceadores defensivos quedan presos de la zona y no están en el lugar de conflicto del área, razón por la cual suelen producirse filtraciones de los atacantes. Además, así como Valdés es un gran arquero debajo de los tres palos, es menester resaltar que entre sus principales dotes no figuran las salidas a cortar centros.

El Barcelona, claro está, tiene más virtudes que defectos. En saber aprovechar esos pocos puntos flacos estará el desafío principal de Estudiantes de cara a la final del sábado del Mundial de Clubes de Abu Dhabi.

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