Desarrollan insecticidas biológicos en la UNLP

Se caracterizan por no dañar el medio y reducir costos

Entre el 10 y el 20% de los granos almacenados en los silos se pierde por culpa de los insectos. Para controlar las plagas se utilizan principalmente insecticidas químicos, pero estos productos ocasionan la contaminación del suelo y el agua, acumulación de sustancias tóxicas en los alimentos y la muerte de insectos benéficos. Para enfrentar esos problemas, un grupo multidisciplinario de investigadores de la UNLP está desarrollando insecticidas y repelentes biológicos que no dañan el medio. Con ellos pretenden también reducir costos, porque sus componentes pueden obtenerse en el país.

"Una de las herramientas alternativas es el hongo microscópico 'Beauveria bassiana', que se emplea desde hace años como plaguicida. Habita en los suelos y, según la experiencia mundial, es inocuo para los humanos. Si se utiliza en forma adecuada, ataca selectivamente a especies de insectos que consumen las cosechas pero no a otros que se quiere proteger, como por ejemplo las abejas", dice el ingeniero agrónomo Gustavo Dal Bello, investigador de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC) y del Centro de Investigaciones de Fitopatología de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP (CIDEFI).

Para que el hongo infecte al insecto debe penetrar primero su dura cutícula externa, compuesta fundamentalmente por hidrocarburos. A fin de facilitar y acelerar la penetración del hongo, se ensayó cultivarlo en un medio que contiene hidrocarburos similares a los que forman la cutícula en lugar de glucosa, que es el alimento habitual. La doctora Patricia Juárez y el bioquímico Nicolás Pedrini, del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata, comprobaron que con esta nueva fuente de alimento los hongos están mejor preparados para adherirse a la cutícula y degradarla para seguir creciendo, y que por ello provocan mayor mortalidad de insectos.

Otro insecticida alternativo son unas algas fósiles microscópicas llamadas "diatomitas", que están aprobadas por la Agencia de Protección Ambiental de los EEUU para su uso como aditivo alimentario. Se las utiliza para proteger granos almacenados, ya que si están en contacto con los insectos los desecan, y tienen un poder residual superior al de muchos insecticidas químicos.

Con el fin de sustituir productos importados por diatomitas de yacimientos argentinos, se obtuvo la colaboración del geólogo Mario De Giusto del Centro de Investigación y Desarrollo en Pinturas (CIC - CONICET). Se hizo un tratamiento de secado y purificación a diatomitas nacionales y se estudió su efecto en el laboratorio. "Al cabo de 7 días de ensayo, las diatomitas argentinas produjeron una mortalidad de insectos comprendida entre el 88% y el 100%. Este poder insecticida es similar o superior al de productos importados que emplean diatomitas e incluso superior al de un plaguicida organofosforado", detalla la ingeniera agrónoma Susana Padín, profesora adjunta de la Cátedra de Terapéutica Vegetal de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales.

Diversas sustancias extraídas de plantas poseen propiedades insecticidas o repelentes. En la UNLP se estudiaron los efectos de aceites esenciales provenientes de la "juanilama" (Lippia alba), planta originaria de América del Sur y Central, y cultivada en terrenos experimentales de la UNLP. "Su material genético fue recolectado en Argentina y otros países americanos. Extrajimos y caracterizamos sus aceites esenciales, que pueden utilizarse en varias industrias, entre ellas la de agroquímicos. Para los ensayos con insectos elegimos aceites esenciales cuyos componentes principales tenían antecedentes de poseer poder insecticida", explica el ingeniero agrónomo Jorge Ringuelet, profesor de la Cátedra de Bioquímica y Fitoquímica.

Los integrantes del CIDEFI probaron el aceite de juanilama en bajas concentraciones y encontraron que repelía a los gorgojos. Diseñaron un dispositivo que permitía a los insectos optar entre dos frascos conectados, con igual cantidad de granos de trigo. Uno de ellos contenía el aceite y más del 80% de los gorgojos optó por alimentarse en el otro. En otro ensayo se usó un recipiente cerrado, con trigo, en el que se incrementó 10 veces la concentración del aceite esencial en el aire. Al cabo de una semana de exposición a esta atmósfera, la mortandad de gorgojos fue del 100%. Fuente: Doctora Irene Maier (CIC)

20%

Hasta ese porcentaje de lo los granos almacenados en los silos se pierde por culpa de los insectos. Lo investigadores platenses buscan repelentes que los eliminen sin dañar el medio ambiente

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